Tiempo de destapes y arrancones
Roberto Vizcaíno martes 27, Jul 2010Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
Así, cuando las proyecciones hierven y se habla de las posibilidades electorales más absurdas, es necesario parar y ver que faltan todavía 2 años y 4 meses para que concluya Calderón
Faltan precisamente dos años y cuatro meses para que concluya formalmente el sexenio de Felipe Calderón y aspirantes de todos los partidos ya se disputan y jalonean su silla.
Dadas las circunstancias y vistas las experiencias en otros países, hoy todo puede ser posible en México.
No hay nada amarrado para nadie, porque todo puede cambiar de un momento a otro.
Hay, sí, importantes preferencias ciudadanas y otros aspirantes ya muy vistos.
Dentro del PRI, la fuerza política predominante y de mayor antigüedad en México, pareciera que se ha decantado la nominación del gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto.
Los votos ciudadanos se han encargado de desbrozarle el camino al derrotar a Ulises Ruiz, en Oaxaca y a Mario Marín en Puebla. Sí, ya se que ninguno de ellos aspiraba a competirle la candidatura a su colega del Estado de México, pero sí a convertirse en un importante factor regional en el proceso interno de selección.
Mucho se habló todavía hace unos meses en la posibilidad de que estos dos personajes pudieran actuar a favor de un candidato del sureste para ser nominado a la presidencial del 2012. Bueno, hasta se decía que Ulises estaría enfilado a ser el próximo presidente del PRI.
¿Pero, quién sería tal personaje? Bueno, pues todos volteaban de inmediato a ver a Fidel Herrera, gobernador de Veracruz. Y él se dejaba querer. Recuerden ustedes cómo se vio Herrera al lado de Carlos Salinas en aquella tertulia del Café de la Parroquia y cuando el ex presidente les pidió a los veracruzanos: “compártanlo con nosotros”. Es obvio que se refería a que Fidel podría ser muy bien Presidente de la República.
En fin, la idea era posicionar a uno del sureste en esa pelea para ubicarlo en el nivel más alto. La intención era: si no llega a Los Pinos, a lo mejor a Bucareli sí. Y si tampoco se le hace eso, pues entonces podría ser el líder del los priístas en el Senado o la Cámara de Diputados. No menos que eso. Y de ahí hacia abajo el paraguas del poder cubre mucho espacio.
Pero Ulises y Marín fueron derrotados y Fidel salió muy apaleado el 4 de julio. Y su extinción política hizo crecer la figura y las perspectivas, pero también las responsabilidades, de Peña Nieto.
Manlio Fabio Beltrones, el contendiente en serio del mexiquense dentro del PRI, se ha encargado de autoexcluirse públicamente.
Y de Beatriz Paredes, a quien algunos consideran con méritos para entrarle a la competencia, pues ya ni se habla. La tlaxcalteca, afirman, antes que cualquier candidatura tiene que ser sometida a una operación cardiovascular para corregirle un problema grave, lo cual de entrada pues se contrapone a cualquier aspiración presidencial. Así las cosas irá, dicen, a coordinar a los diputados del PRI en San Lázaro mientras Francisco Rojas pasa a ser presidente de la Mesa Directiva en un intento por ubicarlo como el precandidato del DF a ser nominado para la gubernatura del Estado de México.
Rojas tiene en contra el hecho de que los mexiquenses no lo conocen y de que los candidatos a gobernador salen ahora del ámbito local. Si bien tiene el apoyo de Carlos Salinas, pues no lo tiene de Peña Nieto. A ver que dicen los abalorios finales.
Dentro de este contexto, en el tricolor no se ve otra alternativa que la ya por demás construida por Enrique Peña Nieto, contra quien ya apuntan las fuertes baterías del resto del contexto político, empezando por Felipe Calderón y siguiéndole de cerca Andrés Manuel López Obrador.
EL VACÍO PANISTA: En el ámbito del presidente Calderón se comenta que éste vive al filo del abismo. Y con él su partido: el PAN.
En el camino del ejercicio del poder ha tenido que tirar a prácticamente todos sus amigos y cercanos-preferidos.
Así se han quedado ya fuera de la construcción de un candidato panista a la Presidencia de la República desde Germán Martínez, Juan Camilo Mouriño, Juan Molinar Horcasitas, Javier Lozano y se le andan quemando las alas a Ernesto Cordero mientras que Alonso Lujambio no crece.
En las filas blanquiazules quienes sí suman y se fortalecen son el senador Santiago Creel y la diputada Josefina Vázquez Mota, ambos malqueridos por Calderón, y por supuesto por César Nava y el resto de la cúpula panista del momento.
Sea por lo que sea, ambos ahí la llevan. Y se construyen como opción presidencial dentro del PAN a pesar de que la soberbia del poder ha lanzado a Calderón a ordenarle a Nava la expulsión de Manuel Espino y otros como el gobernador de Aguascalientes.
La decisión podría costarle muy cara no sólo al Presidente de la República , sino a Acción Nacional en su conjunto, porque seguro que el coletazo del ala dura yunquista será del tamaño de la afrenta. Hay quienes desde dentro dicen que esa corriente podría representar el 30 por ciento de la estructura del PAN.
En ese contexto Creel se ha convertido en una especie de conciencia crítica del panismo y de una propuesta de gobierno hacia fuera.
Más prudente, Josefina Vázquez Mota juega sus cartas y aprovecha una rápida visita a Madrid, para dar una entrevista al poderoso diario El País en que deja en claro que sí quiere y puede ser la sucesora de Calderón en Los Pinos. Y que eso lo puede lograr bajo las siglas del PAN.
A la pregunta de, ¿qué hace falta para que México tenga una mujer en la presidencia?, responde:
“La presidencia no es una decisión de género…
“No es una cuestión de ser mujer u hombre… es saber quién tiene la mejor propuesta para el país.
“Los votantes son los que decidirán si el país está preparado, pero en México uno de cada cinco hogares es encabezado por una mujer. Existen más de 5 millones de mujeres que son jefas de familia. Nadie les fue a preguntar si estaban listas”, indicó.
Al buen entendedor…
LA IZQUIERDA, SIN FUTURO: En la tercera orilla del escenario político mexicano -que no ideológico-, dentro de los llamados partidos de izquierda, que no son más que un conjunto de membretes creados por los más increíbles intereses, la candidatura presidencial se debate entre dos personajes: Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard.
Hay quienes se han apuntado, como Carlos Navarrete, pero que en verdad ni él se la cree.
Ahí, la disputa está montada en la traición y en una gran ambición de poder de uno de los aspirantes, los de López Obrador, quien no reconoce ni posibilidades reales ni tiempos.
Bajo el argumento de que todas las instituciones están para servir a la mafia que le robó la presidencia en 2006, López Obrador no respeta ni reglas ni plazos legales.
Y ha decidido montarse en las siglas del PT y de Convergencia, cuyos líderes están felices de que lo haga porque ellos garantizarán su supervivencia y multiplicarán sus ingresos provenientes del IFE.
Como sea, López Obrador podría sumar quizá entre 6 a 8 o poco más millones de votos. Suficientes para llevar a un buen número de diputados a San Lázaro y de senadores a Xicoténcatl, pero no para llegar a Los Pinos.
Y eso es lo que les interesa a Alberto Anaya, propietario del PT y a Dante Delgado, dueño de Convergencia.
Al decidir lanzarse por segunda ocasión, López Obrador achica la bolsa de sufragios para Marcelo Ebrard, quien casi seguro que competirá bajo las siglas de lo que quede del PRD.
En tanto, Manuel Camacho rema contra la sinrazón lopezobradorista y contra el tiempo en busca de una nueva alianza que saque adelante a su protegido de siempre, Marcelo Ebrard.
Dentro de todo este contexto, hay quienes ven con simpatía una posible convergencia del PRD y el PAN a favor de la candidatura del jefe de gobierno capitalino.
Habrá que convencer, dicen, a Felipe Calderón de las bondades de esta alternativa.
Así, cuando las proyecciones hierven y se habla de las posibilidades electorales más absurdas, es necesario parar y ver que faltan todavía 2 años y 4 meses para que concluya Calderón.