Dos de octubre
Ramón Zurita Sahagún viernes 3, Oct 2014De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
El dos de octubre se mantiene como una fecha dolorosa dentro de la historia moderna de México, debido a los hechos sangrientos de Tlatelolco.
De 1968 a la fecha, la situación cambió, para bien, especialmente, lo concerniente a las formas de expresión ciudadana.
Por inicio de cuentas, las manifestaciones, que en aquel entonces debían contar con el aval de las autoridades para producirse, son libres y en algunos casos hasta se abusa de esa libertad.
Salvo por algunas ocasiones en que la autoridad ha usado mano dura y hasta formas de represión, los manifestantes circulan libremente por calles, carreteras y avenidas, sin importar que afecten el derecho de terceros.
El dos de octubre y el 10 de junio hicieron posible ese radical cambio.
Desde aquellas fechas de 1968 y 1971, no se conmemoraba la efeméride con tanto río revuelto, donde nuevamente los estudiantes toman las calles.
Los frentes abiertos del IPN y de la escuela normal rural en Guerrero, prenden los focos rojos sobre situaciones estudiantiles.
En el primero de los casos, los politécnicos tomaron las calles para ser escuchados y atendidos por las autoridades federales, luego de que las escolares no atendieron a sus reclamos.
Más grave es el caso de los normalistas que han sido reprimidos en innumerables ocasiones.
Es cierto que los normalistas son aguerridos, combativos y, en ocasiones, pasan de las manifestaciones y expresiones de inconformidad a la violencia, pero también lo es que eso les ha traído un alto costo de sangre.
Sus reclamos no son escuchados, por lo que asumen métodos de presión que les permitan alcanzar sus conquistas.
Como siempre los perjudicados son los terceros, aquellos que viajaban por la autopista del sol, mismos que sufrieron el bloqueo de la vía rápida, tomada por cerca de diez mil personas.
En el Distrito Federal, marcharon cerca de ocho mil personas, en el desfile conmemorativo del 2 de octubre de 1968.
Claro que como todos los años, el gobierno capitalino tomó previsiones y protegió la ruta de la marcha que es de Tlatelolco al zócalo de la ciudad de México.
Y es que durante varios años, el recordatorio de los hechos sangrientos de la Plaza de la Tres Culturas, fue usado como pretexto por vándalos que se dedicaron al saqueo, lapidación y la agresión de todo aquello que se cruzara en su camino.
Lejos de ganar simpatías para el estudiantado, los agresores alcanzaban el repudio de propios y extraños. El sangriento 2 de octubre fue recordado, aunque no son muchos de los que lo vivieron hace 46 años que continúan marchando.
Hace apenas unos cuántos días falleció Raúl Álvarez Garín, uno de los principales impulsores de la memoria del 68, quien padeció el abuso de la autoridad de aquellos tiempos y sufrió cárcel por los mismos acontecimientos en que fue reprimido.
Contaba Elena Poniatowska que su libro La Noche de Tlatelolco no habría existido sin la colaboración de Álvarez Garín, quien murió a los 73 años de edad.
En ese compendio de Poniatowska se desmiente la primera versión del gobierno de entonces que establecía que una veintena de personas habían muerto en la sangrienta noche del dos de octubre de 1968.
El movimiento estudiantil de 1968 fue un movimiento social en el que además de estudiantes de la UNAM, IPN, y diversas universidades, participaron profesores, intelectuales, amas de casa, obreros y profesionistas en la Ciudad de México y que fue reprimido el 2 de octubre de 1968 por el gobierno de México en la matanza en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco y finalmente disuelto en diciembre de ese año.
El hecho fue cometido por el grupo paramilitar denominado Batallón Olimpia, la DFS y el Ejército Mexicano, en contra de una manifestación convocada por el Consejo Nacional de Huelga, órgano directriz del movimiento. Según lo dicho por sí mismo en 1969[1] y por Luis Echeverría Álvarez, el presunto responsable de la matanza fue Gustavo Díaz Ordaz.[2] Posteriormente fueron acusados Echeverría, Díaz Ordaz y otros altos funcionarios de haber trabajado para la CIA.
“Debido a la acción gubernamental al pretender ocultar información, no se ha logrado esclarecer exactamente la cantidad oficial de asesinados, heridos, desaparecidos y encarcelados.
La fuente oficial reportó en su momento 20 muertos, pero las investigaciones actuales deducen que los muertos podrían llegar a varias centenas y responsabilizan directamente al gobierno de México.[3] El corresponsal de la BBC de Londres en México, Julian Petiffer, quien presenció los hechos, mencionó en un despacho noticioso[4] que “en una destacable demostración de estupidez, brutalidad, o ambas juntas, el ejército y la policía pasaron fuego de ametralladores por miles de manifestantes pacíficos y gente que iba de paso por el lugar…” y estimó el número de estudiantes asesinados en (al menos) 200.”[5]
“Politólogos e historiadores coinciden en señalar que este movimiento y su terrible desenlace incitaron a una permanente y más activa actitud crítica y opositora de la sociedad civil, principalmente en las universidades públicas, así como a alimentar el desarrollo de guerrillas urbanas y rurales y dio cabida al periodo conocido como la Guerra Sucia. La Fiscalía Especial para los Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP), incluye el movimiento del 68 en su informe de febrero 2006 con respecto a dicho periodo”.[6]
Detenido
Un nuevo acierto por parte del gobierno federal resultó la captura de Héctor Beltrán Leyva, considerado como uno de los grandes jefes de la delincuencia organizada.
Fueron once meses los que siguieron su pista, hasta que fue detenido en San Miguel de Allende, Guanajuato.
Ahora habrá que ver qué efecto tiene esta aprehensión dentro del crimen organizado.