Trayectoria sangrienta
¬ Augusto Corro viernes 6, Mar 2015Punto por punto
Augusto Corro
Si se tratara de premiar al peor de los delincuentes, Omar Treviño Morales, “El Z 42”, sería el ganador absoluto, pues se desempeñaba como líder de “Los Zetas”, una organización criminal sanguinaria. El destacaba por su salvajismo.
Detenido en la madrugada del miércoles en San Pedro Garza García, Nuevo León, el jefe de la organización criminal tendrá que responder por un sinnúmero de actos criminales, entre otros, la masacre de migrantes en San Fernando, Tamaulipas, así como el incendio del Casino Royale, en Monterrey, en el que perdieron la vida 52 personas.
Con la captura de Omar “El Z-42” podría decirse que la dinastía de los hermanos Treviño: José, Miguel Ángel y Omar Morales llegó a su fin. Miguel Angel cayó en poder de la policía el 15 de julio de 2013. Este capo suplió en el mando de la organización criminal a Heriberto Lazcano, “El Lazca”, quien fue abatido el 7 de diciembre de 2012.
José, el tercer hermano, y Miguel Ángel se encuentran en una cárcel de Estados Unidos.
“El Z 42”, considerado por el gobierno federal como un criminal extremadamente violento, es responsable de secuestros y asesinatos. Operaba en los estados de Zacatecas, Tamaulipas, Morelos y Nuevo León.
“Los Zetas” se distinguieron al irrumpir en el narco por el salvajismo de sus acciones; empezaron como guardaespaldas de capos y luego decidieron independizarse y se dedicaron al tráfico estupefacientes, de personas y armas, también a los secuestros, extorsiones y robo de hidrocarburos.
Por la captura de Omar, las autoridades mexicanas ofrecían 30 millones de pesos, en Estados Unidos 5 millones de dólares. Sin duda, el costo de las recompensas indicaba la peligrosidad de “El Z 42”.
Omar relajó su seguridad y le ocurrió lo mismo que a Servando Gómez Martínez “La Tuta”, su debilidad por las mujeres los llevaron a dar pistas de su ubicación. Ambos soltaban dinero para los gastos de sus parejas. Omar se empeñó en comprarle bolsas de mano de marcas exclusivas a su compañera. “La Tuta” hacía regalos caros a una de sus mujeres, por ejemplo un vehículo. Las autoridades siguieron las huellas del dinero que gastaban los capos y al final cayeron en las redes de la justicia.
“LAYÍN” NO TIENE JEFES
En este espacio le hablamos del abuso del presidente municipal, de San Blas, Nayarit, Hilario Ramírez Villanueva, “Layín” que en su fiesta de cumpleaños le levantó el vestido a la joven con la que bailaba ante cientos de personas.
Bueno, pues ese hecho, a todas luces deplorable, fue condenado por legisladoras de diferentes partidos políticos, quienes exigieron imponer una sanción ejemplar e inmediata al alcalde abusivo.
En la Cámara de Diputados, la congresista del PRI, Lourdes Quiñones Canales, demandó castigo a “Layín” por su comportamiento, “pues denigró al servicio público, abusó de sus funciones y violentó los principios constitucionales y legales a que debe sujetarse un servidor público”.
Por su parte, la perredista Martha Lucía Micher, presidenta de la Comisión de Igualdad y Género, en San Lázaro, apoyó el reclamo de su colega y exhortó a las diputadas de todos los partidos a unir sus voces contra el acto vergonzoso y discriminatorio del alcalde de San Blas.
En este espacio informamos sobre la conducta del alcalde, que dicho sea de paso, tiene una predilección natural hacia los escándalos. Anteriormente, se hizo famoso por reconocer que “robó poquito” durante su primera administración como alcalde de su pueblo, de extracción panista.
Se peleó con los blanquiazules y en la segunda ocasión participó como candidato independiente y ganó las elecciones.
Las demandas de castigo a “Layín” sonaron muy bien en el recinto parlamentario de San Lázaro, sólo que fueron palabras que el viento se llevó. ¿Quién le va a llamar la atención, por lo menos a ese político que escandaliza por cualquier cosa?
Suponemos que no tiene jefes. ¿El gobernador? ¿Alguna autoridad que escuchó las peticiones de las legisladoras? ¿Nadie?
Si bien es cierto que el caso de “Layín” no fue nada nuevo, cabe señalar que en México los políticos gozan de un fuero de protección entre ellos mismos, que es muy difícil llamarlos a cuentas.
Al alcalde de San Blas no le importó tanto el qué dirán de la sociedad mexicana, pues su interés mayor es el de superar el derroche de recursos económicos para su fiesta del próximo cumpleaños.
En el festejo mencionado “Layín” convocó a más de 10 mil personas y gastó alrededor de 15 millones de pesos en banda, birria y cervezas para todos los invitados.