Trasnacional
Francisco Rodríguez martes 31, Mar 2015Índice político
Francisco Rodríguez
En este espacio se ha denunciado a Walmart, no sólo por sus relaciones con funcionarios, no pocas entidades federativas e innumerables ayuntamientos —ahora motivo de escándalo—, por el trato que da a sus trabajadores, a los que eufemísticamente llama “asociados” para regatearles prestaciones y derechos.
Emplea Walmart su calidad de primera empleadora del país para pagar menos impuestos que el resto de los contribuyentes y paga magros salarios a sus miles de empleados. Sus cabilderos consiguieron “pasar” una iniciativa de ley que convirtió a sus cajas registradoras en sucursales bancarias.
Pero, ¿qué hay detrás de los supuestos “precios bajos, siempre” que ofrece la primera cadena de supermercados? La ya referida explotación de sus trabajadores, a quienes, para no crear vínculos laborales, llama “asociados”.
Walmart sorteó —gracias a la administración calderonista—, las denuncias de quienes laboran en su organización.
También los legítimos intentos que éstos vienen desplegando para crear un gremio sindical. Y sobre todo, los efectos del “boicot” que una franja de consumidores decretó en su contra, por su abierta intromisión en los comicios a favor del entonces candidato del PAN.
Los mensajes han sido claros: No hubo reparto de utilidades, dizque por la inversión en la apertura de nuevos negocios. “Háganle como quieran”, dijo en ese tiempo a los trabajadores un ejecutivo de la trasnacional.
Pero también, sospecho, ha habido mensajes subliminales “inyectados” a los cerebros de sus empleados, en los cuales se estaría amenazando a quienes, en sus palabras, “son revoltosos” o “no quieren a la empresa”, como si una relación laboral se basara en el cariño y no en el respeto a los mínimos derechos de quienes alquilan su fuerza de trabajo.
Hace tiempo, Walmart puso en marcha un “programa de capacitación” que consiste en la aprobación de tres módulos que corren en programas cibernéticos. La mecánica llama mucho la atención. Porque, en un cuarto oscuro, donde la única iluminación proviene del monitor de una PC, el trabajador es sometido a una serie de indicaciones durante un par de horas. No sale de esa habitación hasta que haya aprobado los referidos módulos.
Pueden pasar más de dos horas. Todo ello, es una verdadera tortura, que deja secuelas durante un buen lapso: cefaleas, adormecimiento de extremidades, náuseas…
Con razón, no pocos son quienes sospechan que en realidad son sometidos a una especie de “lavado de cerebro”, con imágenes cuya duración en el monitor puede ser de milisegundos y aún con el llamado “reverse subliminal speech”, con el que se transmiten órdenes al subconsciente.
Tal es, en efecto, un mensaje subliminal: un estímulo que diseñado para programar la mente humana a través de la percepción no consciente.
Y usted sabe que, en lenguaje llano, la mente tiene una suerte de dos niveles: el consciente y el inconsciente. Que la conciencia es capaz de analizar palabras, conceptos, colores, sabores, olores, etc., mientras que la subconsciencia es como una memoria que almacena información sin que nos demos cuenta.