Izquierda desmembrada
Ramón Zurita Sahagún miércoles 25, Feb 2015De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Como resultado de la polémica elección de 1988, los partidos de izquierda decidieron formar un frente común que permitiera, mediante la unidad, aspirar a contender por el poder político.
Ello provocó el nacimiento del PRD, un partido al que le cedió su registro el sólido Partido Mexicano Socialista, cuyo origen se remontaba al Partido Comunista y su antecedente era el Socialista Unificado de México.
Con el nacimiento del Partido de la Revolución Democrática, comunistas, socialistas, troskos, espartacos, cardenistas y demás sobrevivientes de grupos de izquierda se conjuntaron en un solo ente político, quedando el Partido Popular Socialista (eterno aliado del PRI) como la otra alternativa de izquierda.
Su primera prueba electoral fue en Michoacán, estado en donde un año antes la candidatura presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano fue suficiente para que se obtuvieran triunfos en 11 de los 12 distritos federales electorales y las dos senadurías de mayoría.
Un año después se esperaba el triunfo del nuevo partido de izquierda en la mayoría de los 113 ayuntamientos y los 18 distritos locales, pero no sucedió así.
Con todo en contra, porque el PRI desplegó una gran fuerza electoral y económica en la entidad y donde la distracción se dio con el primer triunfo de un gobernador de oposición al tricolor, sucedido en Baja California, la izquierda consiguió un gran número de ayuntamientos y seis de los 18 distritos de mayoría.
Bajo la presidencia de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, el PRD comenzó a avanzar en algunos estados del país, aunque no con la velocidad esperada, obteniendo pequeños triunfos y conformando una sólida bancada en la Cámara de Diputados y manteniendo sus cuatro escaños de mayoría en el Senado de la República.
Los comicios presidenciales de 1994 empujaron nuevamente la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, quien a pesar del reconocimiento a su liderazgo en la izquierda, ya no alcanzó el mismo respaldo que seis años antes y fue relegado al tercer lugar del proceso electoral, muy alejado del ganador Ernesto Zedillo Ponce de León y distante del segundo, Diego Fernández de Cevallos.
En el trance del sexenio 1994-2000, el perredismo alcanzó sus primeros triunfos importantes, mediante los gobiernos de Zacatecas, Baja California Sur y Tlaxcala y en 97 el del gobierno del Distrito Federal, con su figura más representativa, el propio Cárdenas Solórzano.
Fue en ese sexenio donde el PRD alcanzó una dimensión nunca vista. Andrés Manuel López Obrador surgió como el nuevo conductor del partido, ya que bajo su liderazgo se conquistaron los primeros triunfos, incluido el de Cuauhtémoc Cárdenas.
Sin embargo, Cárdenas Solórzano se empecinó en competir por tercera ocasión como candidato presidencial y provocó los primeros rompimientos, ya que Porfirio Muñoz Ledo quería ser candidato y al no serlo se prestó a la farsa de competir por el Auténtico de la Revolución Mexicana.
Como es ampliamente conocido, Cárdenas Solórzano fue enviado nuevamente al tercer lugar, ganó Vicente Fox Quesada y en segundo sitio se ubicó Francisco Labastida Ochoa, con lo que el PRI perdió la Presidencia de la República.
Fue en ese nuevo sexenio cuando ocurrió la peor debacle de la izquierda, ya que varios personajes fueron estigmatizados como parte de la peor corrupción en una administración de un gobierno.
Rosario Robles, dirigente nacional del partido, ex jefa de gobierno del Distrito Federal y personaje cercano al afecto de Cuauhtémoc Cárdenas, así como varios de sus principales operadores, como Carlos Imaz, al igual que René Bejarano Martínez, diputado local y ex secretario particular del entonces jefe de gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, fueron ejemplo de las corruptelas entre el empresario Carlos Ahumada y las autoridades capitalinas.
En ese período se enfriaron las relaciones entre las dos cabezas visibles de la izquierda, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Andrés Manuel López Obrador, por el empecinamiento de ambos en ser candidatos presidenciales.
Para entonces ya existían otros partidos de izquierda, sin que ninguno de ellos sobresaliera, aunque basaban su vigencia en las alianzas que mantenían con el PRD como eje central en los procesos electorales.
Otros aparecían y desaparecían con una frecuencia inusitada Fuerza Ciudadana, México Posible y otros más, eran quimeras que no penetraban en el ánimo ciudadano, ni conseguían los votos suficientes para subsistir.
Con todo y ello, 2006 representó la mejor opción para que la izquierda conquistara el poder, mediante la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador, quien quedó a medio punto porcentual del triunfo conseguido por Felipe Calderón Hinojosa, en una elección que hasta la fecha sigue considerada como la más polémica de la historia moderna de México.
El centralismo de los caciques de la izquierda y sus líderes morales comenzaron a hacer mella en la militancia que se mantenía vigente dentro de la izquierda con Andrés Manuel como conductor, aunque con Cárdenas Solórzano alejado.
Vino el rompimiento, con AMLO formando su propio partido (Morena) y compitiendo por vez primera como fuerza del PRD, en busca del fragmentado voto de la izquierda, mientras que en el partido del sol azteca, todo parece derrumbarse en la rebatinga de las candidaturas y en el alejamiento de algunos de sus militantes que como el propio Cárdenas, los senadores Mario Delgado y Alejandro Encinas, María Rojo, han renunciado al partido y otros como Marcelo Ebrard, que se alejaron al no ser designados candidatos.
PRD y Morena disputarán los votos de la izquierda, mientras que el PT y Movimiento Ciudadano padecerán la angustia de ver si les es posible alcanzar el rango del tres por ciento de los sufragios y con ello mantener el registro.