El fanatismo de la devoción
¬ José Antonio López Sosa miércoles 29, Oct 2014Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Ayer se conmemoró el Día de San Judas Tadeo en la ciudad de México, uno de los fenómenos sociales que vale la pena analizar en la sociedad capitalina.
Miles de fieles se congregaron en la iglesia de San Hipólito, en avenida Hidalgo, frente a la estación Hidalgo del Metro. Cada mes, cada día 28, va un número importante de personas, sin embargo, octubre es el mes de la celebración.
Lo curioso, es que ni siquiera hay imágenes fidedignas de Judas Tadeo, el apóstol de Jesús, que después de ser canonizado se le atribuyen poderes para dar solución a las causas perdidas, he aquí lo más interesante del fenómeno social.
Por encima de fanatismo que lleva a las personas a cargar con figuras del santo de más de un metro de altura, cuadros y demás imágenes (de cómo se lo imaginan los autores), lo que mueve a tanta gente a rendirle tributo es incluso poco claro para la propia Iglesia católica mexicana; lo más recurrente es el exceso de “causas perdidas”, o más bien, lo que la gente que asiste considera como causa perdida.
¿Cada fiel que acude los días 28 de cada mes, cada fiel que acudió ayer a la iglesia de San Hipólito tendrá una causa perdida cerca? Se especula que quienes delinquen o han delinquido también se acercan a esta devoción.
Sin lugar a dudas, el culto a San Judas Tadeo en la ciudad de México representa parte del sincretismo, también la necesidad de una última esperanza frente a la dificultad o a la imposibilidad de la subsistencia en una sociedad como la nuestra. Cosa que la Iglesia católica sabe capitalizar pues ¿cuántas limosnas se habrán recolectado ayer en San Hipólito?, ¿cuánto se recauda cada día 28?, esos son datos que mantienen muy ocultos en la jerarquía católica.
Este fanatismo de la devoción es creciente, la necesidad de creer crece cuanto más mal nos va. Por algo aparecen “vírgenes en el Metro” o en los árboles, por eso la devoción está ahí, buscando de donde sujetarse, de una Biblia, del Atalaya o del templo. La devoción no es negativa creo yo, el fanatismo sí.
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