Marcaje personal al crudo
Francisco Rodríguez martes 2, Dic 2014Índice político
Francisco Rodríguez
Ernesto Zedillo es el más reciente beneficiado. Su alfil Luis (Manuel Enrique) Téllez Kuenzler fue nombrado —pese al conflicto de interés que él se empeña en negar— miembro independiente del Comité Técnico del Fondo Mexicano del Petróleo para la Estabilización y el Desarrollo, uno de los organismos de reciente creación, producto de la llamada reforma energética, y que teóricamente —sólo teóricamente— tiene como objetivo “garantizar un manejo responsable y transparente sobre el uso de los ingresos petroleros de la nación”.
Aunque muchos lo vislumbran salinista, Téllez en realidad es uno de los peones del autoexiliado Zedillo, pero igual puede serlo de Fox o hasta de Calderón, pues su priísmo es más blanquiazul que tricolor. Zedillista por el momento, pues. Sus infidencias sobre cómo CSG “se llevó la mitad de la partida secreta”, lo demuestran.
Priísta-panista, Luis Téllez se insertó en el grupo de Carlos Salinas. Sin antecedentes burocráticos rurales, de 1990 a 1994 fue subsecretario de Agricultura, de la cual era titular Carlos Hank. Se le atribuyó la paternidad de la contrarreforma agraria de Salinas de Gortari; en la misma participó con eficacia Arturo Warman y otros “izquierdistas” por el estilo. Tras el asesinato de Luis Donaldo Colosio, Téllez fue coordinador de asesores del candidato sustituto Zedillo. Y en ese sexenio, de 1994 a 1997 fue jefe de la Oficina de la Presidencia, donde verificó los tejemanejes de la “partida presidencial”. De 1997 a 2000 Zedillo lo hizo secretario de Energía y Minas.
En el régimen de Fox se sumó a la empresa DESC. De 2003 a 2006 al Grupo Carlyle, grupo financiero que reúne en su Consejo de Administración las inversiones de la familia Bush. En otras palabras, Téllez Kuenzler tiene vínculos sólidos con la plutocracia petrolera mundial, lo que facilitó su incorporación a la cúpula gubernamental pri-panista.
Vuelto a derrotar el PRI en el 2006, Téllez Kuenzler, sin retobos partidarios, ideológicamente “neutro”, se sumó al calderonismo desde sus inicios, como secretario de Comunicaciones y Transportes.
Luis Téllez es “todólogo” o, dicen algunos “agarra hasta puñaladas”. Cubre todas las bases del equipo de béisbol. Y es que tras su fracaso en SCT por pleitos internos y grabaciones telefónicas, Zedillo y el compadre de éste, Guillermo Ortiz —ex de Banxico, ahora con broncas en Banorte— lo llevaron a la presidencia de nuestra peculiar Bolsa Mexicana de Valores, donde borró del mapa a los traders del piso de remates, los sustituyó por computadoras y, cada vez que se le cae el sistema, aprovechan para tender camas y robar a los inversionistas de poca cuantía. De ahí ahora brinca a manejar los recursos que genere el petróleo que era nuestro. Pese a tener conflicto de interés. No importa. Es la rebanada del pastel para Zedillo.
Índice Flamígero: ¡Lo que es engrandecer a engaña bobos! Uno de los recuerdos-bomba que dejó al “gobierno” el defenestrado “doctor-general-almirante” (todo entre comillas, pues fueron usurpaciones de personalidad y funciones) Manuel Mondragón, fueron las atribuciones de la rimbombante Gendarmería Nacional, se ha convertido en una trampa de osos. Sus atribuciones nunca fueron definidas, lo que crea la risotada general y la confusión entre las “facultades” locales, federales y regionales de los cuerpos que no resguardan la seguridad, sino que han caído sobre la población indefensa, como se vio la noche del 15 de septiembre, cuando cateaban a infantes, mientras en Los Cabos había rapiña. Es el caso que, ante el problema de no encontrar labor alguna que le puedan encomendar a éste que resultó sólo un negocio jugoso para el “doctor” (facturas y más facturas de hospedaje en los hoteles de cinco estrellas donde “capacitaban a 5 mil elementos), se le encomendó resguardar todo tipo de acontecimientos que ocurran en el país y que estén expuestos a riesgos (desde carreteras saca cosechas, hasta ferias, elecciones de reinas y caravanas de santos patronos) gracias a que Mondragón nunca supo con qué se comía este engendrito. ¿Tiene usted idea cómo se están cubriendo los gobernadores con esta cobija a modo? Todos, sin excepción quieren que la Gendarmería fuera a cuidarle su fiesta del Grito, los carnavales, los festivales cervantinos y las inauguraciones de supermercados. Jamás se pensó al querer justificar este negocio, que con cinco mil elementos es imposible y risible proteger todas las ocurrencias y las “maldades” que se le vengan en gana a los grupos delincuenciales. Eso sólo pasaba en las historietas de “Superman”. ¿Quién va a llamar a cuentas al “doctor-general-almirante” –en realidad, masajista— algún día? ¿Quién va a poder justificar las adquisiciones que hizo con dinero mal habido, de las que, para muestra un botón, hablan los conjuntos inmobiliarios de Torres Adalid y Gabriel Mancera, cuidados hasta la fecha por dóciles elementos del Ejército, disfrazados de guardias personales? ¿Quién?