Historia de un gringo viejo
¬ Humberto Matalí Hernández lunes 21, May 2012Al son de las fábulas
Humberto Matalí Hernández
…quiero leer Don Quijote antes de morir,
ser gringo en México es mi manera de morir…
Carlos Fuentes. | Gringo Viejo
Intentan silenciar a los medios para atacarlos
con mayor impunidad. Por eso, los ataques a los
periodistas por narcos, políticos, Ejército y policías.
La extraordinaria novela corta, “Gringo viejo”, sirve a Carlos Fuentes (1928) para reflexionar sobre las causas de la Revolución Mexicana, con la ambigua relación entre México y Estados Unidos y la incauta y soberbia actitud de los estadounidenses hacia los mexicanos. Pero en especial la dignidad en la vida y muerte del periodista y escritor Ambrose Brice (1842-1913), desaparecido en el remolino revolucionario y la violencia de Pancho Villa.
Sin duda alguna, Carlos Fuentes es el escritor mexicano del siglo XX. Digno de obtener el Premio Nobel de Literatura, pero como en otros casos, la Academia Sueca pierde la oportunidad de adornarse con ellos al reconocerlos. En el caso de Fuentes la confrontación directa, a niveles personales y vicerales, con el poeta Octavio Paz, autoproclamado el Zeus del Olimpo de las letras mexicanas, es un impedimento. En contraste para los seguidores de Octavio Paz, la obra de Fuentes es localista y así lo sostienen en una revista cultural que editan. De ser eso cierto, el Premio Cervantes (1987), que es el más importante en lengua española, así como el Rómulo Gallegos (1977) y el premio de la Latinidad (1999), son inmerecidos. En esa teoría, los reconocimientos, cientos de ediciones y estudios hechos sobre la obra de Juan Rulfo son injustificables por la mexicanidad en “Pedro Páramo” y “El llano en llamas”. Ese es el carácter universal negado por los exquisitos a la obra de Fuentes.
Por cierto, el maestro Fuentes unió en el tomo inicial, dos novelas que considera comunicantes con la historia mexicana: “La muerte de Artemio Cruz” y “Los años con Laura Díaz”, pero a vista del autor de esta columna de recuerdos, dejó fuera “Gringo viejo”. Una de sus novelas más humanas e impactantes, si eso es posible en la magna obra de Fuentes
En “Gringo viejo” Carlos Fuentes, imagina cómo fueron los últimos días del escritor Ambrose Brice, su choque con la Revolución Mexicana en l913 y en especial con la fuerza violenta y arrebatadora, pero justiciera y humana de Pancho Villa y sus hombres: “— ¿Qué viene a hacer un gringo a México? —se preguntó el coronelito”, escribe Carlos Fuentes para responder renglones adelante en la voz del personaje central, el anciano periodista, escritor y aventurero: “—He venido a morir. Denme ustedes el tiro de gracia”.
La novela de Miguel de Cervantes “Don Quijote de la Mancha” es guía para los escritores, así Carlos Fuentes logra una escena épica, digna del texto cervantino al describir la carga solitaria del gringo, armado con su revólver, montado en una yegua blanca, cual caballero andante en Rocinante, en contra de un grupo de soldados federales, armados con ametralladora y rifles, incapaces de herir o matar al anciano y suicida jinete que los ataca.
“—No es muy difícil ser valiente cuando no se tiene miedo a la muerte.” Es la respuesta del gringo viejo para explicar la hazaña recién hecha al evitar la emboscada preparada en contra de las tropas comandadas por el general Tomás Arroyo, amigo, el complemento y rival, del gringo aventurero.
Miss Harriet, personaje femenino atrapado entre su civilizada mente neoyorquina y la atractiva violencia bárbara revolucionaria, escucha de Arroyo las causas de la lucha y de su personal revolución: “Yo soy el hijo de la parranda, el hijo del azar y la desgracia, señorita. Nadie defendió a mi madre. Era una muchachita. No estaba casada ni tenía quien la defendiera. Yo nací para defenderla. Mire, miss. Nadie defendía a nadie aquí. Ni siquiera a los toros…”. Después dice: “…la desgracia me nombró general. El silencio y callarme. Aquí te mataban si te oían hacer ruidos en la cama. Los hombres y las mujeres que gemían al acostarse juntos eran azotados. Era una falta de respeto a los Miranda. Ellos eran gente decente. Nosotros amamos y parimos sin voz, señorita…”.
Carlos Fuentes logra hermanar a los dos personajes. Uno el viejo que busca a la muerte para ser un bello cadáver y el joven bandolero revolucionario, empeñado en lograr una inalcanzable justicia.
“…Yo era el discípulo del diablo, sólo que ni siquiera al diablo hubiera aceptado como maestro. Mucho menos a Dios, a quién difamé con algo peor que la blasfemia: con la maldición a todo lo que Él creó.” Para apoyar sus palabras el gringo viejo anuncia que se inventó un nuevo decálogo: “No adoraréis más imágenes que las que aparecen en las monedas de vuestro país; no matéis, pues la muerte libera a tu enemigo de su constante penar; no robéis, es más fácil dejarse sobornar; honra a tu padre y madre, a ver si te heredan su fortuna”. Personajes unidos, identificados como espejo hasta en la muerte.
En la nota final, Carlos Fuentes explica la inspiración de su novela, “…el escritor norteamericano Ambroce Bierce, misántropo, periodista de la cadena Hearts y autor de hermosos cuentos sobre la Guerra de Secesión” que se reservó el derecho de escoger su manera de morir. “Ah —escribió en su última carta—, ser un gringo en México; eso es eutanasia”. Después agrega Fuentes: “Entró a México en noviembre y no se volvió a saber de él. El resto es ficción.”
Sobre esta novela de Carlos Fuentes se filmó a fines de los ochentas una película con el mismo título, interpretada por Gregory Peck y Jane Fonda, sin embargo, a pesar de ser una cinta de calidad, no llega al asombroso manejo del tiempo y la descripción de las condiciones humanas lograda por el escritor.
Una muestra de la continuidad literaria en el cambio de siglo de Carlos Fuentes, es “Todas las familias felices”, en donde 16 textos, cuentos, novelas, historias y poemas son un atractivo viaje por la creación de este mexicano moderno. Hay un hilo conducto entre “Gringo viejo” y ese volumen. Eso porque las raíces mexicanas son las mismas de la condición humana. Pero además recién apareció la novela “Abel en edén”, como el enlace de la “Región mas transparente” con el México del siglo XXI, de la globalización y el neoliberalismo y el fin de la lucha y la justicia social.