Arde la puerta
¬ Juan Manuel Magaña lunes 10, Nov 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
Siempre fue inimaginable que alguien pudiera atacar Palacio Nacional. Tan fuertemente resguardado. Tan inexpugnable.
El único antecedente que recuerdo fue efímero. El 1 de mayo de 1984, cuando una combinación de siniestros integrantes de algo que se llamó Movimiento Popular Independiente (MPI) y activistas de la Preparatoria Popular Tacuba, arrojaron dos bombas “Molotov” y una de humo a los balcones del monumental inmueble, mientras el presidente Miguel de la Madrid presenciaba el desfile del Día del Trabajo.
Me tocó presenciarlo como reportero. El que fuera director del ISSSTE, Alejandro Carrillo Castro, sufrió quemaduras. Se hicieron algunas aprehensiones, se cerró el plantel Tacuba y luego de algunos años, el siniestro MPI se perdió en la noche de nuestra historia. Es el antecedente de los vándalos que hoy son sacados de los sótanos de la política por alguna razón.
Después de aquel año, el país ha vivido tiempos difíciles, procesos muy duros, destacando los fraudes electorales de 1988 y 2006, caídas económicas, periodos inclementes de delincuencia, pero nunca alguien se había atrevido a cargar violentamente contra el histórico edificio.
Cuantas veces ha querido alejar a la gente de ahí, el poder ha usado toda su fuerza: soldados, policías federales y capitalinos han sido muros humanos infranqueables y hasta el propio Zócalo ha sido cerrado para que un grupo radical como la CNTE no fuera a hacer de las suyas.
Pero este sábado, la puerta principal de Palacio Nacional fue incendiada y golpeada varias veces con la estructura tubular de una barda por un grupo de sujetos violentos que se autodenominan “anarquistas” y que en época reciente se dedican a infiltrar manifestaciones para desvirtuarlas. También me tocó presenciar este hecho, en primera fila.
Significativamente, el ataque ocurrió luego de una marcha, de la PGR hacia el Zócalo, convocada a través de redes sociales en demanda de justicia por el caso de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, un día después de que el procurador Jesús Murillo Karam diera a conocer que todos los indicios apuntan a que los estudiantes fueron asesinados y calcinados. La marcha era, pues, para expresar inconformidad con este informe.
Después de las 21:30 horas, la marcha arribó a la plancha del Zócalo, donde frente a Palacio Nacional se expresaría un posicionamiento de la sociedad civil sobre el informe del procurador. Hacia el inmueble monumental había un doble cerco metálico que inicialmente algunos sujetos rebasaron para mostrar un cartel. Luego de ello, el grupo de 30 infiltrados -“anarcos”- derribó las vallas en presencia de elementos del Estado Mayor Presidencial, a quienes lanzaron globos con pintura roja, que optaron por replegarse al interior de Palacio Nacional. Fotógrafos, camarógrafos y reporteros registraban los primeros ataques a la puerta cuando dos sujetos golpearon con una de las estructuras de contención. Luego uno de ellos trepó en la valla para a cierta altura de la puerta escribir con aerosol la leyenda “Vivos los queremos”.
El grueso de los manifestantes se mantuvo al margen de esos actos, aunque algunos se acercaron exclusivamente a observar o lanzar consignas. Se trataba ya en ese momento de dos eventos completamente distintos. Siguieron casi dos horas de ataques a la puerta principal de Palacio Nacional, que fue varias veces incendiada y apagada.
Poco antes de las 23:00 horas, casi todos los manifestantes se habían retirado y quedaba sólo el grupo violento de unos 30 integrantes. Gente lumpen, a simple vista. Sus rostros muestran el desfiguro que deja la droga y la vida sórdida. Algunos azotaron una pesada coladera de hierro para fracturar el pavimento y hacerse con piedras. Y esto es lo sorprendente: atacaron la fachada de Palacio Nacional durante otra media hora, sin que ningún cuerpo de seguridad interviniera.
Las preguntas vuelven: ¿Quién los soltó de nuevo? ¿Por qué sabotear una protesta pacífica? ¿Por qué robarle las ocho columnas? ¿Por qué querer hacer ver débil y víctima a lo que es poderoso? ¿Por qué esa gente es un enigma?