Mancera, vivo de milagro
Roberto Vizcaíno martes 11, Nov 2014Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- Luego de todo lo que le ocurrió, Miguel Ángel Mancera todavía tiene en su corazón el problema de la arritmia
- “Fue una experiencia muy intensa”, indicó, al reconocer que tuvo un paro cardiaco de 8 minutos
- Si no hubieran estado los doctores Riera Kinkel y Ordóñez Espinoza el resultado hubiera sido otro, dice
Miguel Ángel Mancera, jefe de gobierno del DF, es hoy un hombre agradecido con la vida, con esta otra oportunidad, dice.
Y es que Mancera, al sufrir una perforación en la aorta que le provocó un desangrado fulminante y un paro cardiaco de 8 minutos, estuvo realmente a punto de morir.
Todo ocurrió en el hospital ABC de Observatorio, en la ciudad de México, la tarde-noche del viernes 31 de octubre luego de que acudió a lo que parecía un tratamiento sin mayores riesgos para retirarle a través de un catéter unas células que le estaban provocando una molesta arritmia al momento de hacer ejercicio.
Estaba previsto que luego de este tratamiento saldría por su propio pie para ir a descansar sábado y domingo a su casa y regresar el lunes a su ritmo normal de trabajo en la jefatura de gobierno.
Pero no, el asunto derivó inesperadamente en una grave crisis médica que mantuvo a Mancera prácticamente en un verdadero riesgo de muerte.
De acuerdo a la información dada a conocer por el reportero Alejandro Lelo de Larrea, a través de su portal Mensaje Político y en la red de diarios digitales del ecosistema Círculo Digital, los doctores Joel Estrada Gallegos y Jerónimo Enrique Martínez Flores, especializados en el manejo del catéter para resolver problemas cardiovasculares eran los encargados de remover las células que provocaban las arritmias al jefe de gobierno capitalino.
Al inicio del procedimiento la trayectoria de ambos –Estrada Gallegos, jefe de Servicio de Hemodinamia en el Hospital de Cardiología del Centro Médico Nacional Siglo XXI del IMSS, y Martínez Flores, jefe de Electrofisiología en el mismo lugar–, advertían difícil que se presentara alguna complicación.
Hacía unos tres meses que en una revisión de rutina, Mancera se quejó que, cuando hacía ejercicio, en algunas ocasiones sentía un malestar y en otra algún mareo.
Fue entonces que se le hizo un examen a su sistema cardiaco más riguroso que arrojó que en un ventrículo tenía algunas células como pequeñas cortinillas que le provocaban una arritmia.
Este problema sólo surgía cuando Mancera hacía ejercicio.
Fue entonces que sus médicos le recomendaron prepararse para una intervención vía catéter a fin de con calor retirar esas células que en realidad no representaban mayores riesgos en este momento pero que en una edad mayor podrían provocar riesgos de una embolia cerebral.
Los médicos consideraron que Mancera a sus 48 años de edad y con una condición física de deportista, presentaba el mejor cuadro para ser tratado de una vez bajo este procedimiento que parecía más que de rutina.
El jefe de gobierno razonó los comentarios y sugerencias médicas y decidió proceder.
Los médicos Estrada Gallegos y Martínez Flores introducirían un catéter por un vaso sanguíneo para llegar al corazón de Mancera y con calor producido por radiofrecuencia, destruir el tejido dañino.
Este procedimiento presenta riesgos mínimos, pues el 98.2 por ciento de estas intervenciones concluyen sin contratiempos.
Pero el caso de Mancera entró en el 1.8 por ciento restantes, donde resulta perforada una aurícula, y derivó en un caso excepcional al resultar además con perforación en la aorta.
Hasta hoy los cardiólogos consultados no se explican cómo les pudo pasar eso a los doctores Joel Estrada Gallegos y Jerónimo Enrique Martínez Flores, especialistas en el manejo de ese tipo de operaciones.
El protocolo en el uso de catéter en asuntos del corazón, indica que debe haber un equipo quirúrgico listo para entrar en acción por si se presenta una complicación. Pero en este no lo había.
Así que cuando los dos médicos comenzaron a tener la crisis de Mancera, las alarmas resonaron hasta el Estado Mayor Presidencial.
Todos corrieron y así llegaron de súper emergencia el cirujano cardiovascular Carlos Riera Kinkel y el cardiólogo intensivista Germán Ordóñez Espinoza.
Ambos hicieron prácticamente a un lado a los doctores Estrada Gallegos y Martínez Flores y comenzaron a rescatar a Mancera.
Hasta ese momento los médicos, al ver que la aorta estaba perforada y que el derrame de sangre era incontenible, lo que amenazaba con ahogar los órganos del jefe de gobierno, habían hecho una punción pericárdica en un primer intento de vaciar el saco pericárdico.
Pero no funcionó. La hemorragia era continuaba intensamente.
Bajo este cuadro, el doctor Carlos Riera Kinkel encontró a Mancera ya con paro cardiaco una situación conocida como tamponade.
Riera tuvo que drenar la hemorragia haciendo una cirugía a corazón abierto a través del esternón (se le llama “cirugía a corazón abierto” porque se conecta el músculo cardiaco a una máquina que lo soporta), con lo cual el cirujano pudo tener control de la irrigación sanguínea total de Mancera, mientras cerraba las dos perforaciones, la de la aurícula y la de la aorta.
Todo pasó tan rápido que ninguno de los médicos, ni los dos primeros a los que les estalló la crisis ni a los dos que la resolvieron, se acordaron de quitarle a Mancera las células que le estaban provocando la arritmia. Esas siguen en su corazón.
El ajetreo a que se sometió a Mancera, fue verdaderamente extraordinario. Su condición física y de salud queda mostrada en el hecho de que al mediodía del sábado los médicos le estaban retirando los equipos de respiración artificial.
Sin duda queda para la historia médica el que lo hayan dado de alta apenas tres días después.
ALEGRE DE ESTAR VIVO
Ayer, ya de regreso en su casa, Miguel Ángel Mancera no eludió hablar con los conductores de programas de radio y TV que lo buscaron.
Ante ellos reconoció que estuvo en riesgo de morir.
“Cuando tienes una perforación de la aorta, yo creo que sí, el riesgo está clarísimo, una situación así te puede llevar a perder muchísima sangre en muy poco tiempo”, aceptó.
Sin embargo, a todos les comentó que no piensa en pedir una investigación por negligencia médica,
“No, yo creo que los grupos médicos y las academias están discutiendo los procedimientos”.
En algunas de estas intervenciones comentó simplemente estar contento de estar vivo, agradecido con la vida.
“Fue una experiencia muy intensa”, dijo. Una actitud muy lejana del parte oficial de su oficina que advierte:
“En punto de las 14:30 horas de este domingo 9 de noviembre, el jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera abandonó, por su propio pie, el Hospital ABC, de Observatorio, tras 10 días en donde le practicaron una ablación por arritmia que se complicó, por lo que tuvo que ser intervenido a corazón abierto.
“Tras varios días de convalecencia, en la puerta del hospital, saludando con su brazo, y levantando el pulgar de su mano izquierda en señal de sentirse bien, a los reporteros que durante su periodo de convalecencia estuvieron de “guardia” para informar la evolución de su salud, agradecía con una amplia sonrisa su interés y muestra de afecto.
“Vestido de manera informal, con pantalón de mezclilla, camisa blanca y saco negro, caminó unos 15 metros del umbral del edificio hacia la parte trasera de su camioneta negra, acompañado del secretario de Salud, Armando Ahued, de su secretario particular, Luis Serna Chávez y su equipo de seguridad, expresando en todo momento una sonrisa de gusto y tranquilidad, volteó en todo momento hacia los medios de comunicación y de capitalinos que pasaban por el lugar, agradeciendo las muestras de afecto que le expresaban.
“En la puerta del vehículo y antes de abordarlo se dio un fraternal abrazo con el doctor Ahued, para subir a la camioneta y trasladarse a casa para reunirse con su familia, luego de este episodio de su salud”.