En el abismo
¬ Juan Manuel Magaña lunes 24, Nov 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
Una manera fuerte de definir en este momento a México, es como lo hacen los diarios francés “Le Monde” y el británico “The Guardian”, que el pasado jueves, día de impresionantes marchas, dijeron en sus titulares que México se encuentra en un abismo.
Ese día hubo tres grandes marchas en la ciudad de México que confluyeron en una, la denominada megamarcha, en el Zócalo de la capital. Y todos estos acontecimiento fueron, no sólo observados puntualmente desde distintos países, sino que en decenas de éstos hubo grandes expresiones populares de apoyo a la causa principal: justicia para el caso Ayotzinapa.
La megamarcha fue tan sólo el epicentro de algo que alcanzó y cimbró a todas las ciudades grandes del país y allende las fronteras. Pero no únicamente impresiona su volumen y amplitud sino también su contenido, de lo cual destaca en primer orden su pacifismo.
Recuerdo que los primeros reportes del jueves decían que en la Plaza de la Constitución los padres de los estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos habían tomado la palabra para pedir a las autoridades la aparición de sus hijos, de quienes no se sabe su paradero desde el pasado 26 de septiembre.
Ellos agradecieron, con mucha civilidad, el apoyo por parte de estudiantes, organizaciones, sindicatos y la sociedad civil durante las semanas que ha durado su manifestación.
Entre otras propuestas formuladas en el mitin, estuvo el llamado a un paro cívico el próximo 1 de diciembre. Desde el estrado, se llamó a los encapuchados a descubrir su rostro y de lo contrario retirarse del lugar, “debido a que en el lugar se encuentran sólo personas sin miedo a mostrarse”.
Además del tema de los normalistas, se pidió justicia por el caso de la Guardería ABC, donde perdieron la vida 49 menores.
Lo que hay que destacar de estos últimos tres párrafos es la claridad con que se está conduciendo este movimiento que a todas luces crece, lejos de ceder. Lo mismo trata de hacer a un lado a los violentos, a los provocadores infiltrados, que plantear una agenda para los días por venir.
Pero por otro lado está la gran piedra en el zapato que son los mal llamados “anarquistas” que se arropan de manifestantes para de pronto con la capucha puesta ir a hacer destrozos a Palacio Nacional y a la zona del aeropuerto capitalino, sin importarles enfrentarse a la policía citadina.
Sin embargo, al parecer hay un avance respecto de esto, pues los manifestantes pacíficos han sabido apartar a esos violentos y dejarlos solos, dejando al descubierto en parte su modus operandi. ¿Qué les queda a éstos? El problema será que si son gente enviada por algún sector gubernamental, en algún momento podrían actuar como grupo de choque o halcones y volverse contra los manifestantes.
Por eso, es de lo más delicado que la gente mantenga la civilidad y el pacifismo en su ABC de la protesta. Se dice que ya 11 detenidos fueron enviados a un penal de alta seguridad. El problema es que esos 11 sean realmente quienes hayan participado en los últimos desmanes, pues la policía, en general, ha tenido un comportamiento errático en el que deja hacer, actúa a destiempo y se va contra los que no debe.
“México está en un abismo”, la expresión es fuerte y tal vez sea verdad. Ensayaría con la idea de que la escena mexicana sí tiene algo de demencial: muchedumbres que marchan dando vueltas a un mástil sin respuesta y sin destino porque nadie las ve ni las oye.