Impotencia y barbarie
¬ Augusto Corro miércoles 20, May 2015Punto por punto
Augusto Corro
Un jurado texano decidió eximir de cargos a un agente de la policía que disparó y mató a un inmigrante mexicano desarmado.
El hecho se registró el 20 de febrero pasado, cuando Rubén García Villalpando, de 31 años de edad, fue muerto a tiros por el policía Robert William Clark.
Con las manos en alto, sin ninguna arma, se acercó al uniformado quien accionó su pistola: García Villalpando recibió dos balazos en el pecho, momentos después de que el uniformado le ordenara que regresara a su coche.
Claro, esa acción del patrullero reflejó la brutalidad de la policía estadounidense contra las minorías sociales en Estados Unidos.
¿Acaso el patrullero no podía optar por otra manera de someter al mexicano, sin usar la llamada fuerza letal?
La intensión del patrullero fue hacerse justicia con sus propios medios. Lo logró. El abuso de su fuerza fue avalado por el jurado texano.
Como no hubo justicia, en este crimen, los demás policías estadounidenses, como ya ocurrió muchas veces, no se detendrán para matar a inmigrantes desarmados, de frente o por la espalda.
Así pues, a principio de semana, el jurado texano, seguramente lleno de racistas, perdonó la acción criminal del patrullero Roberto William Clark.
Ante la impunidad y la barbarie de la policía estadounidense, lo más lógico es que agresiones como la de García Villalpando se repitan.
La protesta de las autoridades de Relaciones Exteriores, como en casos anteriores fue tibia. Se concretó en exigir la revisión del uso de la fuerza letal por parte de los representantes de la ley en EU.
RELACIONES PELIGROSAS
De la contienda electoral solo nos quedará el recuerdo de las acusaciones, algunas graves, que se lanzaron los candidatos.
Se conoció la ambición de los coleccionistas de casas, de relojes, de políticos relacionados con la delincuencia organizada, principalmente salió a relucir el enriquecimiento inexplicable de quienes disfrutan los beneficios de la “grilla”.
Los ciudadanos de a pie únicamente recordaremos esas acusaciones que pasarán al baúl de los recuerdos, porque ningún político será investigado por cometer delito alguno.
Los temas delincuenciales se tratarán, como ocurrió siempre, sin mayor interés. Los acusados no serán afectados; al contrario, estarán orgullosos de llegar a cargos de elección popular, con una carga oprobiosa y nada más.
Porque está visto que los familiares de los políticos difícilmente son alcanzados por el brazo de la justicia, no importa el partido al que pertenezcan.
Tratamos el tema de las relaciones peligrosas, porque se repite la historia del funcionario público que tiene a un pariente amigo o socio de delincuentes.
Tal es el caso de Alejandro Domínguez Servién, hermano del senador Francisco Domínguez Servien, candidato panista a la gubernatura de Querétaro.
En el portal del diario Reforma, se exhibió un video en el que aparece Alejandro al lado de César Gastelúm Serrano, socio de Ismael “El Mayo Zambada”, mientras ingieren bebidas alcohólicas en un centro nocturno en Cancún, Quintana Roo.
¿Esa relación del hermano del candidato panista y el Gastelúm Serrano, detenido por la policía, afectará la imagen del político? Suponemos que no. Ya en Michoacán, Rodrigo Vallejo el hijo del ex gobernador priísta Fausto Vallejo andaba en malos pasos con Servando Gómez Martínez, “La Tuta”, líder templario, y no pasó nada. El junior fue enviado a prisión, pero luego fue liberado.
LOS CAVERNÍCOLAS
Los fanáticos del “Atlas” molestos por la derrota de su equipo agredieron a los seguidores e intentaron ingresar masivamente al campo de juego para manifestar su protesta. Se armó un zafarrancho con nueve lesionados. Las autoridades clausuraron el estadio Jalisco.
No es la primera vez que ocurre una bronca derivada de un encuentro de futbol soccer; aunque sí es necesario evitar que vuelva a ocurrir. Es de suponerse que en México las porras, barras, etc., no alcanzan el grado de agresividad que en otros países.
Por ejemplo, en Argentina, las denominadas barras fueron acusadas de mantener vínculos con la delincuencia organizada. Recientemente, en un acto reprobable, los hinchas del equipo Boca Juniors arrojaron gas pimienta a los jugadores del River Plate, el mundo conoció el salvajismo de los aficionados.
El fanatismo futbolístico debe ser atendido y encausado para que no se registren nuevos actos violentos en los estadios; para lograrlo se necesitan reglamentos severos para una mejor convivencia en esos lugares donde fácilmente se encienden los estados de ánimo.
Obviamente se requiere una mayor vigilancia. También concientizar a los hinchas de que se trata de un encuentro de futbol, de algo que nos brinda diversión, no angustia, ni miedo a las respuestas ofensivas o agresivas de los cavernícolas.
Considero que aún estamos a tiempo evitar tragedias en los estadios e impedir que se conviertan en nidos de delincuentes.