Los caminos del sur, sin lectura
Francisco Rodríguez lunes 16, Feb 2015Índice político
Francisco Rodríguez
Guerrero es un fiel reflejo de la República mexicana, que ha sentado sus reales desde que Felipe Calderón convirtió a este país en una fosa común y clandestina. Desde que se le ocurrió oficializar el crimen organizado, por una decisión de beodo.
Desde que se borraron los linderos entre las actividades embozadas y públicas del trasiego, se dio paso a la toma de la marquesina por un “tendido” escalofriante de asesinatos, vendettas, ajustes de cuentas, desaparecidos, cremados, extorsiones, secuestros a plena luz del día y violencia perenne.
En los estados el dinero circulante, el mercado del empleo, los precios de las cosechas, los términos del comercio, los destinos de la inversión pública, los resortes del poder, la jerarquía de la información, el control por la vía del terror cotidiano, lo manejan los narcotraficantes. No lo digo yo. Todos somos testigos presenciales.
En 2011, en busca del apoyo multicolor, dizque para disputarle a AMLO la candidatura presidencial del PRD, Marcelo Ebrard utilizó los impuestos de los capitalinos para incursionar en los estados. Hizo lo que quiso, en la más absoluta impunidad.
Lo mismo apoyó, con dinero del presupuesto del DF al cuestionado “Malova”, que al inútil Gabino Cué, que al quedabién Moreno Valle (Higa y el Museo del Barroco), o a José Rosas Aispuro, de Durango, colándose por los intersticios que dejaban las postulaciones oficiales de los partidos políticos.
Se dedicó a aprovechar las lagunas electorales para irse por las montañas de Ubeda, levantando y avituallando resentidos, bajo las siglas de coaliciones de “Los Chuchos” con el PAN, en lo que con razón se llamaron alianzas antinatura.
Así recogió en el camino a “El Gordo” Aguirre, en el 2011, resentido por haber sido desplazado de la candidatura a Guerrero del tricolor; naturalmente enfrentado a su primo Manuel Añorve.
Haciendo uso de todos los fondos financieros del DF, Marcelo operó la campaña y la elección de Aguirre hasta el límite de lo recomendable. Cientos de millones de pesos al servicio de la depredación y el desorden.
Muchos de los fondos de la Línea 12 del Metro, la “Línea del Amor”, llegaron así hasta Guerrero. Muchos de ellos a Iguala.
Gruesos flujos de recursos públicos, verdaderos ríos de dinero que eran manejados en la absoluta discrecionalidad por Héctor Serrano y Jesús Valencia (el chocón de Iztapalapa), por aquél entonces armados “caciquitos”. ¿Con cuánto se quedarían?
Maletas de dinero en efectivo que entregaban a Socorro Sofío Ramírez y a la parentela de Aguirre, hoy en las nóminas y en todos los bisnes mal acomodados, “inexplicablemente” (?). Cientos de “aviadores” y comisionados abocados a los trabajos de campo de “El Gordo” Aguirre.
A cambio, Aguirre se comprometió con Ebrard a infinidad de “negocios” de larga duración. Quedó en prenda la perredista guerrerense Beatriz Mojica, encargada de los asuntos turísticos y de “desarrollo social”, desde que Aguirre fue declarado gobernador electo.
La verdad, es que Añorve hizo una deslucida campaña priísta. Como burro sin mecate.
El murmullo en el puerto consistía en el rumor que se construyó y había dejado correr “El Gordo” Aguirre de que su candidatura estaba consensuada con el PRI..
Lo cierto es que Añorve fue derrotado y los grupos caciquiles, muchos de ellos controlados por El Chómpiras Figueroa, funcionaron el día de la elección, bajando de las montañas a una procesión de electores.
Personajes en busca de autor
Socorro Sofío Ramírez (así se llama), gatillero de Aguirre, fue electo senador de mayoría, no obstante la fama pública de estar involucrado en una bola de masacres y trastupijes en La Montaña. Los asuntos de la muerte del alcalde de Tlapa y del asesinato de Armando Chavarría, líder perredista del Congreso local, nunca fueron aclarados.
Luis Walton fue ungido alcalde de Acapulco. Capitán del negocio turístico, en mancuerna con Pedro Haces, administrador de los hoteleros. Todos se conformaron con su cuota de poder. “El Gordo” se quedó con la nómina del gobierno estatal y con la franquicia del partido amarillo, para hacer lo que quisiera. Lo que sucedió.
Así llegó José Luis Abarca a la presidencia municipal de Iguala, postulado por el PRD. Cierto, era un recomendado del secretario de Salud de Aguirre, Lázaro Mazón (dejado en el camino por la gubernatura), pero sin el apoyo de Aguirre, no hubiera sido ni regidor.
El mejor posicionado en las encuestas estatales, Luis Walton, en ese entonces encargado de Convergencia, aceptó la alcaldía de Acapulco, argumentando que la gubernatura de Guerrero del 2011 era para tres años y medio -los mismos que iba a ser munícipe- y que de allí podía ser postulado por la misma coalición para la de seis años.
El camino había quedado libre para el nefasto Aguirre, que a la fecha sigue controlando a la mayoría de la asamblea electiva del PRD en Guerrero, que se ha convertido en una de las razones de su inmunidad.