Tras Iguala, atrofia cerebral
Francisco Rodríguez martes 4, Nov 2014Índice político
Francisco Rodríguez
Un gobierno inerte es lo más parecido a un cerebro humano enfermo. El sistema que debe controlar las respuestas, emociones, controles, órdenes y la comunicación interna entre las neuronas —sinapsis— y la externa hacia el conglomerado social, se inunda de contradicciones y se paraliza.
Este fenómeno ha tratado de explicarse de numerosas formas. Creo que la más actualizada es la del estudioso checo Karl Deutsch, quien en una obra muy conocida en México. “Los nervios del gobierno”, explicó el funcionamiento y la parálisis en la conexión de estos sistemas.
El cerebro enfermo envía mensajes erráticos. Pierde paulatinamente funcionalidad, precisión, sentido de la distancia y de la proporción de las cosas. Los organismos subalternos desobedecen las órdenes y generan, en consecuencia, indisciplina, conductas desleales y pérdida del sentido de la proporción. Todo un aquelarre orgánico… y político.
Por lo anterior se explican —y no, no es justificación— los diversos comportamientos fallidos de los cuerpos de “seguridad” nacional y la contaminación hacia todos los niveles e instancias gubernamentales que se han presentado en los recientes acontecimientos con epicentro en Iguala, Guerrero.
Por eso, la orden o la iniciativa del fiscal, consistente en querer inhabilitar los cerebros y el pensamiento de los habitantes, con el ya famoso “¡No especulen!”, equivalente al mandamiento foxista “¡No lean!”. O al más tétrico de José Millán-Astray, durante la guerra civil española: “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!”.
Por eso, las convocatorias a las “conferencias de prensa” inusuales de los domingos en la noche, sólo para avisar que van a “intervenir binomios caninos (quiso decir perros) y buzos en la búsqueda de los desaparecidos en Iguala”. Y tan tan. La insistencia de conceder “primicias” a los reporteros, que pretenden ser noticias de ocho columnas, como que “Abarca y su mujer son los autores intelectuales” o “culpables”… o “los vamos a encarcelar” por órdenes presidenciales o “la Pineda era amante de Aguirre”… cuando la población sabe al dedillo esos culebrones desde hace un mes. Ternuritas, pues. Pura atrofia cerebral.
Y EL VIAJE PRESIDENCIAL…
Esto no es “mover a México”, acusa el Financial Times. Esto es ¡el mismo México corrupto, donde las autoridades son cómplices de la delincuencia!
En la misma Casa Blanca, Obama manda a su vocero a decirle a la prensa que los hechos en México son lamentables y preocupantes.
¿No existe el recuerdo histórico del insurgente Vicente Guerrero, quien soslayó el indulto al secuestro de su padre y, en cambio, dijo “La patria es primero”?
Por eso, la conducta insensible del habilitado Rogelio Ortega, quien en lugar de decir que responderá ante el pueblo que lo eligió, viene a la Casa Presidencial a prometerle a Peña que no le va a fallar… y ante el gazapo, al día siguiente ¡”ofrece su vida” a los secuestradores, a cambio de los normalistas!, para después dar a conocer que la federación va a imponerle procurador de Justicia y titular de la seguridad pública…
¿Por qué, en lugar de andar de metiche en temas que no se le consultan, el “salidor” hijo de Arnaldo nunca opinó, en su carácter de miembro conspicuo del organismo que vigila los fondos electorales, el financiamiento que los Abarca y los Ebrard daban a la campaña de “El Gordo” Aguirre? ¿Qué se saben? ¿Qué se deben?
“¡MEJOR, YA VÁMONOS”!
Son cerebros balbuceantes, devastados, rebasados por una realidad que, en principio menospreciaron y hoy no alcanzan a entender para encontrar la sinapsis neuronal que los conduzca a su posible solución. Les quedó grande la yegua.
El organismo está poseído por la corrosión de sus principales miembros vitales. Su vida se agota, y conforme pasan las horas, el cerebro enfermo engulle, devasta todo, en búsqueda inútil de su propia subsistencia. Músculos, vísceras, órganos, venas, arterias… ¡todo!
Mientras tanto, todos vandalizan. Sin controles mínimos en la calle. Todos se sienten héroes de la turbamulta.
Normalistas vivos de todo el país, universitarios, politécnicos, padres angustiados, población asustada, todos. Esperando encontrar ya sea a Pío Marcha o al primer alterado que provoque y desate la sarracina fatal, en medio de la pradera seca. Porque todo mundo intuye que el cerebro está devastado.
En las oficinas de los gerifaltes se prenden veladoras para rogar que los fatales acontecimientos no influyan en la voluntad catastrófica de las grandes empresas trasnacionales para que, esas sí, acaben de arrasar, ya no como subcontratistas, sino como socias, lo último que quede.
Total. Todo mundo ya comprobó que el Ejército sirve para los desfiles… y alguno que otro trabajito especial.
Que los fruncionarios, ya no pueden ni construir un trozo de palabras aceptables para la inteligencia tenaz de la opinión pública, antes menospreciada por un cerebro orgulloso y prepotente.
Ahora entiendo a los precoces “Hermanos Lelos” (Los Polivoces), cuando ante cualquier situación incómoda, se miraban de reojo y convenían: “¡Mejor ya vámonos!” Se tomaban de la mano y… se iban “¡de a elefantito!”.
Vámonos, pues.
Índice Flamígero: Se equivocaron con el nombramiento del masajista deportivo Manuel Mondragón en Adicciones. Debieron colocarlo en la vocería gubernamental: acapara todos los espacios mediáticos. Y no le da vergüenza. + + + Su fortaleza física salvó a Miguel Ángel Mancera. Hoy se recupera asombrosamente, de acuerdo a los médicos que lo intervinieron quirúrgicamente el viernes anterior. Mis mejores deseos para él y mis felicitaciones a su equipo más cercano —Luis Serna, a la cabeza— que manejó bien la situación y evitó que el evento hospitalario se convirtiera en una crisis política.