El eslabón más débil
¬ Augusto Corro miércoles 26, Nov 2014Punto por punto
Augusto Corro
El narco floreció porque encontró en las autoridades municipales el campo propicio para desarrollar sus negocios criminales.
Presidentes municipales y policías cumplieron con creces sus compromisos con la delincuencia organizada.
Alcaldes y uniformados se convirtieron en espías, socios y brazos asesinos de los capos: un gran apoyo para la delincuencia.
Esa relación entre autoridades y criminales propició la tragedia de Iguala relacionada con la desaparición de los 43 normalistas de Aytozinapa.
Ese hecho fue la gota que derramó el vaso: otra vez quienes deberían brindar seguridad a la sociedad, se encargaron de agraviarla y de qué manera.
Son añejos los vínculos las policías con el crimen organizado. Ya tienen en su negro historial aquella matanza de 72 indocumentados en San Fernando, Tamaulipas.
En la realidad, policías y delincuentes lograron fusionarse y su hermandad amenaza con provocar daños mayores.
Ante esa amenaza, las autoridades federales propondrán una reforma al sistema municipal y a la seguridad local, centro de la “debilidad del Estado”.
No será una tarea fácil, pero sí muy importante para garantizar la seguridad de los mexicanos y frenar las acciones de la delincuencia organizada.
Será un buen paso fortalecer al municipio, como el eslabón más débil los niveles del poder político.
EL PAPEL DE LOS GOBERNADORES
En la reforma deberán incluirse algunos cambios para obligar a los gobernadores a realizar una mayor vigilancia en los municipios.
Con el pretexto de que los delitos de los narcos pertenecen al fuero federal, poco o nada les interesa lo que ocurre con la delincuencia organizada, en sus entidades.
Aunque se dieron casos en que los mandatarios estatales protegían a los criminales. Los ejemplos: Michoacán, Tamaulipas, etc. Si se busca que no vuelvan a registrarse acciones como la de Iguala, la reforma mencionada tendrá que ampliarse hasta tocar la responsabilidad de los gobernadores. Entre otras cosas, deben rendir informes de la situación que priva en función de las actividades del narco, en sus entidades.
Ya no tendrán que hacerse de la vista gorda, ni proteger a los alcaldes asociados con el crimen organizado.
No más estados como Guerrero, en el que gobernador y alcalde se hicieron una para apoyar al cártel Guerreros Unidos. El mandatario estatal estará obligado a compartir cuanta información posea para erradicar la plaga del narco.
En general, será el compromiso de todos: sociedad, gobierno, fuerza pública, etc., quienes debemos colaborar para superar el flagelo del narco.
LOS PARTIDOS POLÍTICOS
Ahora que se habla de la reforma para atender entidades con violencia grave nos preguntamos cuál será el papel de los partidos políticos.
Porque fue nula su participación, por decir lo menos, en los últimos acontecimientos derivados de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
El papel más desafortunado estuvo a cargo del Partido de la Revolución Democrática (PRD), dirigido por “Los Chuchos”, Jesús Zambrano y Jesús Ortega, el poder tras el trono.
El principal responsable de la tragedia de los estudiantes es el ahora ex presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca Velázquez. También relacionado con los hechos se señala al ex gobernador Ángel Aguirre Rivero. Ambos de extracción perredista.
El PRD, a partir de la fecha de la desaparición de los jóvenes, empezó a vivir un calvario que lo tiene inmerso en una crisis. El propio líder moral perredista, Cuahtémoc Cárdenas, planteó la renuncia del nuevo líder Carlos Navarrete, como una forma para superar la problemática que se viven en el interior de ese organismo político.
DEBE MARGINARSE AL PRD
Si se contempla una reforma, el PRD no debe participar. Menos el PAN. Este partido alejado de las causas populares, tampoco debe intervenir en el proyecto de cambio. Con sus principios en el bote de la basura, Acción Nacional va a la deriva.
El PRI, que dirige César Camacho, desperdició la oportunidad de sumarse al movimiento a favor de los estudiantes agraviados. Prefirió hacer mutis y se enconchó. Ni siquiera tuvo el valor de pronunciarse a favor de las autoridades federales. El PRI le apostó al silencio.
Los partidos chicos, por su misma dimensión, no deben tomarse en cuenta. Ni siquiera las llamadas organizaciones de izquierda estuvieron presentes en las manifestaciones de los normalistas. El más obligado, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) también prefirió mantenerse callado y sin moverse. Tenía motivos para hacerlo. El ex alcalde de Iguala, Abarca Velázquez, fue el alumno distinguido de Lázaro Mazón, a quien el líder Andrés Manuel López Obrador había designado como candidato de Morena.
El escándalo se desató y Lázaro en lugar de revivir, murió políticamente. Los partidos nada tienen que hacer si de reformas se trata. Sus hechos así lo manifiestan.