Cuento azul
¬ Salvador Estrada jueves 13, Ago 2015Folclor urbano
Salvador Estrada
Érase que se era un reino donde había grupos de poder de diversos colores, que se llamaban partidos políticos, que se turnaban el reino cada seis años poniendo cada uno su candidato para que los siervos lo eligieran con mayoría de votos.
El rey había dejado a un siervo leal en el partido tricolor para que desde ahí cuidara al rebaño y lo llevara, con promesas, a mejores pastizales, a fin de que aceptaran a su candidato a sucederlo.
Empero, sus planes fueron afectados porque existía un ranchero, alto como un poste de luz, que le gustaba usar botas azules y que quería ser culto, para lo cual en su rancho fundó un centro cultural y de convenciones. Y para que se dieran cuenta que era de la onda se pronunció porque se legalizara fumar mariguana.
Al ranchero le gustaba hablar y hablar y sin querer queriendo se le fue la lengua y dio a conocer que él veía como candidato al reino al gobernador de un estado vecino: el Edomex y también veía al mandatario de la capital.
El siervo leal deseaba mandar en el reino y para ello ya había planeado servirse del partido tricolor y desde ahí hacer su campaña para llegar al poder.
Y sin querer queriendo, el ranchero puso al gobernador del Edomex como blanco de todos los ataques de los ambiciosos políticos. No sabía el ingenuo ranchero que ese gobernador tan sólo al nombrarlo los otros partidos y el suyo, le quitarían méritos para debilitarlo y hacerlo menos.
El ranchero no se dio cuenta de que hablar por hablar fuera de tiempo causa mucho daño. El silencio cuenta cuando se sabe callar. Pero al ranchero eso no le afecta ni lo toma en cuenta. Su deseo de hablar no lo para nadie.
Con las declaraciones del ranchero de las botas azules, se ha iniciado la lucha entre los nombrados y sus enemigos furtivos para tirarse lodo entre todos, a fin de ensuciar todo lo que se pueda de su vida y de su obra.
Y antes de decir colorín colorado que este cuento se ha acabado, la moraleja de esta historia es la siguiente: no hables cuando no te lo pidan y si sabes de antemano que tus palabras afectarán o dañarán a la persona a la que te refieras, enmudece, aquí, el silencio es oro.
Ahora sí llegamos al final de esta historia que sucedió en el reino del ombligo de la luna. Y colorín colorado de este cuento azul.