Fiestas patrias
Ramón Zurita Sahagún miércoles 17, Sep 2014De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Desde que Porfirio Díaz institucionalizó el 15 de septiembre como la noche del Grito de Independencia, como parte la celebración de su cumpleaños, la fecha se convirtió en la máxima celebración dentro del país.
Es cierto que el grito libertario fue en la madrugada del 16 de septiembre y que actualmente las fechas se confunden y que para los estudiantes o las nuevas generaciones la conmemoración de aquel día en que Miguel Hidalgo inició el movimiento independentista es el 15 y no el 16 de septiembre.
Sin embargo, las autoridades han sido incapaces de hacer las aclaraciones pertinentes y la alternativa fue que el 15 de septiembre se celebra el inicio de la Independencia de México y el 16 de septiembre un desfile militar que recuerda la hazaña de los Insurgentes. Con todo y ello, las llamadas Fiestas Patrias se engloban dentro del mes de las máximas celebraciones nacionales, ya que en ellas se insertan el Informe Presidencial, la gesta heroica de los Niños Héroes, el grito libertario y hasta el natalicio de José María Morelos, 30 de septiembre encaja en la celebración. Una fecha que se les escapa a los gobernantes es la del 27 de septiembre, ocasión de la consumación de la independencia, cuando en realidad el naciente país alcanzó el grado de independiente.
Por alguna razón, los gobernantes olvidaron esa fecha, con la que se dio fin a la guerra de 11 años y días que duró la gesta independiente que se consolidó muchos años más tarde.
Pero los dos días que duran los principales festejos patrios (15 y 16) no han sido todo lo agradable que algunos creen, ya que en los mismos se han producido tragedia, provocada por la mano humana y criminal o por la naturaleza.
Los años recientes dejan cuando tres tragedias que quedan enmarcadas dentro de las celebraciones y que hoy merecen ser recordadas.
La más reciente está sumamente fresca, ya que sucedió apenas el año pasado y fueron unos días de incertidumbre, dolor y terror para los que las vivieron.
Ocurrió en varios estados del país, pero se concentró principalmente en Guerrero y Sinaloa y en menor dimensión en Veracruz.
Las causas fueron varias, pero principalmente fueron la corrupción y negligencia de las autoridades y fraccionadores y desobediencia por parte de la ciudadanía que poco caso sobre los avisos de los riesgos que corren ante los fenómenos naturales.
De esa forma, decenas de personas murieron y otras más quedaron atrapadas ante la fuerza de la naturaleza que avasalló ciudades y pueblos.
A la distancia de aquellos terroríficos acontecimientos poco es lo que ha sucedido, es cierto que algunas autoridades respondieron de inmediato y otras más prefirieron hacerse de la vista gorda con la tragedia.
Se anunció que se actuaría con la ley en la mano en contra de los responsables de la tragedia y hasta se llegó a señalar el uso indiscriminado de permisos para asentamientos humanos en zonas de alto riesgo, por lo que autoridades y constructores serían sancionados.
Pero ni las principales autoridades que otorgaron permisos para construir en áreas peligrosas, ni mucho menos aquellas otras autoridades que no informaron sobre los riesgos de los fenómenos naturales que se avistaban o aquellos que disfrutaban días de asueto, sin tomar en cuenta lo que se venía encima recibieron sanciones como se había anunciado.
Cada uno de ellos sigue tan campante en sus cargos y algunos de ellos se preparan para competir por otros puestos públicos.
Esa tragedia del 2013 parece haber quedado atrás, como también la vivida en Morelia, Michoacán, en 2008.
Gobernaba Leonel Godoy Rangel, cuando lo que primero fue considerado como petardos estallaron en plena ceremonia del Grito de Independencia la noche del 15 de septiembre.
Siete muertos fue la cifra oficial de lo que después se supo fue un acto terroristas preparado por un cártel del narcotráfico.
Los ataques consistieron en las detonaciones de dos granadas de fragmentación en dos puntos del centro de la ciudad: en la plaza Melchor Ocampo y en el cruce de la Avenida Francisco I. Madero Poniente y la calle Andrés Quintana Roo. Estas explosiones se produjeron en el área centro de la ciudad (cerrada al tráfico vehicular para la realización del acto), cuando se encontraban reunidas alrededor de 30,000 personas para la ceremonia.
Poco después de la última arenga del gobernador Leonel Godoy Rangel se escucharon dos explosiones casi simultáneas entre la multitud, aunque al principio se creyó que se trataba de la explosión accidental de cohetones o petardos, pero minutos después las autoridades empezaron a percatarse de la magnitud del ataque.
Tras el atentado 3 personas fallecieron, pero en la madrugada del 16 de septiembre 4 de los heridos graves también se convirtieron en víctimas mortales del acto. El número oficial de heridos ascendió a los 132, entre ellos diversas personas que perdieron brazos o piernas o ambas extremidades.
Otro evento trágico ocurrió el 16 de septiembre de 1995, en ocasión del desfile militar, cuando varios aviones de la Fuerza Aérea Mexicana chocaron entre sí el aparato F-5E del Capitán Héctor Trejo Flores alcanzó a los aparatos T-33, hizo contacto con uno de ellos y la hecatombe no se hizo esperar, tres T-33 y el F-5E caen a tierra, mueren el citado Capitán del F-5 Trejo Flores, y de los T-33 mueren el General de Ala Gonzalo Curiel García, el mayor José Rivera Gutiérrez y los tenientes Gustavo Enrique Pérez Estrada, Mario Humberto Sánchez García y Jorge Vergara Mogollón, otro teniente de nombre Gerardo Ceballos logró salir vivo gracias a que activó a tiempo su asiento expulsor.
Esos son algunos pasajes recientes de las fiesta patrias.