El regreso de Vázquez Mota
¬ Augusto Corro martes 28, Abr 2015Punto por punto
Augusto Corro
El Partido Acción Nacional (PAN) abandonó su plataforma política, principios y tal vez hasta su ideología.
Sus campañas rumbo a las elecciones del próximo 7 de junio son pobres, insulsas y ramplonas, por decir lo menos.
Aquella enjundia panista desapareció hace varios sexenios. Fue Vicente Fox el último en ganar una elección con la línea política del blanquiazul. Aunque despilfarró su capital político, el guanajuatense alcanzó a enarbolar las banderas del triunfo bajo la sombra del PAN.
Después, el propio Fox apoyó, con toda la fuerza del gobierno, el fraude electoral con el que Felipe Calderón Hinojosa se trepó a la silla presidencial.
En Acción Nacional se acentuó la lucha por el poder interno y los blanquiazules vivieron momentos difíciles de divisionismo.
La pugna entre los grupos continúa. Uno de estos se encuentra encabezado por Gustavo Madero y el otro por el ex presidente Felipe Calderón Hinojosa.
Sin embargo, los blanquiazules optaron por hacer a un lado sus conflictos para después de las elecciones de junio, una vez que realicen un balance de sus triunfos y derrotas.
En la última campaña electoral para llegar a Los Pinos, Acción Nacional empezó a exhibir su pobreza política. En años recientes, los escándalos de la dirigencia política se incrementaron.
Josefina Vázquez Mota compitió para llegar a Los Pinos. No lo logró y su partido cayó al tercer lugar detrás del PRI y del PRD. Ella se alejó del partido y perdió al electorado que la apoyó en su campaña; pero ya regresó.
La ex candidata presidencial optó por su reactivación política. Apareció en algunas reuniones sin mensajes nuevos. Es la misma Vázquez Mota vacía de ideología y principios, llena de frivolidad.
Por ejemplo, en Guanajuato decidió colgarse del escándalo de la niña Alondra Luna Núñez, (adolescente que fue llevada a Estados Unidos porque una señora la reclamaba como su hija) para buscar adeptos para los aspirantes panistas a cargos de elección popular.
La ex aspirante presidencial aprovechó la oportunidad del momento para anunciar la posibilidad de escribir un libro sobre lo que le ocurrió a Alondra Luna Núñez, y las ganancias regalarlas a organizaciones que busquen fortalecer el sistema de justicia del país.
La panista también se comprometió a pagar los gastos de la fiesta de quinceaños de la adolescente el próximo mes de agosto.
La actitud de Vázquez Mota evidenció el oportunismo y la falta de mensaje político. Claro, este problema no es exclusivo de Acción Nacional. Los demás partidos políticos poco o nada ofrecen al electorado.
De no ser por los escándalos de los políticos y su enriquecimiento ilícito, como el caso del gobernador de Sonora, Guillermo Padrés; o los conflictos en Tamaulipas, Guerrero y Michoacán, las campañas políticas ni siquiera se notarían.
En ese escenario de pobreza ideológica reapareció Vázquez Mota pero sin brújula política. Perdida en el mar de la demagogia como el resto de sus colegas.
LA PENA DE MUERTE
En Malasia tres mexicanos fueron sentenciados a morir en la horca luego de enjuiciarlos por delitos relacionados con la producción y tráfico de drogas.
Luis Alfonso, Simón y José Regino González Villanueva, originarios de Sinaloa, solicitarían el indulto al sultán como último recurso.
Como señalé en otra entrega, la sentencia mortal no se llevará a cabo inmediatamente, sino hasta de dos años o más.
La cuestión del tema estriba en el punto de vista sobre la pena de muerte. ¿Debe aplicarse o no a los seres humanos?
Porque en aquel país oriental, la aplicación de las leyes tienen como fin preservar la convivencia en paz, a costa de los castigos considerados en el catálogo del salvajismo.
Supongo que las autoridades de Malasia consideran que la pena máxima aplicada a los delincuentes, a pesar de ir contra los derechos humanos, es necesaria para mantener la armonía. Es lo correcto.
Creo que no. El derecho a la vida debería permanecer intocable. Cualquier autoridad está obligada a proteger a los seres humanos, en cualquier parte del mundo.
No ocurre así. Simplemente aquí en México, los hechos delincuenciales son el pan de cada día.
Crecen en número y las acciones se nota la barbarie y el salvajismo de los asesinos. Las víctimas son secuestradas, torturadas, desaparecidas, decapitadas, etc., en una competencia de horrores.
En nuestro país, la espiral de violencia continúa a pesar de la captura de los capos que no le temen a la ley. Saben que a pesar de la gravedad de sus delitos, el castigo que les espera es la privación de la libertad: la cárcel. Ninguna pena que vaya contra sus vidas, como ellos lo hicieron al asesinar a sus adversarios.
La aplicación de la pena de muerte en sus diferentes modalidades siempre será tema de discusión. ¿Usted qué opina amable lector?