Urgente que la ciudad de México tenga su propia Constitución: Marcelo Ebrard
* Especiales, Cd. de México martes 13, Jul 2010El presidente del Tribunal Superior de Justicia del DF, Edgar Elías Azar, advirtió que ha llegado la hora de que los abogados “elevemos la voz, clara y fuerte, para sustentar con firmeza un auténtico Estado de Derecho”.
Gloria Carpio
Al celebrarse ayer el Día del Abogado, tanto el jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, como el presidente del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal (TSJDF), Edgar Elías Azar, coincidieron en que es necesario transformar el estatus político y jurídico de la ciudad de México aprovechando que este año se conmemora el Bicentenario de la Independencia.
“Es urgente que la ciudad tenga su propia Constitución, porque actualmente su sistema jurídico es anómalo e imperfecto”, señaló Marcelo Ebrard, jefe de gobierno del Distrito Federal.
Reunidos en el Salón Olmeca del World Trade Center, autoridades encargadas de ofrecer y aplicar justicia, litigantes, jueces y magistrados, sostuvieron que la mejor forma de celebrar el Bicentenario de la Independencia de México y Centenario de la Revolución Mexicana, es reivindicando el Derecho, “que tiene diez años en constante involución”.
Durante la ceremonia, Edgar Elías Azar, magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, presentó un diagnóstico sobre la abdicación de los abogados al abordaje de los problemas jurídicos, tanto a nivel constitucional como de leyes secundarias y reglamentos, “que nos ha llevado como sociedad a no respetar ni hacer respetar nuestra Constitución” y puso ejemplos claros del “trastocamiento generalizado del orden legal” y consideró que ha llegado la hora de que los abogados eleven la voz para sustentar un auténtico Estado de Derecho.
Dijo: “hemos llegado a un orden jurídico dispar, injusto y extraviado, siempre montado en los vaivenes de los intereses de grupo y no en su verdadera vocación asumida en el bien común”.
Recordó que el de los abogados no es un gremio que guste de la sumisión, ni de la sujeción a redes que los inmovilicen; que se encuentran “de cara a una de tantas crisis que nos afectan: la del Derecho mismo, como ciencia imparcial, correcta, justa, universal y con un fin clarísimo: el bien de la sociedad y no de grupos de interés”.
Edgar Elías Azar recordó a los abogados que “el Derecho es escudo que protege y no espada que lastima y que en la medida en que éste se perfecciones estaremos en condiciones de celebrar el Día del Abogado”.
Pidió que “se ajuste lo que deba ajustarse, que se aliente lo que funcione y se desechen los engendros para que los abogados puedan cumplir con su misión, que atraviesa por una crisis que parece desmantelar toda noción del Estado de Derecho”.
Reprochó a los abogados, cualquiera que sea su trinchera: jueces o litigantes, asumir un sentido de quietud ante una supuesta “normalidad” que “no nos convence” y enumeró las ramas del derecho totalmente difuminadas, como es el caso del derecho electoral donde -subrayó- “hay actos carentes de la más elemental ética política”.
Hizo notar en su discurso de celebración que “ya no son tiempos para concebir al Derecho como mera estructura lógico-formal”.
El presidente del Tribunal Superior de Justicia capitalino sostuvo que “actualmente se escamotea y regatea a la ciudad de México su libertad y soberanía a su régimen interior, por sinrazones, perfidias políticas y dilaciones inexcusables, pues ya es hora de que la capital cuente con su propia Constitución, ya que se quiera o no, los capitalinos somos líderes en legislación progresista y respetuosa de los derechos humanos”.
Y sobre la intervención del Ejército en funciones de policía, Elías Azar preguntó “¿hasta dónde se justifican los daños colaterales causados a personas ajenas a la criminalidad y a la integración de la fuerza del Estado, en esa guerra contra los delincuentes?”.
Pidió por tanto que se analice la prohibición definitiva, “por principio fundamental, de dejar en las fuerzas armadas funciones de policía y de persecución de la criminalidad, usándolas indiscriminadamente en el territorio nacional”.
Y se refirió también al respeto que debe guardarse a la Doctrina Estrada en los siguientes términos:
“Se esté o no de acuerdo ideológicamente con la Doctrina Estrada (otra de nuestras pifias), en materia de relaciones exteriores debe reconocerse que nuestra Constitución establece como principios básicos a cargo del Ejecutivo federal la No Intervención y la Autodeterminación de los Pueblos”
Por lo que es necesario “respetar y hacer respetar nuestra Constitución en estas funciones básicas del Estado mexicano y no arrogarnos intromisiones en las vidas de otras naciones, ni menos en temas donde no podemos decir mucho”.
Sobre la economía, Elías Azar recordó que sigue existiendo la economía del Estado y la planeación democrática, pero vemos con cierta irritación un soslayo de esos preceptos en beneficio de unos pocos.
Frente a la selecta audiencia de abogados, Marcelo Ebrard, jefe de gobierno capitalino, consideró que el sistema jurídico de la capital es anómalo, imperfecto y debe modificarse todo aquello que no ha funcionado, a efecto de resolver de una sola vez el futuro de la ciudad de México.
Demandó que como festejo del Bicentenario se le otorgue a la capital un estatus jurídico, que sería más que una obra social, una obra de gobierno, a fin de dotarlo con instituciones que funcionen y que le garanticen todas las libertades y derechos.
Pidió a los litigantes compartir ideas para que la ciudad tenga su propia legislación y se terminen los abusos, derivados de la falta de claridad en el estatus jurídico.
Durante la ceremonia, en la que se reunieron 1,500 abogados, se entregaron reconocimientos al ministro de la Suprema Corte, José Ramón Cossío; al ministro retirado Genaro David Góngora; al director de la Escuela Libre de Derecho, Fauzi Hamdam y al procurador de Justicia del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera. También estuvieron presentes la consejera jurídica, Leticia Bonifaz y el secretario de Seguridad Pública del DF, Manuel Mondragón y Kalb.