Periodista asesinado
¬ Augusto Corro lunes 3, Ago 2015Punto por punto
Augusto Corro
El fotoperiodista de “Proceso”, Rubén Espinosa Becerril, es una de las cinco víctimas de la matanza registrada el viernes pasado en un departamento de la colonia Narvarte, en el Distrito Federal.
El comunicador y cuatro mujeres fueron asesinados a golpes y balazos. Todos estaban maniatados. Los hechos se registraron en el departamento del edificio marcado con el número 1909 de la calle de Luz Saviñón. Rubén trabajaba en Veracruz, pero debido al acoso que era sometido por su desempeño profesional optó por autoexiliarse. Se especializaba en cubrir temas relacionados con protestas sociales.
Él mismo declaró que no se sentía tranquilo en una entidad donde no existe ninguna seguridad para quienes ejercen el periodismo. Durante el gobierno de Javier Duarte son 13 periodistas asesinados y sólo en el caso de Regina Martínez, corresponsal de “Proceso”, se detuvo a una persona, sin la certeza de su participación en el crimen.
Recientemente señalamos en este espacio que en los estados y municipios es tal el poder de los caciques y de los narcos, que son éstos quienes deciden sobre el destino de periodistas. En México, 103 comunicadores fueron asesinados de 2000 a 2015. De ahí, que nuestro país sea uno de los más peligrosos para ejercer la libertad de expresión.
PARTIDOS Y MULTAS
Los partidos políticos mexicanos viven en excelentes condiciones económicas. Cuentan con suficientes recursos para el desempeño de sus funciones: administrativas y proselitistas.
No confrontan ninguna carencia. Además cuentan con la simpatía de las autoridades electorales que les permiten relajar las leyes.
Nos referimos a las multas que los tribunales electorales les aplican por un sinnúmero de violaciones, que van desde el inicio de campañas antes de tiempo, hasta el exceso en los gastos en las mismas.
Se suponía que con el Instituto Nacional Electoral las elecciones se efectuarían de diferente manera. No fue así. Las cosas cambiaron para todo siguiera igual.
Es decir, la política en México en materia electoral es la práctica del fenómeno político conocido como el gatopardismo: todo cambia para que todo siga igual.
En estas condiciones, las organizaciones políticas se encuentran a sus anchas, con las posibilidades de violar las leyes electorales que aplican multas económicas, pero que en ningún momento ponen en riesgo la desaparición de algún partido.
Con la solvencia económica que viven esas organizaciones no les preocupan las sanciones económicas. Un ejemplo lo representa el Partido Verde, apéndice del Partido Revolucionario Institucional (PRI), con una larga lista de violaciones a la ley electoral.
El TEPJF lo sancionó con millones de pesos por sus faltas antes y durante la campaña política que terminó el 7 de junio.
Esas multas en nada afectaron al Partido Verde, que en las elecciones estatales del 16 de julio efectuadas en Chiapas. Los verdes cometieron las mismas faltas, irregularidades, violencia y no pasó nada. Con los errores en esa entidad durante los comicios, más las fallas en las elecciones intermedias se empezó a hablar ya sobre la necesidad de reformar las nuevas leyes electorales. Algunos expertos se inclinan por una nueva y urgente reforma electoral, otros únicamente por ajustar la ley.
Los partidos políticos no muestran preocupación alguna porque con leyes electorales rígidas o no a ellos siempre les va muy bien. Ni siquiera se molestan en protestar por las multas que les aplican las autoridades electorales, pues pagan con el dinero de los contribuyentes.
EL PROBLEMA DE FONDO
Intrascendente resultó la confrontación entre los dos aspirantes a la dirigencia del Partido Acción Nacional (PAN).
El senador Javier Corral y el diputado Ricardo Anaya no dijeron nada importante sobre la vida del partido blanquiazul que se encuentra en los peores momentos de su vida política afectada por un profundo divisionismo.
En ese escenario, Corral y Anaya buscan el liderazgo con más interés personal que de grupo. A ambos contendientes, la unidad del partido es lo que menos les interesa. Al primero le interesa más la rebelión del partido contra su actual líder, Gustavo Madero. Lo que persigue es “la rebelión de las bases”.
Por su parte, Anaya propuso abrir el PAN a los ciudadanos. Entre otras cosas hacer un partido con otra imagen más positiva.
Ninguno de los dos aspirantes al liderazgo panista tocó el problema real que tiene al PAN sumido en el caos.
El año pasado, Acción Nacional cumplió 75 años de vida hecho que motivó un análisis de la situación política del partido luego de sus derrotas mayúsculas en las elecciones presidenciales.
Se llegó a la conclusión que una de las fallas de Acción Nacional se basaba en la pérdida de sus principios ideológicos. Con esa situación, no hay partido político que subsista.
Basta con revisar las actuaciones de los panistas en el poder, como Vicente Fox o Calderón, quienes se desempeñaron como presidentes de México, completamente ajenos a los principios de su partido. La pregunta obligada; ¿Puede funcionar un partido sin principios ideológicos? Este tema no fue tratado por los aspirantes a la dirigencia panista. Tocaron asuntos superficiales y obvios.