En la misma sintonía
Luis Muñoz viernes 6, Mar 2015Segunda vuelta
Luis Muñoz
Hace unos días, el presidente Enrique Peña Nieto dijo ante el Parlamento británico que la democracia en México está abriendo espacios a la transparencia y a la rendición de cuentas para cerrar el paso a la corrupción y la opacidad.
Y también aseguró que la democracia es el medio más eficaz para avanzar hacia la justicia social, y para crear las oportunidades que demandan y merecen los que menos tienen.
En síntesis: “La democracia es la mejor forma de enfrentar y superar los desafíos que tenemos como Nación”.
Ayer, más o menos en el mismo tono, el maestro Mauricio Farah Gebara, secretario general de la Cámara de Diputados, destacó que un Estado democrático es aquél donde la ciudadanía elige periódicamente a sus gobernantes; se garantiza el cumplimiento de la ley y se respetan cabalmente los derechos humanos.
Empero, el pero que nunca falta, para concretar los supuestos de dicho Estado se necesita de una sociedad participativa; una sociedad en la que los ciudadanos puedan allegarse de la información que les permita revisar las acciones llevadas a cabo por sus gobernantes.
Evidentemente, un Estado democrático y una sociedad participativa (hoy nos tenemos que conformar con una democracia representativa), precisan de transparencia, esto es, requieren hacer del conocimiento público las acciones de gobierno.
La transparencia, subrayó el maestro, les da a los ciudadanos los insumos elementales que les permitirán participar activamente en la vida democrática de su país. Esa es la idea.
Al final de su alocución, el presidente Peña Nieto destacó durante su gira a Londres, que los mexicanos, al igual que los británicos, “creemos en la democracia y en los derechos humanos; en la libertad económica y el progreso; en la justicia social y la conservación del medio ambiente”.
En tanto, Farath Gebara subrayó que los datos relacionados con el ejercicio de los recursos públicos son quizá la información más relevante en una sociedad democrática:
¿Cuánto se gastó en el combate a la pobreza? ¿Qué porcentaje de los impuestos se dedicó a la construcción de escuelas y hospitales? ¿Cuánto dinero de los contribuyentes se destina al pago de salarios de los servidores públicos? ¿A cuánto ascienden los recursos para combatir a la delincuencia?
Éstas son algunas de las preguntas elementales que se hacen los ciudadanos de una “democracia moderna como la mexicana”, dijo.
Pero dijo algo más: que un Estado democrático supone la existencia de un sistema de rendición de cuentas, un sistema que permita someter al escrutinio público las circunstancias, datos y sucesos que son de interés general y que por diversos motivos permanecen muchas veces en la opacidad.
La rendición de cuentas importa porque permite a los ciudadanos sancionar a aquellos gobernantes que se excedieron en el ejercicio de sus atribuciones.
MORENO ANDA DE “CAPA CAÍDA”
El diputado del PRI por el Estado de México, Isidro Moreno, está triste porque no se le hizo contender por la presidencia municipal de Ecatepec. Ya será para la otra…
En cambio, el senador Isaías González Cuevas, también del tricolor, aún le dura el coraje porque tampoco logró ser el candidato de su partido a la gubernatura de Baja California Sur. ¿Cómo no estar enojado, si de buenas a primeras le dijeron: tú no vas?
Resulta que el elegido del PRI fue, ni más ni menos, que Ricardo Barroso Agramont, líder estatal de su partido, senador y dos veces candidato a la gubernatura de Baja California Sur.
Agramont, para más señas, es un joven político de 28 años, que escaló posiciones en la política sudcaliforniana de la mano de la alcaldesa de La Paz, Esthela de Jesús Ponce Beltrán, quien, como diputada federal, lo apoyó para que fuera el dirigente del PRI en aquella entidad. Ni modo. Así es la política: A veces da y a veces quita.