La repartición de culpas
¬ Augusto Corro miércoles 29, Oct 2014Punto por punto
Augusto Corro
La localización de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos, es la tarea más importante que realizan las autoridades federales. A un mes del secuestro de los estudiantes se desconoce su paradero.
El lunes por la tarde se anunció la captura de cuatro sujetos que recibieron a los jóvenes agredidos y levantados por los policías, aquella noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre pasado.
Desde esa fecha se alteró la vida en las comunidades guerrerenses al confirmarse lo que todo mundo sabía: que Guerrero se encontraba convertido en “narco-estado”. Esa condición de ilegalidad se mostró en el municipio de Iguala, donde el alcalde perredista José Luis Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda Villa fueron acusados como responsables intelectuales de la represión de estudiantes.
De acuerdo con las investigaciones, el matrimonio tenía relaciones estrechas con el cártel Guerreros Unidos, la banda criminal que participó en el secuestro de los normalistas.
El gobernador perredista de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, ahora con licencia, conoció a tiempo el desarrollo de los hechos violentos y no movió un dedo para frenarlos. Ni siquiera obedeció la orden del centro para evitar que el munícipe huyera.
LA IZQUIERDA, INVOLUCRADA
Una vez declarada la ingobernabilidad en Guerrero, derivada de los acontecimientos atroces, los políticos de izquierda empezaron a lavarse las manos. No pudieron. Sus principales dirigentes tuvieron una relación directa o indirecta con el narco-alcalde.
¿Quién o quiénes apoyaron a Abarca Velázquez? “Los Chuchos”, encabezados por Zambrano y Ortega, como dueños del PRD, dieron su aval para que el desprestigiado sujeto los representara como su candidato a la presidencia municipal.
Lo demás corrió por cuenta del propio aspirante que con generosidad desbordada cumplía con sus “aportaciones” económicas a su partido del sol azteca, dominado por la tribu Nueva Izquierda (NI), propiedad de “Los Chuchos”.
Y si hablamos de los líderes de izquierda, no podríamos dejar de referirnos a Andrés Manuel López Obrador que levantó críticas en todos lados, debido a su tardía condena a los perredistas implicados en el caso de Iguala.
Pasó un mes para que el tabasqueño reuniera a sus seguidores en el Zócalo, para decirles que no sostuvo ninguna relación con el alcalde igualteco.
“Nunca jamás lo vi”, dijo López Obrador. Aunque las fotografías que empezaron a circular en las redes muestren lo contrario.
En una foto se ve al mencionado López Obrador con un collar de flores con el alcalde Abarca Velázquez y su esposa con ropa amarilla, el color de los perredistas.
DEBE DECIR LA VERDAD
¿Qué obligó a López Obrador a demorar su apoyo a los normalistas de Ayotzinapa? Sin duda, la pregunta tendrá que ser contestada ampliamente, por una sencilla razón: el “padre” político de Abarca Velázquez es el doctor Lázaro Mazón Alonso.
¿Y quién es Lázaro? Pues el hombre seleccionado por el tabasqueño para que participará como candidato del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) a la gubernatura de Guerrero, en el 2015. Mazón Alonso sostuvo una estrecha relación con el ahora alcalde prófugo, no solamente en lo político, sino también en los negocios, como comerciantes, ambos, en la compra-venta de artículos de oro. El doctor también desempeñaba el cargo de secretario de Salud en el gabinete del gobernador Ángel Aguirre Rivero.
Varios días después de los hechos violentos de Iguala, Aguirre Rivero le exigió su renuncia al doctor y que explicara a las autoridades federales sus relaciones con el presidente municipal.
En esa arista del caso, López Obrador le debe una explicación amplia a sus seguidores. ¿No sabía el tabasqueño de las relaciones peligrosas entre Mazón y Abarca Velázquez?
IZQUIERDA INÚTIL
Guerrero funcionó como un botín para la izquierda mexicana que encontró en la entidad a una población urgida de democracia, como una forma de erradicar la pobreza. El electorado se dejó seducir por los discursos de los perredistas, también de los panistas, y sin analizar su votó llevaron a Aguirre Rivero al poder.
Como señalamos en otras ocasiones, el mandatario, ahora con licencia, debido a su ineptitud logró que se agudizara la ingobernabilidad y creciera la delincuencia organizada.
No es exagerado manifestar que Guerrero funcionaba como “narco-estado” en el que las relaciones peligrosas jugaron un papel determinante. La izquierda perredista terminó aventura, en la mencionada entidad, sumida en el peor de los desprestigios, por decirlo amablemente.
En general, toda la izquierda se encuentra obligada a enfrentar la verdad de sus nexos no únicamente con el presidente igualteco, sino con todos aquellos alcaldes guerrerenses sospechosos de sus vínculos con el crimen organizado.
La historia de la tragedia en Iguala apenas empieza a escribirse, pero ya conocemos el final: la izquierda no nació para gobernar, por lo menos eso se vio en Guerrero. Los errores cometidos por la izquierda en la entidad multicitada tendrán que pagarse.
Así lo reconoció “El ChuchoMayor”, Jesús Ortega, quien, resignado, cerró su columna periodística de la siguiente manera:
“PD: Sé que el PRD cometió un grave error al postular a Abarca (el alcalde multicitado) como candidato y de ello estamos acusando severos daños. Ni modo, los errores y más en la política, se pagan caros y, sobre todo, se cobran implacablemente”.