Tlalpujahua, pueblo mexicano donde siempre es Navidad
Nacional lunes 22, Dic 2014- La producción de esferas es la principal fuente de empleo en esta comunidad de Michoacán
En Tlalpujahua, Michoacán todo el año es Navidad, a pesar de su cercanía con la capital del país, tiene un estilo único que lo hace parecer un rincón salido de cuento.
Este antiguo pueblo minero, que luego de vivir del oro y plata, hoy la producción de esferas navideñas es la principal fuente de empleo.
Y gracias a su calidad, son reconocidas y valoradas en el extranjero, pues cerca de 90 por ciento de su producción se exporta especialmente a Estados Unidos y Canadá, siendo una de las cinco producciones más importantes a nivel mundial.
Ello, a través de los cerca de 200 talleres familiares, de donde viven cerca de 10 mil personas directa e indirectamente desde hace 50 años.
Forma parte de este Pueblo Mágico la fábrica de esferas Fimave, en donde una de sus fundadoras, doña Verónica Pompa, deja en claro que lo que está hecho en México está bien hecho, muestra de ello, dijo, es lo que hacemos en este pueblo “tan chiquito” que es Tlalpujahua, en los límites de Michoacán y el Estado de México.
“Dicen que es esfera traída de Estados Unidos, pero es hecha en México, nada más paseadito, claro, aquí se las ponen en una caja como en unos 28, 30 pesos y ellos los dan en seis dólares, y usted va a decir, traigo mis esferas de Estados Unidos, de Canadá, pero no, están hechas en Tlalpujahua, pero desgraciadamente en las cajas no les ponen que están hechas en México y en Tlalpujahua menos”.
Es la tierra de Ignacio López Rayón, ideólogo de la Independencia de México, enclavada en una zona montañosa, a unos minutos de la zona de la mariposa monarca, que pese a su clima frío, vale la pena conocer, por la calidad de su gente y en donde cualquier visitante puede atestiguar la elaboración de las esferas que adornan millones de hogares nacionales y extranjeros.
Doña Verónica Pompa, quien destila amor por la Navidad y en especial por las esferas, hizo una demostración de la resistencia de una de las piezas elaboradas en este lugar, cien por ciento artesanal, la cual botó al piso sin romperse.
“Yo no le voy a decir que esto no se rompe, se va a romper porque es vidrio, pero es de calidad, para poder llegar a Estados Unidos debe ser un vidrio de calidad, ustedes saben que los estadounidenses son especiales”.
La receta de los tlalpujahuenses contiene cuatro pasos de forma completamente artesanal, se cocina a mano, pero no precisamente, a fuego lento…
En el departamento de soplado, se calienta el vidrio, resultando una masa tipo chicle, que con la boca y manos se moldea.
Ataviado en su bata con el sello de Michoacán, Guillermo Solís, acostumbrado al calor del fuego, considerado el mejor soplador del lugar y que da forma cada día a 600 esferas, asegura que no es tan difícil ni peligroso como parece, “se trata de perder tiempo tantito, inteligencia más que nada porque si uno quiere aventarse así nomás, pues no la hace”.
En este mismo salón, Arturo Solís, sentado a sólo un metro de diferencia de su primo y maestro, reconoció que se requieren “buenos pulmones… es un poco difícil a la hora de hacer los tamaños y a veces es peligroso, pero luego le va agarrando uno el movimiento al vidrio, además, las figuras finales son lo más bonito”.
Arturo, con sólo cinco años de experiencia, relataba y soplaba al mismo tiempo, “primero hay que calentar el tubo, luego se saca el cachito de vidrio, se va calentando para darle forma a la figura por decir esta que voy a hacer”; en su caso, da forma a 500 o 550 esferas diarias.
Con gran concentración y una agilidad en los dedos, Carlos García, con 40 años en esta actividad, pero en el taller recién contratado, dijo sentirse agradecido, pues a su edad no es fácil tener trabajo, “me da gusto trabajar, que me den trabajo porque saben que lo sé hacer, no está mal mi trabajo”.
Y porque de este oficio, indicó, “me mantengo, de ahí mantengo a mi familia, es lo más bonito para mi al hacer esto, porque de ahí me sale para comer”.
Asimismo, dijo haberse enseñado solo, porque no hubo quien lo hiciera, “al principio me quemaba los dedos, pero ya no”. Refirió además que el grupo de sopladores trabaja todos los días de 8:00 a 17:00 horas, con una hora para comer.
En un cazo caliente que desprende un sofocante olor a causa del reactivo de amoniaco, azúcar, sosa y ácidos, se succiona la plata.
Al atestiguar uno de los pasos más impactantes con doña Belén, de fisonomía delgada, estatura media y cabello rizado color plata, precisamente, su especialidad es platear esferas, oficio que realiza desde hace más de 45 años, es decir, “toda mi vida”. Dijo soportar sin gran problema el olor tan penetrante que desprende el cazo por los distintos reactivos mezclados, “lo más difícil es por lo caliente, pero hasta ahorita no he tenido ningún accidente ni me he enfermado”.
Al protegerse con dos guantes comunes de plástico, ambos en su mano derecha, comentó que es su forma de vivir y lo seguirá siendo hasta que pueda, “si, de esto es lo que yo vivo, me hago como dos mil al día, es decir, de las 8:00 a las 12:30 o 13:00 horas, dos o tres veces a la semana”.
De apariencia cansada pero con una gran sonrisa y relajada como si lo que cocinara fueran tortillas, su rostro no delata que su oficio implica inhalar por horas el estupefacto olor a sosa, azúcar y nitrato de plata, un aroma para ella ya familiar.
En el departamento de la pintura, se le da color a las esferas de todas las formas y de todos los colores, “nosotros pintamos en unos 10 o 15 minutos, se seca la esfera y las ponemos en unas charolitas directo al departamento del decorado”.
Aquí se pintan alrededor de tres mil esferas por persona y “somos tres personas en cada departamento, pero depende del modelo, hay unos más rápidos que se pueden hacer hasta cinco mil piezas pintadas por persona”.
Doña Verónica Pompa resalta que como se trabaja para Estados Unidos hay colores que poco se venden en México, como negro, café y gris; pues aquí lo tradicional, es el rojo, azul, amarillo y verde.
En suma, “tenemos mucha variedad de colores porque como se trabaja para exportación, según los colores que nos piden, eso es lo que trabajamos”.
La mayoría trabaja todo el año para el mercado de Estados Unidos, ya octubre, noviembre y diciembre es para el nacional; y parte de diciembre, enero y febrero, “descansamos”.
Y en el paso 8decoración) que todo parecía más sencillo, la producción y en especial, la decoración de esferas, oficio del que viven miles de tlalpujahuenses, se requiere más que simple osadía y curiosidad, es un tema de talento, experiencia y manos muy especiales.
Para la decoradora Verónica es un motivo de orgullo que los arbolitos de millones de mexicanos y extranjeros estén adornadas por esferas que llevan su sello.