Desfachatez
Francisco Rodríguez viernes 10, Abr 2015Índice político
Francisco Rodríguez
Da lo mismo que sean pañales, refrescos embotellados o marihuana empaquetada, Vicente Fox se alquila para anunciar lo que sea. “The Seattle Times” dio la noticia que el ex presidente fue contratado hace tiempo en EU para promover una marca de “juanita” que “fabricaría Jamen Shively, un ex funcionario de empresa Microsoft.
De acuerdo a la información divulgada, Fox también promovería que buena parte de esa “mota”, envuelta al vacío en pequeños paquetes, fuera cultivada en el país. Mero justificante que investiría de altruismo y quizá hasta de institucionalidad a su muy cuestionable actitud de mercachifle. Vergüenza es una palabra que no existe en el vocabulario de “Chente”.
Bien que haya ex presidentes de Latinoamérica que, basados en estudios elaborados por expertos, promuevan la legalización de la marihuana, pero ninguno de ellos pensaría lucrar, como sí lo iba hacer el panista. Es, sin duda, un “comerciante. Su “changarro”, cerca de León, Guanajuato, igual funciona como academia o “instituto patrulla”, centro de exposiciones o de reuniones, que como cafetería, donde el principal atractivo es que Marta Sahagún es la anfitriona.
Pobre hasta antes del 2000 -Lino Korrodi le pagaba los gastos de su casa. Fox tiene una sola meta en lo que le queda de vida: llenarse los bolsillos, lo que inició durante su mandato, con incontables negocios en los que usaba a sus entenados, los Bribiesca.
¿Anunciar marihuana? Sí, claro, ¿de cuánto hablamos? Fox no se respeta. La dignidad que un ex mandatario debe guardar, le vale… o las miserias que vaya a cobrar por anunciar la venta de paquetitos de “yerba”. Ahora que, hablar de dignidad en los días que corren, es casi un anacronismo.
El concepto de la dignidad personal descansa sobre el respeto que nos podamos tener a nosotros mismos. A la dignidad habría que darle exactamente la misma importancia.
Por tal es que todo político debe tener una integridad reconocida y un comportamiento ético que le haga posible respetarse a sí mismo, asumiendo al mismo tiempo el compromiso de respetar a quienes actúan con la misma rectitud y valores éticos, aunque desde una perspectiva ideológica diferente. Pero, cuidado, no hay que confundir la reputación con la fama.
En un político realmente íntegro, con independencia de su ideología, la reputación no es sino la consecuencia de su dignidad, reconocida por sus semejantes o rivales.
A los políticos de reputación intachable se les respeta y admira sin importar su ideología. Como ejemplos válidos de este tipo de políticos valorados y respetados por todo el mundo me viene a la cabeza Arnoldo Martínez Verdugo.
Sin embargo, qué difícil resulta describir, explicar y definir con palabras lo que es la dignidad política. Es más fácil describirle los colores a un ciego o la música a un sordo que intentar que algunos políticos, como Vicente Fox, entiendan lo que es la dignidad y la ética.