Dos años
Ramón Zurita Sahagún lunes 30, Mar 2015De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
La apatía de los electores para concurrir a las urnas hace necesario un reajuste de los procesos electorales, para evitar que cada año los ciudadanos deban acudir a las urnas, por los distintos tipos de elección que se celebran en México.
Convertir a los procesos electorales en concurrentes es una buena idea sembrada en algunos estados que empieza a florecer.
Los ciudadanos muestran hartazgo y hastío por ir, incluso en un mismo año hasta dos veces a las urnas, por lo que compactar los comicios en paquetes es una extraordinaria idea.
Como ejemplos en Tabasco y Chiapas los ciudadanos tenían que acudir en el pasado reciente a la elección presidencial, normalmente en julio, para que unos meses después, octubre o noviembre ir nuevamente a las urnas para elegir a gobernador, Congreso y alcaldes.
Fue Chiapas el primero de esos dos estados que se decidió a juntar en un paquete los dos procesos, mientras que Tabasco lo hizo apenas en 2012, aunque el resultado en ambos casos no fue del agrado del partido tricolor que mantenía mayoría en los Congresos estatales, ya que en ambos casos perdió la elección para gobernador.
Otros estados que hicieron lo propio son tres de los nueve que van a procesos electorales conjuntos en este año, que incluso recortaron, mediante reformas constitucionales, los períodos de gobierno, para poder realizar elecciones concurrentes.
Baja California Sur, Guerrero y Michoacán son tres de las entidades que dejaron atrás los tiempos en que los ciudadanos tenían que concurrir a las urnas un año sí y otro no, para que lo hagan, en lo futuro, cada tres años, para renovar todos los cargos de elección popular.
Esos gobiernos fueron recortados a poco más de cuatro años, como ya había sucedido en Yucatán, con un período de cinco años.
Sin embargo, las cosas no resultaron tan afortunadas para los gobernados, ya que los casos de Guerrero y Michoacán, son ampliamente conocidos, donde se llegó al extremo de remover a los gobernantes, Ángel Aguirre Rivero y Fausto Vallejo Figueroa, respectivamente.
En Baja California Sur se corrió mejor suerte, ya que Marcos Alberto Covarrubias consiguió realizar un gobierno de cuatro años acorde a lo esperado por la ciudadanía.
Sucedió lo mismo con Ivonne Ortega Pacheco en Yucatán, ya que los cinco años de administración le merecieron elogios y hasta su incorporación como la segunda en el mando nacional de su partido (PRI).
Como ellos, otros estados van por esa misma vía, ya que Puebla y Veracruz, decidieron que sus próximos gobernantes sean elegidos por solamente dos años, como paso previo para hacer concurrentes sus procesos electorales para gobernador con el de Presidente de la República, senadores y diputados.
En cambio otras entidades como Oaxaca, Sinaloa, Tamaulipas, Quintana Roo, Durango, Zacatecas, Tlaxcala, Chihuahua, Nayarit, Coahuila, Baja California y alguno otro mantienen sus calendarios entre los procesos electorales federales.
Los casos de Puebla y Veracruz llaman la atención, ya que faltando cerca de un año para que se definan los nombres de los candidatos de cada partido, la efervescencia política se encuentra sumamente desatada.
Con los poblanos se tiene el ingrediente adicional de que el actual gobernador es uno de los principales prospectos de su partido (PAN) para competir por la candidatura presidencial.
Rafael Moreno Valle Rosas sabe que su aspiración puede ser cortada de tajo, en caso de que su partido pierda los siguientes comicios.
Por eso, se estudia la posibilidad de repetir el proceso que llevó a Moreno Valle al gobierno estatal, mediante una coalición entre los partidos de izquierda, teniendo como eje al de la derecha.
La relación entre PRD y PAN, en Puebla hace sentir dicha posibilidad, sobre todo tomando en cuenta que el secretario de Gobierno de Puebla, Luis Maldonado Venegas, ex presidente nacional del Partido Convergencia, transformado más tarde en Movimiento Ciudadano, fue inscrito (en lugar privilegiado) como candidato a diputado federal por el PRD.
Maldonado Venegas podría ser una buena opción para esa alianza entre derecha e izquierda, aunque el candidato natural es el panista Tony Gali, alcalde de la capital del estado.
Pero en Puebla los priístas quieren arrebatarle la administración estatal al panismo y con ello frenar la ascendente carrera de Moreno Valle.
Cartas fuertes no le faltan, aunque los roces entre la senadora Blanca Alcalá (la mejor posicionada) y los diputados Enrique Doger y Javier López Zavala, aunado al relanzamiento del candidato a diputado Jorge Estéfan, hacen que la temperatura política suba.
En Veracruz las cosas no son menos calientes, aunque Javier Duarte de Ochoa está lejos de ser considerado como prospecto presidencial. Los priístas tienen una baraja dividida en dos, los aspirantes cercanos al gobernador que son dos: Eric Lagos y Alberto Silva y los ajenos que son otros dos: los senadores José y Héctor Yunes.
De acuerdo con la experiencia y carreras políticas los favoritos son los dos senadores, mientras que Lagos y Silva apenas van por su primer cargo de elección popular a nivel federal, ya que son candidatos a diputados por esa entidad.
Los panistas tienen una baraja reducida a un solo apellido, Yunes. Donde los favoritos son dos del mismo nombre, padre e hijo.
Miguel Ángel Yunes Linares y Miguel Ángel Yunes Márquez, pretenden arrebatar uno de ellos una de las máximas coronas al partido tricolor, aunque sea por ese período emergente de dos años. La diferencia entre priístas y panistas es que los Yunes del blanquiazul se encuentran firmes y cohesionados, los Yunes del tricolor no lo están y menos con los otros grupos que pujan por la nominación.