Europa sí… ¿por qué en México no?
Roberto Vizcaíno lunes 12, Ene 2015Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- La concentración de mandatarios, líderes, religiosos y ciudadanos realizada ayer en París, fue contundente
- Lo ocurrido allá y lo que pasa aquí tienen el mismo origen: el intento de inhibir la libertad de expresión
- México tiene, como otros países, desafíos que superará en beneficio de su población, dijo Peña a embajadores
No hay una cifra concreta, tampoco existe una lista confiable, pero los periodistas asesinados o desaparecidos en México tan sólo durante los últimos 14 años –lo que va del siglo–, suman entre 80 y 300… o más, según se entienda y aborde cada caso.
Las ejecuciones aquí presentan todos los niveles de crueldad y van desde la simple ejecución a balazos, hasta la decapitación en vivo, el desmembramiento, la disolución con ácidos o la incineración más salvaje.
Este clima de violencia incluye abiertas y constantes campañas de amenazas, intimidación y ataques armados directos contra periodistas y sus medios.
El origen viene lo mismo del crimen organizado, el narco e incluye a segmentos y personajes de varios niveles del gobierno, los partidos políticos y sus personajes.
Al igual que los terroristas islámicos que masacraron la semana anterior a los creadores y directivos principales del semanario “Charlie Hebdo” en París, en México este acoso es un intento directo para acotar, disminuir y abolir la libertad de expresión.
Las repercusiones del asesinato de los periodistas del irreverente y satírico semanario francés, fueron sorprendentes para el observador mexicano.
Comenzaron con una inmediata serie de concentraciones masivas de miles de ciudadanos en aquel país, y en el mundo entero, que concluyó ayer con una gran marcha de al menos 2 millones de parisinos.
Una marcha, manifestación que fue encabezada por el propio presidente Francois Hollande y los mandatarios de casi toda Europa, comenzando por la alemana Ángela Merkel; el español Mariano Rajoy; el inglés David Cameron; el italiano Mateo Renzi y los primeros ministros del resto europeo.
En la avanzada estuvieron además el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker; el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu; el presidente de Malí, Ibrahim Boubacar Keita; el presidente del Consejo, Donald Tusk y el presidente palestino, Mahmoud Abbas.
A esa marcha, que fue de la Place de la Republique al Arco del Triunfo (no sé cuántos kilómetros son, pero son muchos entre un punto y otro, pues el recorrido atraviesa casi todo París de noreste a oeste), pero en realidad involucró a toda la ciudad, acudieron además presidentes de naciones africanas; jeques de los países árabes, todos los líderes de los partidos europeos, y de otras partes del mundo, y cientos de miles de simples ciudadanos solos, en grupos, en parejas, con la familia y con hijos de todas las edades que portaban su bandera o carteles con el lema ya conocido de: “Je suis Charlie”.
Fue una amalgama de todas las razas, colores de piel, diseños de ropa, idiomas y expresiones de ojos, de todos los credos, de todas las ideas y religiones. Un crisol impensable unido por el rechazo, repudio, condena contra el terrorismo, la barbarie y en defensa de la libertad de expresión, pilar esencial de toda democracia.
De la mañana del miércoles al viernes de la semana anterior el gobierno francés liderado por su presidente, el socialista Francois Hollande, se volcó a resolver el caso que incluyó la ejecución de 12 personas en el semanario y 4 en un supermercado judío donde además se dio una toma de rehenes.
Las fuerzas policiacas no se anduvieron con pequeñeces: destinaron a 80 mil agentes y se apoyaron no sólo en su sistema de inteligencia, sino en el de gobiernos como el israelí y el norteamericano para identificar a los terroristas.
El asunto terminó con un operativo simultáneo en una imprenta a las afueras de París y en el supermercado judío con la muerte de los tres terroristas. Los agentes del gobierno nunca pensaron en detenerlos con vida. Nadie protestó por eso. Los ciudadanos no hablaron de violación a los derechos humanos. Simplemente apoyaron a sus autoridades y gobierno.
Al ver, al seguir esto nos preguntamos: ¿Y en México… cuándo? ¿Qué hubiera ocurrido con lo de los normalistas de Ayotzinapa por ejemplo si hubiera habido una respuesta similar?
Pronto nos acordamos que no se trata sólo del número de periodistas muertos, ejecutados, masacrados, sino del valor que cada sociedad, cada gobierno, le da a sus derechos. Del respeto que los gobernantes le dan a esos valores y a la democracia.
De eso se trata. Esa es la diferencia de lo que ocurrió esta semana pasada en París y la respuesta que todos gobernantes a nivel continental e internacional desde el más alto nivel, hasta la sociedad dieron allá al acto terrorista en el semanario “‘Charlie Hebdo”, y de lo que se hace aquí respecto de los periodistas asesinados en México.
Habrá quien diga que allá el asunto está marcado por el islamismo extremo, y yo pregunto: ¿lo religioso disminuye el efecto de los objetivos del narco, del crimen organizado?
Al final de todo esto, en uno y otro casos, en México, París y Europa está la intimidación, la amenaza contra la libertad de expresión, la libertad que todos tenemos de decir y saber qué pasa en nuestro entorno y país.
Mientras los mexicanos, los ciudadanos, sus autoridades no entiendan, no tengan conciencia sobre el valor del derecho a la libertad de expresión, de lo que significa y representa la democracia –lo que sólo se logra con educación– seguiremos viendo morir periodistas, otros ciudadanos, sin saber cuántos van.
Así de luminoso y revitalizador es lo que viven los europeos, y así de triste es nuestro caso.
UN SOLO PAÍS
Los días anteriores en el DF se dio el encuentro anual del presidente Enrique Peña Nieto y su equipo con los embajadores y cónsules de México en el mundo.
Ahí, el primer mandatario les recordó que el momento reclama el seguimiento de 5 grandes objetivos de su administración durante este 2015.
El primero buscará fortalecer el respeto a la ley y a los derechos humanos a partir de tramitar una reforma para crear las policías estatales únicas y terminar con la infiltración del crimen organizado en las autoridades municipales.
El segundo es intentar que las 11 reformas estructurales aprobadas bajen los beneficios al nivel de los mexicanos, especialmente en favor de su economía familiar. Esto ya comenzó, dijo, con la reducción de tarifas eléctricas y la desaparición del cobro de larga distancia.
El tercero será el de ampliar la transparencia y mejorar los instrumentos de combate a la corrupción.
Y a éste le seguirá el de la construcción de infraestructura y de vivienda.
Para concluir con un quinto objetivo, que es el de disminuir la pobreza y el desequilibrio regional.
No hay que olvidar que México es y debe ser un solo país, con condiciones de igualdad en todo su territorio y para todos sus ciudadanos.
Todos estos objetivos se buscarán, les dijo, cuidando la estabilidad macroeconómica y la disciplina en las finanzas públicas.
Recordó de igual forma que 2015 es un año electoral y que por ello su gobierno apoyará, dentro de sus atribuciones, al Instituto Nacional Electoral y todas las autoridades electorales para que los comicios se realicen con plena normalidad democrática.
Destacó que este proceso será histórico, ya que por primera vez habrá igualdad entre mujeres y hombres. Por primera vez, dijo, la mitad de las candidaturas a puestos legislativos serán para mujeres.
Por todo ello, les pidió regresar a sus países asignados a explicar y dar información respecto de lo que ocurre en México.
“Ustedes contribuyen al proyecto de nación que estamos impulsando… son constructores de puentes de diálogo, de acercamiento, de entendimiento entre México y el mundo.
“México, como todas las naciones, enfrenta desafíos, propios de su circunstancia y condición, pero los mexicanos no claudicaremos, trabajaremos con fuerza para superarlos… en este 2015, ustedes tienen la encomienda de fomentar una imagen veraz y objetiva del país, que disipe dudas o distorsiones a nuestra realidad”, les dijo.