Gastos innecesarios
Ramón Zurita Sahagún jueves 9, Oct 2014De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Viviendo en un país en el que los presupuestos gubernamentales son sumamente ajustados, con un elevado endeudamiento, un alto déficit y demasiadas carencias de la población, resultan inconcebibles los gastos innecesarios que el gobierno realiza en todos sus niveles.
Ahora que decidió el gobierno de la República cancelar el proyecto de la refinería de Tula, considerado como uno de los más importantes del sexenio calderonista, vale la pena revisar lo que fue una de las grandes mentiras del pasado reciente.
Fue a mediados del sexenio de Felipe Calderón cuando vino el gran anuncio de una convocatoria para la instalación de una nueva refinería en México, la primera en varias décadas.
Varios gobernadores se sintieron atraídos por la posibilidad de generar empleo y derrama económica en las entidades que administraban.
Esos mismos estados realizaron estudios de factibilidad e invirtieron grandes cantidades de dinero, para magnificar los beneficios que tendrían sus entidades en caso de que ganaran el concurso de la obra.
Se seleccionó a diez de ellos y se dijo que a la brevedad se anunciaría al ganador del proyecto, aunque pasaron cuatro meses de la fecha original fijada para el efecto. Campeche, Guanajuato, Hidalgo, Michoacán, Oaxaca, Puebla, Tabasco, Tamaulipas, Tlaxcala y Veracruz, fueron señalados como los estados preponderantes para la adjudicación del proyecto, que rebasaría una inversión de diez mil millones de dólares y en la que se procesarían más de 300 mil barriles diarios de petróleo.
La pasarela de los gobernantes con su propuesta tuvo todo el boato que se requería, con proyecciones y los mejores adelantos tecnológicos de entonces (2009). Jorge Carlos Hurtado, Juan Manuel Oliva, Miguel Ángel Osorio, Leonel Godoy Rangel, Ulises Ruiz Ortiz, Mario Marín Torres, Andrés Rafael Granier, Eugenio Hernández Flores, Héctor Ortiz Ortiz y Fidel Herrera Beltrán, entre otros, desfilaron por esa pasarela, apoyados por técnicos y profesionales que hacían ver las maravillas de sus entidades para convertirse en sede del magno proyecto.Según se estableció entonces, la decisión sería de carácter técnico y no política, ya que en la disputa participaban mandatarios militantes de los tres principales partidos políticos: siete priistas, dos panistas y un perredista.
Se desató una especie de rebatinga entre los gobernadores seleccionados, los que, supuestamente, ofrecían las mejores condiciones, ya que el premio era sumamente atractivo
Dos estados se mencionaron como finalistas, uno panista y otro priísta, Guanajuato e Hidalgo, entidades en las que se asientan las refinerías de Salamanca y la de Tula, respectivamente.
El entonces gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva, anunció la compra de grandes extensiones de terreno, seguro como estaba que el proyecto se iría a la tierra que gobernaba y aseguró que se ahorrarían grandes cantidades de dinero al año. Pero no ocurrió así y finalmente Hidalgo fue el gran ganador, ya que se consideró que además de la refinería, Tula ofrecía una excelente ubicación geográfica, conectividad carretera-ferroviaria y acceso directo a productos refinados, según había explicado el hoy secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
De esa forma se cerró el capítulo de la adjudicación de la gran refinería del sexenio de Calderón Hinojosa.
Varios de los gobernadores quedaron frustrados por lo sucedido, pero no había vuelta atrás de la decisión.
Atrás habían quedado los conceptos vertidos por los gobernantes concursantes, algunos de ellos con tintes románticos, como los expresados por Godoy Rangel, ajeno a lo que se vendría después en Michoacán. Leonel expuso que una refinería es mejor que mil soldados en la entidad, pues ese proyecto podría ayudar a resolver las tensiones sociales.
Eugenio Hernández había dicho que la mejor opción es el puerto de Altamira con contar con la doble ventaja de tener cerca las fuentes de suministro de crudo, tanto las actuales como las futuras. Jorge Carlos Hurtado dijo que resultaba de justicia para Campeche el que la refinería se hiciese ahí, ya que sería una manera de recompensar tantos años sin beneficios para sus habitantes.
Ulises Ruiz destacó los atractivos de Oaxaca para llevar para allá el proyecto, ya que los bajos costos del transporte marítimo y los fuertes aires que soplan en gran parte del estado ayudarían a bajar la contaminación que produciría la refinería. Mario Marín explicó que Puebla resultaba un sitio idóneo y su estudio de factibilidad se redujo a eso.
Andrés Rafael Granier consideró benéfico para el estado (todavía se desconocía la rapiña que venía ocurriendo en la entidad) la generación de 17 mil empleos. Fidel Herrera Beltrán ponderó a Tuxpan como el sitio ideal para ello, por su conectividad y la infraestructura petrolera asentada en la vecina Poza Rica.
Pero sorpresa para todos resultó saber que para finales del sexenio de Felipe Calderón, el avance global de la obra era menor al diez por ciento, con todo y el rimbombante nombre de Refinería Bicentenario Tula.
Dos años después se anuncia la cancelación del proyecto por incosteable y porque resulta sumamente imposible hacerla rentable. Más de mil millones de pesos se fueron por la borda en un proyecto que siempre tuvo un fuerte tufo de corrupción.
GOBERNADORES
De los diez gobernadores de la pasarela, uno está en la cárcel, varios más salieron desprestigiados, otro es señalado, cuando menos, por omisión del crecimiento de la delincuencia en su estado. El ganador del proyecto creció políticamente y se encuentra en los cuernos de la luna y otro más es su subordinado en la dependencia que encabeza. Otro, simplemente es esfumó del escenario político.
Varios de ellos (4) dieron paso a la alternancia en sus respectivas entidades, cuando sus delfines fueron derrotados en las urnas.