Trastornos emocionales
Francisco Rodríguez lunes 20, Abr 2015Índice político
Francisco Rodríguez
Hace unos cuantos años se descubrieron, en reputados centros de investigación psiquiátrica de prestigiadas universidades de varios continentes, los rasgos sorprendentes de la personalidad psicológica borderline.
Es verdaderamente fascinante para un observador tropical asomarse a las características que los científicos de la conducta han encontrado como típicas de una persona que sufre esta clase de trastorno emocional, que algunos creen pasajero.
Y vale la pena, además, porque en nuestro entorno político, empresarial, social y hasta delincuencial hay varios personajes con tales síntomas.
Aunque los estudios sobre la sintomatología los había iniciado el Dr. Hugues en 1883, en Nueva York, es hasta 1980 —hace 35 años, que en términos científicos, apenas es ayer— que la Asociación Norteamericana de Psicología aceptó los perfiles básicos de la enfermedad.
Fue reconocida como Trastorno Límite de la Personalidad, clasificada como DSM-IV 301.83, inestabilidad del sentido de identidad y trastorno del dominio emocional y de la personalidad propia del paciente.
Los pacientes puntúan muy alto en factores como extraversión, estabilidad emocional y en los trastornos antisocial, narcisista y sádico, según la investigación del brasileño Vicente E. Caballo sobre “riesgos de la personalidad”, llevada a cabo hace tres años.
”No puedo soportar la frustración que siento cuando necesito algo de alguien y no puedo conseguirlo. Debo hacer algo para deshacerme de esta frustración”, fue una respuesta concurrente de los 545 entrevistados.
Entre los investigadores, como Caballo, que participaron en esta serie de protocolos de investigación, se juzga muy importante que las sociedades deban estar preparadas para “torear” con gente que ya están en brazos del padecimiento. Veamos.
El dolor, la ira y la confusión son recurrentes entre los pacientes. Nunca saben cómo se van a sentir el minuto siguiente. Ante el sentimiento de incomprensión que padecen, absolutamente nada les da placer.
La constante inseguridad interna y las actitudes de poner a prueba el entorno de manera incesante, reflejan una angustia terrible por la pérdida de algún objeto vital. Posiblemente se deba a algún abuso temprano sufrido a manos de personas violentas y despiadadas.
Es frecuente que sufran apegos intensos, pero tormentosos, con personas a quienes idealizan mediante admiración y amor, pero esos mismos sentimientos pueden tornarse de repente en descalificación y desprecio, enojo y disgusto.
Sus relaciones interpersonales son intensas e inestables. La manipulación y los cambios repentinos de actitud externa hacia todos los que los rodean, las presiden. Constantemente emiten su grito de guerra: “O estás conmigo o contra mí”.
Seguro que usted conoce a alguien así
Aunque es intolerante a la separación, el sujeto borderline tiende a hacer demandas irreales a los demás, pues los culpa de todas las causas de los fracasos, aunque él las haya ordenado. El borderline niega cualquier relación con lo fallido, así como haber cometido cualquier error.
Genera la sensación —en la comunidad que lo rodea— de constituir o prometer un éxito descomunal, pero como siente la incomprensión de los demás ante sus alcances, inmediatamente procede a defraudar a quienes confiaron en él. Por ello, muchas veces son extremadamente cautelosos o suspicaces y muchas otras, ingenuos extremos.
Una vez que se le detectó el gran fallo emocional, el borderline se aísla, sufre una especie pasajera de pánico escénico, para un poco más adelante abandonar su confinamiento y relanzarse con mayor empuje contra todo y contra todos los que le expresaron rechazo.
Son atraídos hacia grupos selectos de culto y admiración, por la aceptación incondicional que les ofrecen. En ellos se practica el exceso en todas las medidas, el gasto excesivo, la ostentación, la promiscuidad, abuso de sustancias, las actitudes extremas ante la vida.
La inestabilidad emocional del borderline es emblemática. Lo acosan cambios severos y frecuentes, entre su depresión, inestabilidad o ansiedad en días y en horas.
Su humor de base no es controlado, sino hiperactivo, incontenible, pesimista, cínico y deprimido. Pero con una condición neurológica: todo al mismo tiempo. Los sentimientos de vacío existencial se llenan con actos autodestructivos.
Las relaciones son decepcionantes. Campea el odio y el desprecio a sí mismo, por un pasado que le atormenta. Cambia de maníaco a depresivo más rápido que los bipolares. Mientras éstos pueden durar meses o años en sus estados anímicos, los borderline cambian en minutos o segundos.
Pero no todo se ha quedado en los meros protocolos de investigación archivados en anaqueles universitarios. Los científicos proponen medicamentos específicos para tratar el trastorno borderline: antidepresivos, antipsicóticos y ansiolíticos.
Por lo general, los tratamientos de shock consisten en lanzarlos hacia arriba y luego hacia abajo, para encontrar una línea promedio de estabilidad, que los contenga, mientras pueden ser tratados en terapias psiquiátricas profundas.
Los psicólogos se encuentran alarmados ante el rápido avance del padecimiento borderline: se ha encontrado que esta enfermedad ya es dos veces más frecuente que todos los tipos de bulimia, anorexia y esquizofrenia.
Ahora, hasta los comentócratas televisivos han aceptado que existe un gran sedimento de encono e indignidad social ante las conductas abusivas de los aparentemente “poderosos” sale a la luz este comentario en los corrillos periodísticos.
No es aleatorio, menos circunstancial, que experimentados políticos opinen encontrarse ante situaciones -límite de ejercicio del poder que, aunque se practicaban desde antes, hasta hoy adquieren notoriedad, por lo extremos de las actitudes, que oscilan entre el desprecio por los demás y la “inmunidad” ante la crítica social.