Justicia edulcorada
Francisco Rodríguez jueves 22, Jul 2010Índice político
Francisco Rodríguez
¿SABÍA USTED QUE el cerebro humano reacciona ante el sentimiento de justicia del mismo modo en que lo hace ante el dinero y el chocolate? Pues dicen que sí. Y quienes lo dicen son científicos estadunidenses.
Personalmente, este escribidor no tenía la mínima idea de este funcionamiento cerebral. Pero hay estudios que refrendan la necesidad de todos nosotros por la búsqueda de la “equidad” y la “justicia” en una actividad tan cotidiana como lo es comer, dormir, respirar. Científicos de la Universidad de California Los Ángeles (UCLA) han publicado un informe en el que se afirma que el cerebro humano responde a ser tratado justamente del mismo modo que cuando se gana dinero o se come chocolate.
Es decir: el estudio ha comprobado que ser tratado con justicia enciende los mecanismos de recompensa existentes en el cerebro.
No obstante, recibir dinero como reemplazo de la justicia no genera reacciones similares, pues en el fondo lo que se percibe es una injusticia.
Materia de estudio para comprobar el anterior aserto de este escribidor serían, ahora, algunos de los padres de familia de los niños que, el 5 de junio de 2009, en Hermosillo, fueron víctimas del corrupto sistema político-económico, y quienes hace dos días denunciaran que el señor Felipe Calderón les ha ofrecido una suerte de justicia edulcorada con dineros públicos.
Tarde y mal, para acabarla de amolar. Porque el ocupante de Los Pinos ha reaccionado 13 meses y medio después del criminal incendio de la maldita guardería. Más de un año tardó Calderón en percatarse de las consecuencias de ese crimen en el que sus parientes políticos y políticos que les son familiares están decididamente involucrados en responsabilidad.
La profesora Patricia Duarte, madre de uno de los niños asesinados, evidenció hace dos días esa corrupción material y ética que priva en el ámbito de la administración pública, en todos sus niveles, en todos sus poderes. “¿Para usted qué es la justicia?”, espetó la madre huérfana de hijo a Calderón. Y ella dio su propia interpretación -que es la de la mayoría social-, ante lo cual el michoacano intentó arrebatarle la palabra.
Dinero. Chocolates en forma de apoyos para el pago del recibo de energía eléctrica, en becas, en servicios de salud… todo ello al tiempo que las instancias del Ejecutivo y del Judicial a través de la Corte Suprema ¿de Justicia? niegan la reivindicación de los derechos de los niños victimados.
No es cierto, pues, el “apotegma” que priva en la subcultura jurídica mexicana. Ese que reza que en México “la justicia se compra con dinero”. O con becas, o con subsidios…
El sistema de valores de Calderón está trastocado. Trastornado. Enfermo.
Nada casualmente lo dijo la señora Duarte en su intervención. Palabras más o menos, que si el victimado hubiese sido -hipotéticamente- uno de los hijos del matrimonio Calderón-Zavala, él hubiese reaccionado pidiendo venganza… no justicia.
Así de trastornado se le percibe.
No reacciona, o sí lo hace es tarde y mal -¡comprobadísimo!- ante los muchos problemas que hay en el país. Para citar algunos, hablemos de la violencia, la inequidad, el insuficiente sistema de salud, el desempleo galopante, la desnutrición hasta niveles inimaginables, la desatención a los ancianos, el trabajo o peor aún la explotación sexual infantil, el desplazamiento forzado de familias al extranjero o de miserables a EU buscando empleos “que ni los negros quieren hacer”, como dijera el neoclásico…
Y en su trastorno, las reacciones de Calderón son cada vez más imprevisibles e ilógicas: se alía electoralmente con quienes no hace más de tres años le decían toda suerte de improperios… revalora a un Legionario de Cristo -lo asciende a la Secretaría de Economía-, cuando la imagen del fundador de esa orden es mundialmente evidenciada cual deleznable… ofrece dinero por justicia.
Y el dinero a cambio de justicia es injusticia.
Índice Flamígero: A Felipe Calderón lo perseguirán siempre las palabras de reclamo de las madres de víctimas de su fallida administración. En febrero, Luz María Dávila lo increpó por haber calificado como delincuentes a sus dos hijos asesinados en Villas de Salvárcar, en Ciudad Juárez. Ahora, la profesora Duarte en Hermosillo, Sonora. Pero hay más madres, miles, que le reclaman sus pérdidas humanas, a las que el ocupante de Los Pinos llama “daños colaterales”. Y habrá más…