Priístas, con cuota llena
Ramón Zurita Sahagún viernes 13, Feb 2015De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Con la nominación de Roberto Loyola Vera como abanderado al gobierno de Querétaro, el Partido Revolucionario Institucional completó su cuota de nueve postulaciones en igual número de gobiernos estatales.
El proceso electoral fijado para el 7 de junio y donde además de los nueve gobernadores se elegirá a los nuevos diputados federales (500), además de alcaldes y diputados locales en diversos estados, se advierte como sumamente competido para los tricolores.
Los priístas intentarán rescatar el mayor número posible de gobiernos estatales, de los que actualmente tiene seis bajo su administración, mientras que dos más pertenecen al ámbito panista y uno al perredismo.
Nuevo León, Sonora, Baja California Sur, Campeche, San Luis Potosí, Colima, Guerrero, Michoacán y ahora Querétaro, ya cuentan cada uno con el personaje nominado por el PRI.
En la mayor parte de los estados no causó sorpresa la postulación de los candidatos y tal vez Guerrero y en menor término San Luis Potosí, pudieran ser las excepciones.
Manuel Añorve Baños estaba considerado casi amarrado al gobierno estatal, por el que había competido cuatro años antes y se quedó en el camino, ante la postulación de Héctor Astudillo Flores, quien también perdió, aunque él fue derrotado 11 años antes.
Astudillo Flores y Ricardo Barroso Agramont, candidato en Baja California Sur, son los priístas que repiten como candidatos del tricolor, después de ser vencidos en una primera intentona por gobernar su entidad natal.
En el caso de Juan Manuel Carreras López, aspirante priísta al gobierno de San Luis Potosí, su nominación no fue tan sorpresiva, ya que era el militante tricolor con mayor conocimiento en el estado y menos negativos, aunque se le cuestiona el haber formado parte del gobierno federal encabezado por Felipe Calderón Hinojosa.
Los dos casos, tanto el de Guerrero como el de San Luis Potosí, son de entidades en las que el PRI sale por debajo de otro partido en las preferencias electorales, antes de iniciar campañas, por lo que tendrá que luchar a brazo partido para emparejar los momios e intentar ganar.
Ambos estados ya han sido gobernados por partidos ajenos al tricolor, como lo es Guerrero, que por segunda administración consecutiva fue ganada por el partido del sol azteca, mientras que San Luis Potosí lo fue un sexenio anterior, en que Acción Nacional se hizo del triunfo en las urnas.
En los restantes siete estados, el PRI postuló a los candidatos, cuyos nombres fueron marcados como favoritos desde un inicio.
Baja California Sur, con Ricardo Barroso Agramont; Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas; Colima, José Ignacio Peralta; Michoacán, José Ascención Orihuela; Nuevo León, Ivonne Álvarez; Sonora, Claudia Pavlovich Arellano, y Querétaro con Roberto Loyola Vera.
En esta última entidad, el ahora alcalde con licencia de la capital del estado intentará repetir la historia de su hermano mayor, Ignacio Loyola Vera, quien ya gobernó la entidad y se convirtió en el primer gobernador panista de la entidad.
Roberto no es panista como su hermano, quien ganó con esas siglas y luego se incorporó al gobierno federal de Vicente Fox Quesada.
El menor de los Loyola Vera competirá con las siglas del PRI y fue llevado de la mano a la candidatura del tricolor, ya que inició como secretario de Gobierno de la administración estatal de José Eduardo Calzada Rovirosa, para después empujarlo a la alcaldía de la capital del estado y rescatarla del dominio panista ejercido durante varios trienios.
Querétaro es una plaza difícil para los priístas y saben que la victoria es difícil de alcanzarla y más cuando el candidato panista al gobierno estatal es el senador Francisco Domínguez, bien evaluado y quien ya ganó una diputación federal, la alcaldía capitalina y el Senado de la República, todas con el voto mayoritario de los electores.
Fue en 1997, cuando sorpresivamente el PAN ganó por vez primera el gobierno estatal de Querétaro, en unos comicios en que Ignacio Loyola Vera superó con holgura al priísta Fernando Ortiz Arana, considerado como uno de los políticos más experimentados del partido tricolor.
Líder en la primera Asamblea del Distrito Federal, de la Cámara de Diputados, del Senado de la República y presidente del PRI, Ortiz Arana contaba con el perfil adecuado para arrasar en los comicios de aquel año, aunque su hermano José le salió a competir y al no ser postulado compitió por otro partido.
El desgaste de la disputa familiar afectó sensiblemente al tricolor, lo que repercutió en favor de Loyola Vera, un dirigente estatal del empresariado capitalizado en las urnas.
El resultado fue desastroso y Loyola Vera ganó con seis puntos de ventaja a Fernando Ortiz Arana y 42 a José. Mientras Ignacio Loyola Vera obtenía 210 mil votos, Fernando se quedaba en 186 mil y Pepe en 14 mil, incluso rebasado por Carlos Saint Martin, postulado por el PRD, quien llegó a los 34 mil sufragios.
Seis años después, nuevamente el PRI nominó a Fernando Ortiz Arana y el resultado fue más competido, ya que el panista Francisco Garrido Patrón triunfó con tres puntos de diferencia que representaban los 238 mil votos de uno y 218 del otro.
Por fin, después de 12 años de derrotas, los priístas recuperaron el gobierno estatal con la postulación de José Eduardo Calzada Rovirosa, hijo de Antonio Calzada Urquiza, quien ya había gobernado el estado de 1973 a 1979.
Sin embargo, el priísmo continuó perdiendo las senadurías de mayoría, sin importar que en esta última contienda federal llevaran como candidato a Enrique Burgos García, ex gobernador considerado como el priísta que mantiene los hilos del control partidista en el estado.