Salvajismo
¬ Augusto Corro lunes 16, Feb 2015Punto por punto
Augusto Corro
Tres policías asesinaron a un mexicano indefenso en Pasco, Washington.
Un testigo grabó la escena y subió el video a Internet. Se ve a Antonio Zambrano Montes, de 35 años, perseguido por los representantes de la ley que le vaciaron las cargas de sus pistolas.
Los hechos se registraron alrededor de las 5 de la tarde, el martes 10 de febrero.
Esa injusticia impactó a lo más profundo de la conciencia. ¿Cómo es posible actuar con tanta violencia contra un hombre que estaba desarmado y entregado a sus perseguidores con los brazos en alto?
Nada justificaba la muerte violenta de Antonio, originario del municipio de Aquila, Michoacán. Él, como miles de sus paisanos, buscaba mejorar sus condiciones de vida en el vecino país, en el que vivió los últimos 10 años.
Según los policías, la víctima arrojaba piedras a los vehículos en una de las avenidas de Pasco. Que este fue el motivo por el que acudieron al lugar.
¿Arrojar piedras era razón suficiente para que el mexicano cayera abatido por los balas de los policías cavernícolas?
El asesinato fue condenado por las autoridades mexicanas que deben exigir una investigación a fondo. Se trata de un hecho abominable que refleja el desprecio de los guardianes del orden contra las minorías latinas.
Algunos medios de información señalaron que Ryan Flanagan, uno de los uniformados implicados en la muerte de Antonio, tuvo una acusación por uso excesivo de la fuerza y racismo.
En el 2009 detuvo injustificadamente a una mujer latina de 30 años que presentó su queja a las autoridades de Pasco. Estas le dieron la razón a ella y la indemnizaron con 100 mil dólares.
De acuerdo con las estadísticas, en Estados Unidos desde 2006 a la fecha, el abuso desproporcionado de la fuerza causó la muerte de 74 mexicanos.
Los policías asesinos se alternan en sus funciones criminales. A veces quienes matan son los elementos de la Patrulla Fronteriza; en otras ocasiones, los verdugos son los uniformados en las ciudades. En fin, la historia sangrienta de Antonio se repetirá, ténganlo por seguro. El racismo no desaparecerá de la noche a la mañana.
OTRA TRAGEDIA
Por lo menos 20 personas perecieron y 30 más resultaron lesionadas cuando viajaban en un autobús. El camión fue partido en dos por un tren de carga.
De acuerdo con las versiones de algunos de los sobrevivientes, el chofer intentó ganar el paso a la locomotora. Otros señalaron que al camión no le funcionaron los frenos.
El accidente se registró el viernes pasado en la carretera que va de Nuevo Laredo , Tamaulipas, al municipio de Anáhuac, en Nuevo León.
El autobús tenía como destino final Nueva Rosita, Coahuila. Para que ocurriera una tragedia de esas dimensiones se conjugaron todos los factores para lograrlo.
Por una parte, la imprudencia de Jesús Carlos Hernández, chofer del autobús de Transportes Frontera, quien se encuentra hospitalizado. El camión llevaba un sobrecupo de pasajeros. Viajaban en el 51 personas, cuando su capacidad máxima era de 43.
En el crucero donde se registró el percance, no había ninguna pluma para controlar el paso de los vehículos.
Con todos los ingredientes a punto, solo faltaba el ingrediente humano para detonar la tragedia. Que por fin se dio.
ASÍ ¿O MÁS CÍNICO?
¿En Guerrero, se encuentra libre de culpas el Partido de la Revolución Democrática? Imposible.
Para el líder del perredismo, Carlos Navarrete, su partido “está limpio de polvo y paja”.
Dijo que las irregularidades que se investigan sobre la gestión del ex gobernador de aquella entidad, Ángel Heladio Aguirre Rivero, (“Layo”) son individuales y no tocan al partido.
Ante esa forma de pensar del dirigente ¿quién es el responsable de que “Layo” consiguiera la gubernatura? ¿Los narcos?
Todo mundo sabe que Aguirre Rivero, luego de turbias maniobras políticas, se convirtió en el aspirante a gobernador por parte de los partidos PRD y Acción Nacional. Claro, contó mucho el apoyo económico del cártel Guerreros Unidos. Para no enlodar más el nombre del PRD, el ahora ex gobernador renunció al partido amarillo, pero el daño ya estaba hecho.
La tragedia de Iguala, por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, cambió el escenario político guerrerense. Y uno de los implicados más importantes resultó ser el gobernador Aguirre Rivero.
Se evidenció a Guerrero como un estado fallido del que nadie quiso responsabilizarse. Porque no solo salió a la luz pública la actividad criminal del narcotráfico, sino la podredumbre de la clase política local con la delincuencia. Prevaleció la ingobernabilidad durante el gobierno del citado Layo.
En Iguala, el presidente municipal José Luis Abarca Velázquez ganó la alcaldía con su dinero y la ayuda de la cúpula perredista.
¿Se le olvidaron a Navarrete los casos de Aguirre Rivero y Abarca Velázquez? No lo creo. Más bien opinó sin reflexionar en sus palabras. Porque antes anunció que una comisión investigará los mecanismos que hicieron posible la postulación de Abarca Velázquez, como candidato perredista a la presidencia municipal.
No tendrá que buscar lejos. Basta que empiece la investigación con Jesús Zambrano. Este conoce al dedillo la historia política de Abarca Velázquez, porque él lo protegió. ¿Qué el PRD no resultó dañado con el mal gobierno de Layo? Esa pregunta se encuentra a unos pocos meses de contestarse. Tan protegió al gobernador que este no ha comparecido aún a hablar de lo mucho que sabe sobre la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa.