Veinte años
Ramón Zurita Sahagún lunes 29, Sep 2014De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Son 20 años los transcurridos desde el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, quien estaba destinado para ser el coordinador de la entonces aplastante mayoría priísta en la Cámara de Diputados en la LVI Legislatura.
De él se aseguraba que duraría solamente unos días, ya que sería incorporado al gabinete de Ernesto Zedillo Ponce de León, como secretario de Gobernación.
Con mucha antelación se manejaba su nombre como uno de los finalistas en la candidatura presidencial del PRI para el año 2000. No se sabe si todas esas especulaciones tenían razón de ser, pues el ex gobernador de Guerrero fue asesinado y nunca pudo concretarse su idea de ser parte del gabinete presidencial, aunque su hija Claudia lo consiguió tres sexenios después. 1994 fue un año sumamente difícil para México, ya que sucedieron tres hechos que marcaron el nuevo derrotero del país: la rebelión zapatista en Chiapas, el asesinato de Luis Donaldo Colosio y el crimen de José Francisco Ruiz Massieu.
Antes de eso, la violencia en México había tenido algunos hechos asilados que horrorizaron a su población y que, incluso, tuvieron repercusión en el extranjero.
Es cierto que un año antes (mayo de 93) cayó abatido por sicarios el obispo de Guadalajara, Juan Jesús Posadas Ocampo, y que habían ocurrido balaceras en discotecas como el Christine (Puerto Vallarta) y algunos capos del crimen organizado habían sido asesinados por rivales.
Sin embargo, la violencia más grande estalló después del trágico 1994. Fue entonces cuando aparecieron las matanzas de Acteal y otros sitios de Chiapas, surgieron los primeros descabezados, mismos que se multiplicaron al paso del tiempo.
Los secuestros se hicieron una constante, primero con los grandes empresarios, después con políticos y más tarde con ciudadanos comunes. Se mostró al mundo entero como la violencia se apoderaba del país y como la impunidad era el marco de referencia de los delitos.
El nuevo México irrumpía en el universo, ante el temor ciudadano y el fastidio de las autoridades que no se encontraban preparadas para afrontarlo.
Sin embargo, lo que se vino después fue peor, aparecieron los asesinados por racimo. Mismo en un auto abandonado, que en una tumba clandestina, tirados en la vía pública o dejados en una camioneta. La descomposición social es enorme, la delincuencia organizada y la no tanto se apropió de estados enteros, ante la pasividad de las autoridades que solamente acertaban a negar esas versiones.
El Ejército y la Marina fueron incorporados a tareas policíacas, teniendo éxito relativo en algunas ocasiones, cometiendo atrocidades en otras, sin que el problema de la violencia y la inseguridad se hubiese controlado.
Veinte años después del trágico 1994, la situación es incierta.
Es claro que el cambio de administración federal, dando paso al regreso del PRI a Los Pinos, dio un giro a la situación, asumiendo directamente el gobierno federal las tareas que los estados y los municipios evadieron, con resultados medianos y que los golpes producidos en menos de dos años del presente sexenio son alentadores, pero los focos rojos siguen prendidos en algunos estados del país, donde no se ven soluciones reales y prontas.
JOSÉ FRANCISCO
La muerte de José Francisco Ruiz Massieu desencadenó una serie de hechos que dieron un vuelco a la vida política del país.
Como en el caso de Luis Donaldo Colosio Murrieta resultaron beneficiados una serie de personajes, mientras que otros sufrieron las consecuencias de ese hecho.
Si con lo de Colosio Murrieta el mayor beneficiado fue Ernesto Zedillo Ponce de León, quien resultó candidato presidencial y los perjudicados fueron todos aquellos que fueron motejados como las “viudas de Colosio”, con la muerte de Ruiz Massieu, las familias Salinas y Ruiz Massieu fueron estigmatizadas.
Humberto Roque Villanueva recibió de rebote la coordinación de los diputados priístas, Esteban Moctezuma fue designado secretario de Gobernación y Francisco Labastida Ochoa se convirtió en candidato del PRI en el 2000.
Raúl Salinas de Gortari fue acusado y después declarado inocente por el crimen, Carlos Salinas de Gortari pagó las consecuencias de un sexenio de liberalismo, Mario Ruiz Massieu murió en el extranjero, con varias acusaciones tras de sí. El gobierno mexicano quedó en entredicho por la actuación de un procurador de la República (Antonio Lozano Gracia) carente de experiencia y engatusado por sus operadores y un fiscal perverso. Pasados 20 años del asesinato de José Francisco, su muerte queda englobada como una de las tantas historias negras de las que la ciudadanía quiere respuestas y verdades, ya que considera que han quedado cojas las investigaciones.
Son 20 años en que la violencia se empoderó en el país y no se ve hasta cuando, el gobierno federal tendrá resultados palpables y reales de su combate y la ciudadanía pueda recuperar parte de su libertad vulnerada por la delincuencia y la violencia que asuela diferentes partes de la República.
DE TRES BANDAS
Finalmente, Gustavo E. Madero se encuentra dispuesto a disputar la coordinación de la diputación panista en la LXIII Legislatura y buscar la oportunidad de convertirse en candidato presidencial de su partido. Ante la carencia de figuras emanadas de Acción Nacional, el todavía presidente nacional del partido, está dispuesto a la renuncia a ese cargo, dejar todo en manos del secretario general, Ricardo Anaya Cortés y jugar a una carambola de varias bandas.
La renuncia de Madero Muñoz deja en claro que buscó la reelección, solamente para mostrarle a Ernesto Cordero y a sus seguidores (calderonistas) la fuerza con que cuenta al interior del partido, además de frenar cualquier posibilidad de que Margarita Zavala sea la eventual coordinadora de esa diputación y abre vía franca al senador Francisco Domínguez, para que se convierta en candidato en Querétaro.