Aristegui, una presencia insostenible
Roberto Vizcaíno viernes 13, Mar 2015Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- Ayer, luego de concluido su noticiario, la conductora sufrió el despido de dos de sus colaboradores
- Incapaz de entender su momento, derivó todo a un supuesto complot organizado en su contra
- La familia Vargas la colocó contra la pared del despido o la renuncia al emitir un segundo comunicado
La colaboración de la conductora Carmen Aristegui en MVS entró ayer en su recta final.
El segundo comunicado de la familia Vargas, dueña de la empresa –publicado a una plana en los principales diarios nacionales y retransmitido en las estaciones del Grupo–, fue todavía más contundente que el de antier. En este la familia Vargas dice:
“Que quede claro: La plataforma Méxicoleaks no es el problema…
– Es indebido comprometer a una empresa, sin tener facultades para ello.
– Disponer, sin autorización, de nuestros recursos y marcas es inadmisible.
– Cualquier plataforma ciudadana siempre será bienvenida.
“A LA OPINIÓN PÚBLICA:
“Por respeto a nuestra audiencia y a la sociedad, precisamos y reiteramos lo siguiente:
- La alianza entre algunos medios de comunicación y organismos de la sociedad civil, para lanzar la plataforma digital Méxicoleaks, merece todo nuestro respeto. La saludamos, como una iniciativa legítima de la sociedad y le damos la bienvenida como a cualquier otra plataforma
- Sin embargo, el que algunos de nuestros colaboradores comprometan y dispongan de recursos y marcas de la empresa para realizar alianzas, sin conocimiento y la autorización de la administración, es inaceptable.
- Las alianzas estratégicas de MVS Radio, las decide la administración de la empresa, no sus conductores o colaboradores. El problema, obedece y se limita a la disposición indebida de recursos, marcas y facultades de la empresa.
“Nada más, pero nada menos”, concluye.
La obviedad es definitiva: si Méxicoleaks no es el problema de MVS, entonces es Aristegui.
Y los problemas en una empresa, se resuelven con recortes, reorientaciones y despidos. Así de simple.
Por ello no fue sorpresa que MVS haya anunciado la tarde de ayer el despido por “pérdida de confianza” de Daniel Lizárraga, coordinador de la Unidad de Investigación del equipo de la conductora, junto con el reportero Irving Huerta.
Lizárraga y Huerta fueron quienes armaron el reportaje de la llamada Casa Blanca de Angélica Rivera, esposa del presidente Enrique Peña Nieto y del asunto sobre el supuesto caso de explotación de edecanes como sexoservidoras por el líder del PRI capitalino, el dirigente de los pepenadores de la basura, Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre.
Luego del despido realizado al término del noticiero de Aristegui, la conductora entró personalmente en negociaciones con sus abogados y los de la empresa para definir las acciones a seguir.
El diferendo de la familia Vargas, propietaria del Grupo MVS, con Aristegui inició anteayer luego de que la acusaron de abuso de confianza por negociar una alianza a nombre de MVS con otros medios y periodistas para lanzar la plataforma Mexicoleaks.
Incapaz de reconocer públicamente su error, sin la humildad para disculparse, Carmen Aristegui siguió el camino de su admirado amigo Andrés Manuel López Obrador: sugirió que detrás de la queja de la familia Vargas había otros personajes e intereses.
Con ello profundizó el diferendo.
Lo más que dijo la conductora fue lo siguiente:
“Nosotros hemos planteado que estamos a la espera de saber con mayor claridad de dónde viene una cosa con estas características y hemos dicho y lo reitero para despedirnos en esta transmisión de hoy: nosotros no queremos entrar en un pleito artificial, nosotros queremos seguir aquí, al aire; nosotros queremos seguir haciendo periodismo, información, comunicación para nuestras audiencias, n-o que-remos perder lo que hemos ganado como periodistas, como sociedad y creo que no tenemos derecho a renunciar a lo que hemos ganado en todo este tiempo y desde aquí, simplemente ratificamos nuestro compromiso profesional asumido con MVS asumido desde luego con nuestras audiencias y en este marco tan singular reiterar que nosotros queremos seguir haciendo nuestro trabajo y no perder como sociedad y como periodistas lo que hemos ganado… la fuerza que nos dan los radioescuchas, los ciudadanos, los twitteros los que se han manifestado a lo largo de todas estas horas para nosotros es fundamental… desde aquí gracias, gracias y gracias…”
El comentario deja en claro varios hechos esenciales:
1) No existe comunicación entre la familia Vargas y la conductora.
2) Aristegui no entiende que no ocupa un cargo de elección sino de ocupación laboral bajo contrato. Luego entonces el apoyo popular poco cuenta ante una decisión de empresa.
3) Induce –como siempre lo hace su admirado AMLO–, que hay un compló detrás de la irritación de la familia Vargas, a cuyos miembros coloca en el nivel de títeres al decir que está a la espera de “saber con mayor claridad de dónde viene una cosa con estas características”.
4) Y finalmente no considera este problema como grave, ya que dice que “no queremos entrar en un pleito artificial”.
Hasta anoche los indicadores señalaban que el conflicto no era para nada artificial y que el camino más viable era el de su despido… o el de quedar en tal posición frente a las acciones de la empresa, que la obliguen a renunciar, lo cual sería más vergonzoso.
CONCLUSIONES:
1) Quizá ante el primer spot de Los Vargas, ella debió admitir públicamente su error de haber involucrado indebidamente la marca MVS en su alianza con terceros para formar la plataforma Mexicoleaks. Pedir disculpas a veces genera mayor reconocimiento.
2) Al decirse sorprendida, evidenció que no entendió que no entiende.
3) Acudió a la exacerbación del síndrome del periodismo politizado, partidizado que afecta hoy a la labor de los profesionales y medios informativos en México. En este esquema cualquier crítica, cualquier comentario en contra se asume como un ataque. Quienes lo emiten automáticamente –como ocurre en el caso de López Obrador–, son calificados como vendidos a la mafia del poder o testaferros de Los Pinos.
4) A pesar de que los comunicados de los Vargas han sido por demás precisos en señalar que la familia considera que hubo abuso de confianza por parte de Aristegui y su equipo por usar la marca MVS en una alianza ciertamente inocua, la conductora, sus colaboradores y seguidores comenzaron de inmediato a hablar de un embate contra la libertad de expresión, de una acción-mordaza.
5) El tema central es que no hay violación a la libertad de expresión sino al derecho de marca de MVS.
6) Habría que ver si el tan cantado despido de Aristegui no produce una toma y plantón de Reforma o del Zócalo.
En fin, un asunto que se suma a los de otros comunicadores que perdieron piso y se creyeron intocables porque su rating sumaba muchos puntos.
Mal para el ejercicio periodístico real, de fondo, profesional, ya que hoy -dice el Nobel Vargas Llosa-, la labor informativa ha caído en el esquema del show, para convertirnos en una sociedad marcada por el espectáculo.
Aristegui arrastra duros cuestionamientos como informadora. Ya el periodista Marco Levario Turcot le documentó toda una serie de inconsistencias que lo llevaron a calificar el trabajo de la conductora como el de un periodismo de ficción.
Acostumbrada a convertir su espacio en radio en un tribunal de opinión sumario –al que jubilosos se suman otros opinadores (que no periodistas) como el historiador Lorenzo Meyer, Denise Dresser y Sergio Aguayo (quien es señalado desde hace años como agente de intereses estadounidenses)–, Aristegui nunca organizó una mesa de análisis sobre su propio trabajo.
Hubiera sido interesante que lo hiciera. Si logra sortear este trance, a lo mejor tiene tiempo de hacerlo. Ya veremos si escucha.