Mal tiempo
¬ Augusto Corro viernes 5, Jun 2015Punto por punto
Augusto Corro
Ya tenemos encima la temporada de huracanes con todas las desgracias que acarrean en algunas ocasiones, ayudados por los errores de los humanos, principalmente de las autoridades.
El asunto viene a colación porque ya se formó la primera depresión tropical en el océano Pacífico que podría convertirse en huracán, hoy viernes.
Ojalá y este año, las autoridades estatales se pongan las pilas para contrarrestar los efectos devastadores de los fenómenos meteorológicos, como ocurrió en Tabasco, Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Baja California Sur, etc.
Aunque será difícil lograrlo porque los más afectados por las lluvias siempre son los habitantes de las regiones más pobres de nuestro territorio. Y esas zonas miserables abundan en nuestro país.
A esa condición de miserables, debe agregarse la ineptitud de los gobernadores que una vez registrados los daños, se concretan a estirar la mano para recibir la ayuda para los damnificados.
Se tiene comprobado que las autoridades cometieron errores en años anteriores al no prevenir el paso de los huracanes en sus entidades.
Y como no se sabe de medidas preventivas para esta temporada, lo más lógico es que la población vuelva a sufrir los embates de la naturaleza.
En Guerrero, una de las mayores tragedias por el paso del huracán obedeció a que las autoridades no avisaron a tiempo para tomar las medidas preventivas.
La temporada de 2014 fue la más activa desde 1992, con 20 tormentas registradas, de las cuales 14 se convirtieron en huracanes.
De acuerdo con la información oficial, en el Pacífico se espera la formación de 19 ciclones en sus diferentes categorías. (Cuatro serían huracanes intensos).
En el Atlántico se espera una actividad con 7 ciclones tropicales. (Tres alcanzarían la categoría de huracán).
Todo el mundo advertido de los fenómenos mencionados, principalmente las gobiernos estatales, deberá empeñarse en amortiguar y prevenir las agresiones de la naturaleza, que afecta, generalmente, a gente escasos recursos económicos, que vive en las orillas de los ríos o en zonas de alto riesgo.
Es necesario pues, tomar las medidas preventivas a tiempo para salvaguardar la vida de las personas y evitar el sufrimiento de los damnificados.
Las marchas capitalinas
En la semana que termina en el Distrito Federal fue pródiga en marchas.
Todo mundo sabe de quienes se trata: maestros de Guerrero, Oaxaca, Michoacán, etc., padres de los alumnos desaparecidos de Ayotzinapa, campesinos guanajuatenses, militantes de Antorcha Campesina, y más.
Sin ningún respeto a las leyes elementales, los manifestantes cierran, bloquean y taponan las principales avenidas de acuerdo a sus deseos e inquietudes.
No se encuentra en duda si tienen razón o no para manifestarse. Lo que llama una y otra vez la atención, es la nula o poca atención de los gobiernos regionales para solucionar los problemas que se generan en sus estados.
¿Qué hace, por ejemplo, el gobernador de Oaxaca para evitar que los maestros se trasladen a la capital para ser atendidos por las autoridades? Se supone que el mandatario estatal tiene la capacidad para resolver los conflictos locales. Pero no ocurre así.
El gobernador de Guerrero, Michoacán, Guanajuato, etc., prefieren que los manifestantes se alejen de sus estados, porque es más fácil echarle la pelota a las autoridades del centro. Aquí en la capital, ya se ve como una costumbre el desfile de inconformes, con las vías de tránsito obstaculizadas, continuamente, sin la esperanza de que los conflictos terminen.
Claro, los gobernadores descansan de las manifestaciones, porque los maestros, campesinos, etc., se quejan de las injusticias muy lejos del poder local, de los gobernantes ausentes, dedicados exclusivamente a enriquecerse.
Perfiles asesinos
Ni con cadena perpetua pagarían los asesinos su deuda a la sociedad. Con el florecimiento de la narcodelincuencia, en México ocurrieron los peores crímenes.
Sus autores, los capos, verdaderos agentes del mal, aparecen como héroes en los corridos. Y en algunos casos hasta se declararan en huelga de hambre, como cualquier ciudadano, por el mal trato que reciben en las prisiones.
Esa oportunidad de protestar nunca se la dieron a sus víctimas. Ni tuvieron la más mínima compasión para el enemigo. Mientras más sanguinario el narco, mayores son las posibilidades de crecer en la banda.
La historia de Jesús Salas Aguayo “El Chuyín”, refleja la trayectoria de un delincuente enloquecido por la sangre.
Se trata de un sicario que regresó de la época de las cavernas. Su escenario fue Ciudad Juárez, Chihuahua, que en el 2010 competía con las principales capitales del crimen, debido al número de asesinatos.
En esa zona se desempeñaba “El Chuyín” como un sicario con la suficiente crueldad para ser tomado en cuenta por sus jefes.
A este delincuente se le acusa del atentado con coche-bomba que mató a dos federales y a dos médicos en una avenida de Ciudad Juárez. Así como la muerte de 16 personas en el bar El Colorado.
Las autoridades federales capturaron al maleante y ya se encuentra preso. ¿Serán suficientes las leyes mexicanas para castigar a ese multiasesino? Seguramente, aunque con la privación de su libertad no pagará su deuda de sangre que tiene con la sociedad.
Mexicanos, a la horca
Los hermanos Luis Alfonso, Simón y José Regino González Villarreal fueron sentenciados a morir en la horca. Un tribunal de Malasia los encontró culpables de los delitos de producción y tráfico de narcóticos hace siete años.
En esa ocasión, las autoridades malayas les decomisaron a Luis (47 años), Simón (39) y José Regino (37), originarios de Sinaloa, 29 kilos de mentafetamina, un alijo valorado en 15 millones de dólares.