PRD, al infierno
¬ Juan Manuel Magaña jueves 27, Nov 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
El ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas presentó antenoche su renuncia con carácter de irrevocable al PRD, partido que fundó hace 25 años.
La renuncia del ingeniero está en una carta que envió al presidente del consejo nacional del partido, Ángel Ávila, quien hasta hace dos meses era secretario particular del ex dirigente Jesús Zambrano. Ni siquiera le envió copia a Navarrete.
Cárdenas se fue de esa agrupación horas después de una reunión pública sostenida con Carlos Navarrete, dirigente formal del Partido de la Revolución Democrática. El ex jefe de gobierno del DF lamentó que no se abordara ahí la renuncia de “El Chucho” a cargo de la jefatura partidista, como lo demandó en una carta del 17 de noviembre.
El ex candidato presidencial renunció al señalar que no correría el riesgo de compartir responsabilidades de decisiones tomadas por miopía, oportunismo o autocomplacencia. Ya las había compartido en realidad el ingeniero y eso es precisamente lo que hace tardía su renuncia.
Tuvo que sentir en carne propia los botellazos de agua que le arrojaron en el Zócalo por el fenómeno Ayotzinapa para que se diera cuenta de que él ya les había hecho el caldo gordo a “Los Chuchos”, sobre todo en un periodo en que el partido que él fundó se prestó para dejar listo al país para una venta de garaje.
Ese ha sido el periodo lamentable en que “Los Chuchos” terminaron con todo, con los principios, el honor y la vergüenza del partido que Cárdenas fundó, sin que éste viera en ningún momento anterior el inconveniente de seguir ahí, compartiendo de algún modo “decisiones tomadas por miopía, oportunismo o autocomplacencia”.
Ahora en su carta de dimisión precisa que esta medida obedece a su propósito de mantener congruencia con sus principios. Sea pues, dicen que nunca es tarde para enmendar.
En su carta de renuncia, Cárdenas habla de “desacuerdos que, más allá de aquellos relativos a las coyunturas actuales, había manifestado públicamente ante instancias de decisión del partido, en diversas ocasiones, desde años atrás. En las ocasiones anteriores, esperando que por lo menos se abriera un debate interno sobre los planteamientos hechos, la respuesta de las dirigencias del partido fue el silencio”.
Por lo mismo, insistió en que no encontró coincidencia con Carlos Navarrete sobre la manera de recuperar la credibilidad de la organización “y de manera especial de sus dirigentes ante la opinión pública, indispensables para lograr su reposicionamiento como una verdadera opción política de carácter y alcances nacionales, única forma en que le sea útil al país”.
Cómo quería encontrar Cárdenas una sola coincidencia, si ya era tarde para todo y después de lo que él escribió en carta anterior cuando exigió la renuncia de Navarrete; ahí sostuvo que el PRD “está a punto de disolverse o de quedar como una simple franquicia político-electoral, subordinada a intereses ajenos a los de su amplia base militante, a partir de encontrarse inmerso en un ya largo proceso de pérdida de autoridad moral como institución y de pérdida de autoridad moral de sus dirigentes; de disminución creciente de su militancia en toda la República”.
Lo que me llama la atención, es cuánto se tardó Cárdenas en ver que esos dirigentes, que no son otros que “Los Chuchos”, carecen de autoridad moral. Ya se parecía a Televisa, única en ver en ellos a una izquierda “moderna”, “negociadora” y “reformista”.
De una carta a otra no hubo mucha distancia. Cárdenas sabía que no remediaría nada. La primera carta fue más bien la de la extremaunción para el PRD. La segunda, el acta de defunción.