Fractura panista
¬ Augusto Corro viernes 23, Ene 2015Punto por punto
Augusto Corro
“Veo muy mal al partido”, dijo el ex presidente Calderón, de mecha corta, al analizar la situación en que se encuentra su Partido Acción Nacional (PAN).
El organismo político blanquiazul atraviesa por momentos de ruptura entre los integrantes de su cúpula política.
Esa situación se agudizó hace varios días. Margarita Zavala, esposa de Calderón, intentó obtener una candidatura a diputada federal, pero la cúpula blanquiazul lo impidió. Se daba por hecho, que la ex primera dama de México tendría las posibilidades de participar en la contienda electoral, apoyada por su trayectoria política. No fue así. Los anticalderonistas se salieron con la suya.
Quedó claro que en el PAN, la camarilla de Gustavo Madero, presidente del PAN, no quiere saber nada de Calderón, ni de aquellos identificados con él, o que le sirvieron en el pasado reciente.
Había expectativa por saber cuál sería la reacción del ex mandatario ante el rechazo de los panistas a la pretensión política de Margarita Zavala.
Al analizar la situación que vive su partido, Calderón, entrevistado en Davos, Suiza, planteó tres opciones para el futuro panista: La primera: “no hacer nada”.
La segunda: tratar de reconstruir al partido.
Y la tercera, pensar seriamente en otra opción política, así sea que tome una o dos décadas para que fructifique”. Desde luego, el ex mandatario desechó la perspectiva de no hacer nada porque es una alternativa política inviable.
La segunda: sobre reconstruir ese organismo político desde sus cimientos, implicaría luchar contra un cúmulo de intereses, etc.
Y sobre el último planteamiento “habrá que pensar seriamente en crear otra opción política, así sea que tome una o dos décadas para que fructifique”.
Como se ve, no es nada halagador el futuro de Acción Nacional. Se podría apostar que Calderón ya cumplió con su tiempo histórico en el partido y que podría irle mejor lejos del PAN.
Es posible que la decisión de abandonar las filas panistas se concrete en los últimos meses del año, una vez que se conozcan los resultados de margarita Zavala en su lucha por conseguir la dirigencia blanquiazul. De no lograr sus anhelos, los Calderón buscarían nuevas opciones políticas.
En Acción Nacional, el ex presidente y su gobierno llevó a su partido a situaciones difíciles en las elecciones del 2012, que lo colocaron en el tercer lugar de las preferencias electorales.
Las pugnas internas y la guerra fallida de Calderón contra la delincuencia organizada fueron determinantes para el fracaso panista. En general, los gobiernos panistas federales, de Fox y Calderón, mostraron que éstos no saben gobernar. México, con los gobernantes blanquiazules, no pudo salir de la pobreza. La fractura panista llegó para quedarse y su nuevo dueño, Madero, no lo dejará en manos de los calderonistas.
EN MORENA
El partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) tendrá que trabajar con empeño para desterrar prácticas viciadas.
Si realmente se encuentra interesado en ganar electores, deberá mostrar una imagen política diferente. Por el momento, a varios meses de recibir su registro como partido, Morena continuó, por ejemplo, con el dedazo para beneficiar a aspirantes a cargos de elección popular en las próximas elecciones de junio.
La democracia interna en la partidocracia es un sueño, les funciona bien a los líderes políticos y con eso es suficiente.
Morena no será la diferencia. Los grupos de poder enquistados en las dirigencias se adueñan de los organismos políticos, y no hay, ni habrá poder humano para hacerlos a un lado del poder.
¿Por qué Morena tenía que ser la excepción?
Andrés Manuel López Obrador funciona como dueño del partido y sus decisiones son irrefutables.
Con mucha anticipación aplicó el dedazo para las candidaturas a jefes delegacionales en el Distrito Federal. Políticos quemados buscarán gobernar las demarcaciones. Tal es el caso de Ricardo Monreal, quien contenderá por la jefatura delegacional Cuauhtémoc.
Claro, no se trata de que Morena se convierta en un partido dirigido por personas perfectas. De ninguna manera. Los “morenos” tienen la obligación de diferenciarse de “Los Chuchos”, con el propósito de democratizar al partido.
¿En Morena alguien sirve de contrapeso a las decisiones de López Obrador? Supones que no existe esa voz moderadora. Martí Batres, el otro líder “moreno”, sólo cumple órdenes y punto.
Si López Obrador se equivoca, es el propio dirigente el que se autocrítica o deja correr la pelota.
Ya ocurrió con el apoyo del tabasqueño a Luis Mazón, aquel guerrerense, protector de José Luis Abarca Velázquez, que pretendía buscar la candidatura de Morena en pos del gobierno de Guerrero. Las cosas salieron mal. Creció el problema de Iguala y Mazón fue rechazado por los “morenos” y López Obrador ya no quiso saber más del asunto.
Hace unos días, en Morena se efectuó una renuncia importante en el Distrito Federal (DF). Eduardo Cervantes, presidente del partido local, dejó el cargo de manera definitiva.
Al buen entendedor, las palabras de Eduardo: “Lo dicho: en el reino de la partidocracia #Morena puede hacer la diferencia, pero necesita echar por la borda todas las prácticas viciadas”. Todo mundo lo entiende.
Por ejemplo, en Colima, dirigentes de Morena cuestionaron la designación del general José Francisco Gallardo Rodríguez, como único precandidato de ese partido a gobernador del estado.
Esa acción enojó a los colimenses, quienes señalaron que “no tendría objeto meternos a un partido que va a utilizar el verticalismo y la imposición”.
Consideraron que si hay más de un aspirante a la candidatura a gobernador, debe seleccionar al interesado a través de encuestas.