Astudillo, la rifa del tigre
Ramón Zurita Sahagún jueves 5, Feb 2015De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Trece puntos porcentuales y casi 150 mil votos separaron a Héctor Astudillo Flores del triunfo en Guerrero en 2005, en su primera intentona por ser gobernador.
Eran los tiempos en que el priísmo se encontraba a la baja, con el enfrentamiento entre el TUCOM (Todos Unidos Contra Madrazo) y el presidente del partido tricolor, Roberto Madrazo Pintado.
Fue la primera afrenta recibida por el tricolor en Guerrero, donde además perdieron los principales ayuntamientos con excepción de la capital estatal y quedaron con solamente 10 distritos electorales, contra 17 de los triunfadores perredistas.
Seis años después el priísmo no pudo reconquistar el gobierno estatal perdido, por lo que en 2015 intentará retomar la administración estatal.
Para esa tarea fue seleccionado de nueva cuenta Astudillo Flores, aunque ahora las condiciones para el PRI pueden ser mejores que las de hace 10 años.
El abanderado es un personaje sumamente local, aunque ya fungió en el pasado como senador de la República, pero su carrera la ha desarrollado mayormente en el ámbito local.
Dos veces diputado local, dos más alcalde capitalino y dirigente estatal de su partido, Astudillo dejó en la raya a otro aspirante perdedor también de una elección para gobernador, el diputado federal Manuel Añorve Baños.
El legislador fue parte de la división del priismo hace cuatro años, cuando se consideraba que los tricolores estaban en la posibilidad de recuperar el territorio perdido, ya que los perredistas no contaban con un candidato fuerte y los priistas tenían en Ángel Heladio Aguirre Rivero a su mejor carta.
La historia es sabida, el PRI postuló a Manuel Añorve, un político catalogado como torvo y retorcido y el PRD arropó a Aguirre Rivero, quien le ganó con amplitud a su familiar.
Claro que para entonces no se advertía la clase de gobierno que haría el ex priista, que lo llevó a ser relevado del cargo.
El de por sí conflictivo estado de Guerrero se convirtió desde septiembre pasado en una entidad donde confluye una serie de intereses personales y de grupo, que no han podido ser controlados.
La violencia es permanente, la ausencia de gobierno se palpa y la apuesta para la no celebración de los comicios es una promesa por parte de algunos de los grupos inconformes.
De ahí que el triunfo electoral, para quien lo logre, es una auténtica rifa del tigre.
Héctor Astudillo Flores aceptó el reto, obtuvo uno de los reintegros del premio mayor de la lotería, dejando en el camino Mario Moreno Arcos con quien se intercambia la alcaldía de Chilpancingo y al ya mencionado Manuel Añorve Baños, quien contaba por enésima ocasión con el padrinazgo de Manlio Fabio Beltrones.
La postulación de Astudillo Flores despejó las dudas sobre si el priísmo sería capaz de postular al rector de la Universidad Autónoma de Guerrero, Javier Saldaña, después del desastroso experimento que resultó elevar a la calidad de gobernador interino a Salvador Rogelio Ortega, ex secretario general de la misma casa de estudios.
Con Astudillo el priísmo recurre a un experimento que no le es muy grato, el de postular por segunda ocasión a un candidato derrotado en la disputa de un gobierno estatal.
Pocas ocasiones lo hace, aunque ya consiguió una victoria con ese método, al nominar a J. Natividad González Parás en Nuevo León, luego de que había sido vencido por Fernando Canales Clariond.
Nati ganó la revancha y dejó atrás al panista Mauricio Fernández Garza, seis años después de su derrota.
Fernando Ortiz Arana fue la doble apuesta en Querétaro, donde primero cayó ante Ignacio Loyola Vera y seis años más tarde ante el también panista Francisco Garrido Patrón.
Guanajuato es otro de los escasos estados en los que perdiendo el PRI apuesta años más tarde por el mismo candidato, en la persona de Juan Ignacio Torres Landa.
Doce años separaron a Torres Landa de una y otra candidatura, aunque finalmente perdió en forma avasalladora la primera ocasión ante el panista Juan Carlos Romero Hicks y en forma más moderada la segunda ocasión ante el también panista y hoy gobernador Miguel Márquez Márquez.
Ahora con Astudillo Flores se repite la fórmula, con diez años de diferencia entre la primera y segunda nominación, aunque se mantiene la coincidencia de que el priísmo sigue fuera de la administración pública estatal.
Habrá que ver cómo es recibida la segunda postulación del también dos veces alcalde y dos veces diputado local y si cuenta con las herramientas necesarias para convencer a un electorado sumamente encrespado por la situación de conflicto que priva en la entidad.
QUERÉTARO
Será hasta el 12 de febrero cuando se conozca el nombre del candidato priísta al gobierno de Querétaro. Nadie duda que sea el alcalde capitalino, Roberto Loyola Vera, quien enarbole los colores del PRI en la contienda del 7 de junio.
La celebración del 98 aniversario de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en esa plaza postergó el destape del candidato priísta.
Con dicha postulación, el priismo cerrará en cinco de sus candidatos a gobernadores en nueve plazas del país, de las que cinco están considerados como sumamente difíciles para el triunfo de sus prospectos.
Después de eso los dirigentes del partido tricolor se darán a la tarea de revisar los nombres de los candidatos a diputados federales, donde tienen una tarea nada sencilla, la de equidad de género.
Serán momentos de estira y afloje entre los grupos que presionan para obtener los primeros sitios dentro del listado plurinominal y evadir los distritos conflictivos.