Guerrero revuelto
¬ Juan Manuel Magaña lunes 27, Oct 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
Siendo el primero en la fila frente al ardor y el reclamo, Ángel Heladio Aguirre Rivero fue el primero en ser abrazado por las llamas de la impresionante hoguera social y política encendida en Guerrero, pero también empujado hacia ella.
El que fuera gobernador no cedió únicamente a la exigencia social de que resignara el poder, sino al gran empujón que le dio el poder, linchamiento mediático incluido, para que las llamas de la hoguera se aplaquen y no trepen más allá, como parece, del estado de Guerrero. Fue tan fuerte el empellón que hasta los suyos, aquellos perredistas que no tienen convicciones sino intereses, contribuyeron a inmolarlo.
Pero ahí está la cosa. El sacrificio de Aguirre no ha resuelto gran cosa. Los familiares de los normalistas de Ayotzinapa desaparecidos el pasado 26 de septiembre en Iguala y la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México anunciaron el viernes su retiro de las mesas de información y coadyuvancia para la búsqueda de las víctimas que mantenían con el gobierno federal, esto es, la Secretaría de Gobernación, la Procuraduría General de la República y la Gendarmería Nacional.
Y todo porque una de las principales líneas federales de investigación en torno al caso ha consistido en la vinculación de los estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa con bandas de la delincuencia organizada, contrarias al grupo Guerreros Unidos.
En pocas palabras, la gente de Iguala ya no quiere saber ahora nada del procurador general de la República, Jesús Murillo Karam -quien era el segundo y ahora pasó a ser el primero en la fila frente al ardor y el reclamo-, ni del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, que trata de mantenerse distante de la hoguera. Ahora aquellos que buscan justicia quieren plantear sus demandas directamente en Los Pinos, y se dicen conscientes de que la dimisión del gobernador Ángel Aguirre no resuelve el conflicto.
Simplemente ayer, estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa bloquearon la Autopista del Sol en ambos sentidos, en la salida de Chilpancingo a la altura de la gasolinera donde en diciembre de 2012 fueron asesinados dos de sus compañeros.
Al mediodía, unos 300 normalistas arribaron al lugar en 10 autobuses, cuatro de los cuales fueron colocados para impedir el tránsito en los seis carriles.
Y esta acción formó parte de las protestas radicales que fueron anunciadas el sábado por los estudiantes de la Normal Rural “Isidro Burgos”.
Unas horas antes de que se cumpliera un mes de la desaparición de los estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (Ceteg) y alumnos de la escuela acordaron radicalizar sus protestas, con la toma de aeropuertos y casetas de cobro y cierre de carreteras en al menos cinco estados del país.
Determinaron “el cierre de las principales carreteras y aeropuertos” en Guerrero, Morelos, Oaxaca, Michoacán y el Distrito Federal para este domingo 26 de octubre. Este lunes se continuaría con el cierre de instituciones bancarias en territorio guerrerense.
Y para el 29, 30 y 31 de octubre se convocó a un paro nacional de 72 horas en el que participarán todas las secciones que integran la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, además de que el 30 se tiene programada una marcha en Chilpancingo.
Unos 500 agentes de la policía estatal, junto con efectivos de las fuerzas federales, integraron al menos tres filtros de seguridad sobre el bulevar de Las Naciones para evitar que la protesta afectara al aeropuerto de Acapulco.
Este fin de semana, normalistas rurales saquearon dos establecimientos comerciales, Aurrerá y la Comercial Mexicana, de Chilpancingo, y paralizaron todas las tiendas departamentales de la ciudad por varias horas, lo que generó el despliegue de la policía antimotines.
Ropa, aparatos eléctricos y artículos de la canasta básica fueron sacados en carritos de metal para colocarlos sobre las aceras, invitando a los transeúntes a que los tomaran. Los normalistas recibieron reproches de transeúntes y de los propios padres de familia de los 43 desaparecidos.
Ahora todo está revuelto.