¿Qué, a quién evaluarán las elecciones?
Roberto Vizcaíno lunes 1, Jun 2015Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- Hay sondeos que indican que Enrique Peña Nieto tendría mayoría parlamentaria absoluta, ¿entonces?
- El mandatario advierte que él no gobierna para cuidar o aumentar su popularidad
- De cualquier forma, habrá que esperar los resultados del voto ciudadano en las urnas
Una de las principales máximas de la vida es que no hay plazo que no se cumpla. El correr del tiempo hace que todo llegue.
El tiempo, plazo de las elecciones del 7 de junio de este 2015 ya se cumplió. Y quienes saben de operación electoral afirman que a estas alturas del proceso es difícil que cambien las tendencias del voto.
Ya prácticamente, quienes irán a las urnas, saben por quiénes van a sufragar.
La norma indica sin embargo, que este miércoles se deberán parar todas las promociones públicas, mediáticas de los 10 partidos y sus miles de candidatos.
Será el espacio a la última reflexión ciudadana.
Y el próximo domingo, pese a apatías y hartazgos ciudadanos, a reclamos e inconformidades sociales, todas las encuestas indican que se presentarán a votar entre un 50 y 65 por ciento de los 83 millones de mexicanos inscritos en la Lista Nominal del INE.
De ese voto masivo saldrán 9 nuevos gobernadores, 500 nuevos diputados federales -300 de mayoría y 200 pluris-, 16 nuevos delegados en el DF, 64 nuevos asambleístas capitalinos, y 641 diputados locales y 993 nuevos alcaldes en 17 estados.
En este contexto no falta quienes consideran que las elecciones intermedias de cada sexenio presidencial en México son en realidad un referéndum para el mandatario en turno.
En ellas, se asegura, se premiará o castigarán los aciertos y fallos de la administración federal, lo cual ya incluye a quienes integran el gabinete.
Y en los casos de los comicios locales, al gobernador o alcalde. Otros ahora creen que estos comicios evaluarán al sistema de partidos, la calidad de la democracia mexicana y hay quienes aseguran que el voto será un referéndum para la reforma política más reciente.
PEÑA ACLARA
En lo que a él corresponde, de gira por Tlaxcala, el presidente Enrique Peña Nieto dijo al inicio de esta contienda electoral que las críticas sin fundamento, los ataques malintencionados, las exigencias de ciertos grupos hacia su gestión y las críticas a sus dislates, no le quitaban ni el sueño ni alteraban su apetito.
“Yo estoy entregado realmente a servir y a cumplir los objetivos que trazamos para México… no hemos hecho un esfuerzo por trabajar para la popularidad, sino por abatir el rezago, la pobreza, la desigualdad; y lograr que México pueda crecer económicamente….
“No trabajo ni dedico el empeño a colocarme medallitas, ni a tener logros personales. Son logros que quiero tenga toda la nación y a ello estoy dedicado”, respondió entonces.
Los sondeos revelan que los resultados del próximo domingo serán positivos para Peña Nieto. Hay encuestadoras que advierten que se podría presentar un escenario que suponía absolutamente superado desde 1997: que el Presidente de la República en turno tuviese una holgada mayoría en la Cámara de Diputados.
De consolidarse las tendencias de PRI y PVEM, los dos partidos aliados superarían los 260 diputados de entre los 500 que componen San Lázaro.
Ese simple hecho modificaría todos los parámetros de imagen, credibilidad y de negociación entre el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto y su partido -el PRI- con y frente a la oposición.
En los hechos el voto ciudadano estaría regresando el equilibrio del poder a los tiempos del presidencialismo con partido hegemónico que operó con mayorías priístas en Senado y Cámara de Diputados hasta la parte final del sexenio de Ernesto Zedillo.
En septiembre de 1997, con Porfirio Muñoz Ledo a la cabeza, la oposición que por primera vez era mayoría en el Congreso mexicano, declaró instalados los trabajos de la Cámara de Diputados.
Desde entonces no se había vuelto a dar la perspectiva de que el PRI y el Presidente de la República surgido de este partido pudieran volver a tener mayoría absoluta en San Lázaro.
En este caso la mayoría se compondría con quizá unos 210 a 225 diputados del tricolor y unos 30 a 45 diputados del PVEM.
En esta perspectiva cuenta todo dicen los analistas, especialmente el hecho de que existe un presidente de la República muy competitivo; que este Presidente tenga como aliados a 22 de 32 gobernadores; a una mayoría de alcaldes y diputados locales, a un partido, el PRI, con amplios recursos financieros y sin conflictos internos y sobre todo a opositores muy divididos y con grandes márgenes de rechazo entre los ciudadanos. Los porcentajes de quienes no votarían por ellos son muy altos.
Es por eso que hay sondeos que indican que el PRI tendría ya casi asegurados más de dos terceras partes de los 300 distritos de mayoría y porcentajes de votación que podrían llegar del 35 a más del 40 por ciento de una participación que quizá sume el 55 a 65 por ciento del Listado Nominal que asciende a los casi 83 millones de mexicanos.
El PVEM, pese a las multas del INE y una fuerte campaña en su contra, se ha consolidado en varios estados del país y muy especialmente en los 11 distritos federales de Chiapas con lo cual podría llevarse en términos generales unos 40 diputados federales –entre los de mayoría y pluris- para convertirse en la cuarta fuerza dentro de San Lázaro luego de las bancadas del PRI, PAN y PRD, en ese orden.
En todo este contexto es central la alianza de poder, de gobierno y legislativa construida prácticamente sin fisuras durante los últimos 10 años por PRI y PVEM.
Eso supondría que el presidente Enrique Peña Nieto tendría una base legislativa esencial para reorientar y readecuar sus reformas y sobre todo para sacar adelante los presupuestos para cumplir con sus programas en los años 2016, 2017 y 2018, pero sobre todo para aprobar los que se ejerzan en esos mismos años.
Sin duda este escenario influiría sustancialmente en la decisión que deberá tomar Peña Nieto respecto de su sucesión.
No es lo mismo estar al frente de un gobierno débil que de uno fuerte. De un gobierno que tenga que estar dando concesiones a sus opositores a otro donde se marquen los límites a esa oposición, muchas de las veces abusiva y depredadora.
¿TAMBIÉN LOS GOBERNADORES?
Este escenario podría ampliarse al caso de las 9 gubernaturas en juego: a saber Baja California Sur, Sonora, San Luis Potosí, Colima, Michoacán, Guerrero, Nuevo León, Querétaro y Campeche.
En todas ellas los candidatos del PRI son el factor competitivo.
En prácticamente todos, los aspirantes del tricolor podrían ganar.
El tema es el de qué pasaría si los candidatos del PRI ganaran en Michoacán y Guerrero.
De ser así, Ascensión Orihuela y Héctor Astudillo se habrían sacado lo que se conoce como “la rifa del tigre” debido a que ambas entidades representan en este momento quizá los mayores conflictos de gobernabilidad en todo el país.
En Sonora la priísta Sara Pavlovich mantiene una competencia muy cerrada frente al panista Javier Gándara que apunta a un presumible triunfo que recuperaría ese estado para el tricolor, luego de la desastrosa y muy corrupta administración del panista Guillermo Padrés.
Los que podrían quedar como compensación para el PAN son Colima -donde la contienda al parecer ya se inclinó a favor del blanquiazul Jorge Luis Preciado-, así como San Luis Potosí y Querétaro.
Las encuestas advierten que el PAN saldría de estos comicios con más diputados que en la saliente legislatura lo cual, sumado a la recuperación de dos o tres gubernaturas, dejaría un sabor de triunfo en las filas de Gustavo Madero.
Las tendencias indican claramente que fuera del DF el PRD logrará consolidar su posición de tercera fuerza política nacional mientras que en la capital del país la contienda entre PRD y AMLO-Morena será encarnizada y se reflejará sobre todo en una nueva composición de la Asamblea Legislativa.
El resumen indica que, de ratificarse estas tendencias o de aumentar en beneficio del PRI y el PVEM, quien celebraría los resultados últimos de este proceso con la botella más cara de champagne sería el presidente Enrique Peña Nieto, su círculo cercano y la cúpula de su partido.
El voto estaría creando para ellos un escenario formidable de control, autoridad y buena imagen.
Una mayoría parlamentaria PRI-PVEM alcanzada por el voto ciudadano sería un insospechado referéndum a favor del mexiquense, quien durante los pasados 10 meses ha vivido uno de los peores embates mediáticos y de credibilidad nunca antes sufrido por otro mandatario priísta.
Pero hoy todos son proyecciones… habrá que esperar lo que decidan en las urnas los mexicanos el próximo domingo.