Ya hay obispas
¬ Gustavo Mora miércoles 11, Ago 2010Nostálgicos y acelerados
Gustavo Mora
De acuerdo a la frase de Carlos Hank González cuando era gobernador del Estado de México y se le mencionaba como prospecto para la candidatura presidencial de 1976, un mandatario estatal no podía llegar a Los Pinos…“porque para ser Papa (Presidente de la República) hay que ser cardenal (secretario de Estado) y yo soy obispo” (gobernador).
Hay media docena de damas que ya dieron respuesta a la obra de Luis G. Basurto, quien preguntaba en una de sus obras: “¿Debiera haber obispas?”. Pero ninguna de ellas ha podido llegar al Papado porque en política, como en la iglesia, hay prejuicios de unidad de género.
José López Portillo inauguró el obispado femenil con la colimense Griselda Álvarez Ponce de León, que era senadora de la República. Después de ella, llegaron Dulce María Sauri (al interinato de Víctor Cervera Pacheco en Yucatán; Beatriz Paredes Rangel (a Tlaxcala), Rosario Robles (al interinato de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en la jefatura de gobierno del Distrito Federal), Amalia García (Zacatecas) y la última: Ivonne Ortega Pacheco (que recuperó para el PRI Yucatán y no tiene nada malos bigotes).
Cuando dejó de ser gobernadora, me encontré con Griselda Álvarez Ponce de león y me dijo: “Le propongo un brindis por los hombres”. Y completó: “por los hombres que tuvieron el valor de confiarle un gobierno estatal a una mujer”.
En el camino se quedaron prospectos como María Lavalle Urbina, Alicia Arellano Tapia y para un Papado sin haber sido siquiera monaguillo, Marta Sahagún de Fox que dio alas a las esposas de los gobernadores de Tlaxcala y Nayarit, pero con el propósito de jalar agua a su fantasioso molino.
Ya hay una seria aspirante al papado femenil, sin haber sido obispa (gobernadora), pero sí cardenal (secretaria de Estado): la inteligente panista Josefina Vázquez Mota, actual coordinadora de los diputados de Acción Nacional.
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Más que natural, la violenta reacción de Norberto Rivera Carrera a la aprobación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación a los matrimonios gay. Las parejas de hombre y mujer dejan más en el charolazo y en la anulación o reconocimiento de matrimonios, como lo consiguieron los Fox que contrajeron nupcias por lo civil, estando ambos divorciados, pero sin reconocimiento oficial de la Santa Sede… No cabe duda que la integración y ambiente de las redacciones en los medios de comunicación han cambiado. Las de antaño estaban formadas por verdaderos maestros que eran tolerantes con los errores de ortografía en sus borradores, pero tremendamente exigentes en el tratamiento de la fama pública que ahora hasta se ha vuelto un negocio redondo para algunos que tratan con ligereza e irresponsabilidad los asuntos del sexo y los vicios personales. También ha cambiado la forma de trabajar en forma casi individual o formando un pequeño equipo contra las avalanchas que se observan, ahora cuando hay entrevistas e intercambio de información para terminar todos uniformados en las cápsulas radiofónicas, reportes de la televisión y en la prensa escrita. Los viejos reporteros no hacían entrevistas de banqueta, ni de pasillo en las que con frecuencia golpean al declarante con las grabadoras o micrófonos en la boca. Los licenciados en periodismo no están formados en la práctica cotidiana y quieren resolver sus problemas económicos personales con abundancia, rápido y pegando para que les paguen. En los medios se ha formado una cofradía de elogios mutuos en la que lo mismo sirven para un barrido, que para un fregado (se les escucha en los micrófonos, se les ve en las pantallas y tienen columnas en los periódicos (Jacobo Zabludovsky, cuando no tenía competencia en “24 horas”, se dedicaba al noticiero de tiempo completo y esporádicamente escribía alguna colaboración en la revista “Siempre!”). Casi todos los actuales resultan analistas políticos y participan en mesas que poco aportan en realidad al radioyente o al televidente. Y se sienten expertos en las jornadas electorales. Sobran quienes al escucharlos, verlos o leerlos son demasiado obvios en aquello de que: según el sapo, es la pedrada. Y las escuelas de periodismo no enseñan cómo esquivar balazos o macanazos en jornadas como el vallejazo, el tlatelolcazo o el halconazo. Pocos se paran en las redacciones y todo lo hacen por sistemas de comunicación más avanzados que la vieja y querida máquina de escribir mecánica. Nada como una buena Remington.