Ahí viene un AMLO recargado
Roberto Vizcaíno lunes 6, Jul 2015Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- El tabasqueño sabe que tiene que apurarse para recolocarse en el ánimo de los votantes
- Buscará por todos los medios entrar en conflicto con Enrique Peña Nieto y Miguel Ángel Mancera
- Sus temas no benefician a los mexicanos, pero sin duda son de alto impacto para muchos de ellos
Nunca como ahora han sido tan claros en México el escenario, los temas y los personajes de la contienda por la sucesión presidencial que sigue.
Y dentro de este proceso de sucesión adelantadísima, en el cual no sólo hay ya 11 aspirantes más que definidos, el más adelantado de todos ellos, Andrés Manuel López Obrador, ya detalló campos, armas y contenidos de la batalla.
Su objetivo nacional principal es -¿acaso había otro?- el presidente Enrique Peña Nieto. El tabasqueño ya decidió y así lo ha hecho ver, que Peña Nieto será su objetivo central para posicionarse y ganar votantes para llegar a Los Pinos. Usará temas no importantes para la vida del país, pero sin duda de alto impacto para las mayorías nacionales.
Y para pelear con él, AMLO mandará a sus huestes ciudadanas a tomar las calles y las plazas de las ciudades del país, pero sobre todo utilizará sus fuerzas formales dentro de la Cámara de Diputados y en el Senado de la República.
La estrategia: ir por la derogación de las 29 reformas estructurales (lo cual él sabe es ya casi imposible).
De igual forma poner inmediatamente a la venta el avión Presidencial que fue comprado en el sexenio de Felipe Calderón y que ni siquiera ha sido inaugurado por Peña Nieto-
Y la cancelación de las pensiones a ex presidentes de la República, asunto que irrita hasta a los bebés del sistema materno-infantil.
Temas, insistimos, por demás sensibles para algunos segmentos de la población pero sin mayor trascendencia real.
En el listado de asuntos que se convertirán por órdenes suyas en el programa legislativo de sus bancadas en San Lázaro y en el Senado de la República, AMLO echará mano de temas viejos:
Entre otros, el de establecer una austeridad republicana a partir de disminuir los salarios de la alta burocracia en los 3 poderes, y la inmediata eliminación de privilegios como servicio de celulares sin límite, auxiliares y asesores con sueldos millonarios; viáticos para uso de primeras clases en aviones y hoteles del mundo entero; autos caros y hasta blindados, seguros médicos insospechados y otros bonos de hasta más de 8 cifras establecidos para altos funcionarios.
Bueno, ni qué decir que entre los puntos principales de esta batalla que viene es el del combate a la corrupción e impunidad.
Con la evidente intención de no dejar morir temas como el de los 43 normalistas de Ayotzinapa, una de las instrucciones de López Obrador es la de impulsar la ampliación de las medidas contra la violación de derechos humanos y para avanzar en la creación de derechos sociales, entre otros el apoyo a la producción y el empleo.
Por ahí también se retoman algunos asuntos de reciente inclusión, como el del rechazo total a la privatización del agua.
Y por si a Peña y su secretario de Hacienda Luis Videgaray se les ocurriera echar abajo su promesa de no aumentar impuestos, AMLO ya ha ordenado incluir en las tareas de sus diputados y senadores la de rechazar cualquier propuesta de incremento o creación de nuevo impuesto.
Ahí como cosa suya –y para jalar al importantísimo universo de jóvenes– sus legisladores buscarán que se amplíen los presupuestos destinados a las universidades y evitar supuestamente así el rechazo que cada año sufren miles de estudiantes de parte de las instituciones establecidas.
Será sin duda una de las banderas que más se esgrimirán por los legisladores de Morena y el propio AMLO durante los debates para aprobar los presupuestos de egresos que vienen.
La actuación de los diputados y senadores de Morena, llegados a los plenos de ambas cámaras gracias al voto de los ciudadanos, con seguridad repetirán los asaltos y tomas de tribuna, plantones en las mesas de la presidencia, el despliegue de mantas y los actos de sabotaje que ya desde 2006 realizan los seguidores de AMLO en el Congreso.
No hay ningún indicio que nos diga que AMLO ha cambiado el método. Si discurso y acciones son hoy las mismas de siempre. Si con esas estrategias ha llegado a donde está ¿para qué cambiar?
Así que las acciones dentro del Congreso, ya anunció que se complementarán con movilizaciones en las calles.
Al anunciar todo lo anterior, AMLO nos prepara para comenzar a pensar en un contexto similar al de los primeros años del régimen de Felipe Calderón, cuando el tabasqueño lo persiguió con sus huestes por todo el país e intentó sabotear sistemática y tercamente todos sus los actos del Presidente al que le endilgó para siempre el mote de espurio dentro y fuera del país.
Dentro del Congreso –diputados y Senado–, saboteó todas las iniciativas y propuestas de Calderón y logró echarlo fuera de ese poder.
Los encontronazos fueron constantes entre los legisladores del PRD y el PAN.
VA VS. MANCERA
En esta estrategia camino a Los Pinos, AMLO tiene un apartado especial contra Miguel Ángel Mancera, jefe de gobierno del DF.
La estrategia contra Mancera incluye cortar recursos para los proyectos de la Ciudad de la Salud o la Ciudad Administrativa, así como el doble hoy no circula sabatino.
La obviedad nos dice que AMLO intentará desde ya anular o debilitar al máximo con este tipo de acciones y lo que se le ocurra –y vaya que es ingeniosito para armar broncas–, la candidatura de Mancera por parte del PRD y otros partidos de la llamada izquierda.
En la medida que Mancera disminuya sus posibilidades él asegura el incremento de las suyas.
APUNTADÍSIMO
Con partido político registrado, con quizá con un subsidio garantizado por sobre los 300-400 millones de pesos para cada año de aquí al 2018, con un liderazgo político que no se basa en la afiliación ciudadana a un programa o a un proyecto de gobierno sino al más fuerte y puro fanatismo, sin mayores aspiraciones que ser Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador ya tiene definidos, como lo hemos explicado, sus dos nuevos escenarios de combate: la Asamblea del DF y el Congreso de la Unión.
Así, mientras él sigue recorriendo el país pueblo por pueblo, con el acceso garantizado a los medios de comunicación masivos –Radio y TV– por la vía del INE, el de Tepetitán, Tabasco, ha superado las consecuencias del infarto y su ingreso a la tercera edad, y se prepara para dar la gran batalla de su vida: llegar ahora sí, en los comicios presidenciales de 2018, a Los Pinos.
Para ello cuenta con una base nada despreciable: 5 delegados del DF – y con ello el manejo de los multimillonarios presupuestos de las delegaciones Cuauhtémoc, Tlalpan, Aztapotzalco, Xochimilco y Tláhuac–; 22 asambleístas que forman el grupo mayoritario en ese órgano legislativo; 35 diputados federales y quizá unos 5 o 6 senadores.
Insuficientes para ganar ninguna votación, pero bastantes para armar la bulla y el paro.
Sin embargo, no hay que olvidarlo ni menospreciarlo: su mayor activo es su propio nombre, experiencia, legado y ambición sin límites, absolutamente probada a lo largo de ¿cuántos ya?, 33 años, desde que en 1983 su entonces jefe el gobernador Enrique González Pedrero lo hizo presidente del PRI en su estado y él intentó establecer un sistema de control, vigilancia y juicio sumario de acaldes.
La primera de sus revoluciones morales. Fue también uno de sus primeros fracasos.
Regresó a la política de la mano de Graco Ramírez para ser candidato en 1988-89 por primera vez a la gubernatura de Tabasco, ahora por el Frente Democrático integrado por Cuauhtémoc Cárdenas.
AMLO fue derrotado por el priísta Salvador Neme Castillo, y éste fue el conejillo de indias con el cual AMLO probó por primera vez lo que se convertiría en su principal método de lucha: el movimiento de resistencia con denuncia popular, la marcha multitudinaria hacia la ciudad de México para realizar la toma y el plantón en el Zócalo.
Ya verán Peña Nieto, Mancera y todos nosotros de nuevo lo que es eso. López Obrador reloaded (recargado) dirían los chavos.