¿Cuál será el límite?
¬ José Antonio López Sosa martes 27, Jul 2010Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
El caso del Centro de Readaptación Social en Gómez Palacio, Durango, revela los alcances que puede tener la situación de criminalidad y corrupción en nuestro país.
El hecho que internos puedan salir por las noches a perpetrar crímenes como presuntamente se ha dado a conocer pone en duda el sistema de readaptación social en el país entero. Las cárceles -comúnmente se ha dicho-se han convertido con el paso de los años de lugares de readaptación a universidades del crimen, probado está que desde algunas se llevan al cabo extorsiones telefónicas y se lideran a grupos criminales, sin embargo los hechos que vinculan a Gómez Palacio y su cárcel con los crímenes en Coahuila abren una nueva página dentro de la historia de nuestro país.
La mañana de ayer Lorenzo Meyer decía con sarcasmo en una mesa de análisis en Noticias MVS Radio, que pareciera el punto en que los criminales exhiben la corrupción del gobierno para proteger a unos y atacar a otros, esta expresión resulta tan certera y tan cruel que preocupa por mucho.
Me parece que no hay límites para la situación del país, desafortunadamente el gobierno federal insiste en una lucha frontal contra el crimen con resultados positivos y permanentes cuando cada día que pasa al parecer demuestra que no hemos tocado fondo, cada semana hay una tragedia que supera las demás y va agotándose el espacio en la memoria colectiva de los mexicanos para unirnos en un reclamo por justicia, son tantos los hechos y las corruptelas que no tenemos capacidad para ordenarlas una a una en nuestra conciencia.
Ser preso de día y sicario de noche resulta un hecho deleznable que me parece, es difícil que se repita en algún otro lugar del mundo que no sea Somalia o alguno de esos regímenes criminales. Ahora resulta que nuestros impuestos no sólo son para combatir erróneamente a criminales con una estrategia fallida sino también, para financiar parte de su actividad y ser parte de su motor.
Ahora sucede que la desconfianza del ciudadano sobre su autoridad llega al extremo cuando quien hace cumplir la justicia en un penal, colabora con actividades de un grupo criminal, uno de esos grupos a los que pretende erradicar readaptando a un número de ciudadanos, ¡qué cosa!, resulta aberrante nuestra realidad más allá de los partidos, las elecciones, las ideologías o los personajes. Nuestra realidad es peor cada día y lamentablemente no hay quien asuma una plena responsabilidad al respecto.
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