La pesadilla se repite
¬ Augusto Corro martes 30, Sep 2014Punto por punto
Augusto Corro
El hilo se revienta por lo más delgado y lo que ocurrió en Guerrero no podía ser la excepción.
Nos referimos concretamente a las balaceras contra normalistas en Iguala, Guerrero, la noche del viernes y madrugada del sábado.
En los hechos violentos perecieron seis personas al ser alcanzadas por las balas de la policía y de sujetos vestidos de civil.
Otra vez se repitió la conducta represora del gobernador perredista, Ángel Aguirre, a quien poco o nada le interesa la vida humana.
La historia no es nueva para el funcionario estatal, pues ya el 12 de diciembre de 2011, dos normalistas de Ayotzinapa murieron en un enfrentamiento con policías ministeriales y federales en la Autopista del Sol.
En el caso de Iguala, nuevamente se acudió a la represión sin contemplar el valor de las vidas humanas que se ponen en juego ante la ambición del gobernador, que frente a la ola de violencia no sabe qué hacer.
Su irreflexión, su gobierno, sin visos de autoridad, desembocó en la represión contra los normalistas.
Como ocurrió en otros hechos criminales, los policías, que sólo cumplen órdenes, terminan en la cárcel. ¿Y sus jefes? Pues bien, siempre logran burlar a la justicia. Para eso cuentan con su código de impunidad.
¿Qué sigue en Guerrero? La respuesta obvia: nada. Le darán largas al asunto, el gobernador condenará los hechos. Las autoridades federales auxiliarán al mandatario estatal y borrón y cuenta nueva.
Que hay estudiantes desaparecidos, ya las autoridades se encargarán de encontrarlos. El último informe es en el sentido de que policías y militares los buscan. El vía crucis de los familiares en busca de sus seres queridos será un capítulo más de dolor y tragedia en las tierras guerrerenses.
¿Qué pasó con los 58 normalistas, cuyo paradero se desconoce? Urge su localización inmediata, para terminar con las especulaciones.
Por otra parte, Ángel Aguirre seguirá en la lucha política, que es lo único que le interesa, pues ahora busca que su hijo Ángel, del mismo apellido, llegue a la presidencia de Acapulco, el próximo año.
LA POLICÍA, MUY MAL
¿Alguna vez funcionaron para bien las policías en México? Planteamos la pregunta porque en hechos recientes, los uniformados se distinguieron por agredir, sin contemplación alguna, a manifestantes.
En el Distrito Federal, Puebla, Guerrero, Michoacán, etc., la labor represora de los policías de los tres niveles: municipal, estatal y federal se encuentra cortada por la misma tijera.
La capacitación de los representantes de la ley ha sido inútil. No se les inculcó el respeto a los ciudadanos y su preparación no respondió a las necesidades para hacer frente a la delincuencia organizada.
Uno de los errores de Calderón fue declarar la guerra a la delincuencia organizada sin contar con la policía suficiente y capacitada. Para nadie es un secreto que los uniformados ganan salarios que no les alcanzan para llevar una vida digna y sucumben ante los llamados del crimen organizado que les proporciona estímulos económicos “para nivelar el presupuesto familiar”.
¿Cuántos policías fueron dados de baja en los últimos años? Miles. La idea consistió en sanear los cuerpos policiacos, misión que se antojó irrealizable.
En el presente, los representantes de la ley no se encuentran en condiciones de enfrentar la delincuencia, ni con el criterio suficiente para evitar los ataques criminales contra los que protestan o se manifiestan en las calles.
En más de un ocasión, se descubrió la vinculación de los uniformados con los cárteles de la droga. ¿Qué ocurrió? Fueron dados de baja y se dieron de “alta” con los sicarios.
Para erradicar la violencia, es menester que los representantes de la ley realmente reciban una educación esmerada que les permita cumplir con la obligación de proteger a los ciudadanos.
AL ARCHIVO
El líder panista de Guerrero, Braulio Zaragoza Maganda Villalba, de 35 años, fue asesinado de tres impactos de bala, el domingo en la mañana en el interior del hotel El Mirador, ubicado en una de las zonas más concurridas por el turismo en Acapulco.
Un sujeto agredió al político cuando se encontraba en el área del restaurante e intentó huir. Fue atacado por la espalda. Ya se informó que las autoridades iniciaron las investigaciones correspondientes, aunque son nulas las posibilidades para aclarar el asesinato.
Esto obedece a que los crímenes de políticos llevan a senderos intransitables, además de que las policías no cuentan con los instrumentos indispensables para llevar a cabo una investigación formal.
En el 2009, fue asesinado el presidente del Congreso de Guerrero, Armando Chavarría Barrera. Supuestamente, el crimen fue investigado, pero no se supo quién o quiénes fueron los agresores.
En aquella ocasión, el dirigente nacional del PRD, Jesús Ortega, manifestó que se trataba de un asesinato político que formaba parte de una secuela de violencia que provocó la muerte de al menos 25 militantes amarillos.
El caso del legislador local se olvidó y se guardó en el archivo del olvido. Lo mismo podría ocurrir con el dirigente blanquiazul Braulio. No olvidar que Guerrero ya lleva varios años en la lista de los estados con mayor violencia en México.