Abollaron la aplanadora
Ramón Zurita Sahagún lunes 5, Jul 2010De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
El carro completo resultó con abolladuras, mismas que tendrán que ser reparadas en los tallares de composturas del partido, si es que la intención es llegar con un vehículo en plenitud de condiciones a la elección presidencial del 2012.
Para la tormenta desatada en las dos semanas previas a la elección, el resultado de los procesos electorales en doce gubernaturas no resulta del todo desagradable.
Es cierto que antes de las filtraciones de las grabaciones de los gobernadores priístas (Fidel Herrera, Mario Marín y Ulises Ruiz), la dirigencia nacional del partido tricolor realizaba cuentas alegres, ponderando su posicionamiento en los doce estados con elección de gobernador.
Sin embargo, el mundo se les vino encima, se incrementó la guerra sucia en su contra, se les cuestionó por la intromisión de los gobernadores en las campañas, se les asesinó a un candidato favorito en las encuestas y aumentaron las acciones del gobierno federal para mostrar las bondades de la administración presidencial de Felipe Calderón.
Los priístas sufrieron ante los varios frentes abiertos y la muestra de que sus adversarios no se quedaban con los brazos cruzados ante la embestida tricolor y el denodado esfuerzo por arrasar en los comicios y dejar constancia de su poderío.
Por eso, de resultar ciertas las primeras tendencias que apuntan hacia el revés en Oaxaca, la disputa de una elección de nariz en Puebla y la recuperación de tres estados que no gobernaba desde hace doce años, los priístas pueden darse por bien servidos.
No se trata del resultado esperado para el partido tricolor, aunque la jornada resulta sumamente alentadora al recuperar tres estados que desde hace doce años no gobernaban y salvar la joya de la corona que representa el tercer estado más poblado del país: Veracruz.
Es cierto que los resultados serán valederos hasta que los organismos electorales los avalen y que todavía algunos de esos procesos electorales pasarán por el veredicto de los tribunales electorales a los que unos y otros apelarán, si es que los resultados no les fueron favorables.
Con todo y ello, los malos augurios que presagiaban barruntos de tormenta no fueron tan certeros como en otras ocasiones y con hechos aislados, acusaciones menores y algunas bajas mortales, los procesos electorales en catorce estados del país –doce para renovación de Ejecutivos estatales-, no arrojaron el saldo de sangre augurado.
Y es que desde el arribo de México a la modernidad y a la supuesta vida democrática, los rastros de sangre dejados en cada proceso electoral inquietan sobre el siguiente, principalmente, cuando aparecen candidatos de todos tamaños y colores pagando la cuota de violencia.
El primer experimento de juntar los procesos electorales de doce estados en una sola, mismos que se celebraban antaño en fechas tan distantes como que unas correspondían a julio otras a septiembre, otras más a noviembre y las últimas a febrero del año siguiente deberán someterse a un profundo análisis para determinar su conveniencia o inconveniencia de reunirlas en un solo paquete electoral.
Por lo pronto, ni unos otros podrán llamarse ganadores del proceso electoral, con todo y que los tricolores consiguieran la recuperación de tres plazas gobernadas por sus adversarios del PRD y PAN, ni los aliancistas que podrían haber conquistado dos plazas de importancia vital como resultarían ser Oaxaca y, eventualmente, Puebla.
Sean los que sean los resultados, para los priístas quedan varias lecciones que deberán observar si es que pretende regresar en dos años más a Los Pinos.
En primer lugar no menospreciar a los adversarios ni mucho menos anticipar victoria que todavía no conquistan. En segundo evitar que los gobernadores se engolosinen con las candidaturas y dejen de lado a personajes bien posicionados, que han trabajado a favor del partido y que favorezcan a otros que traen solamente su disponibilidad para cuidar las espaldas de gobernantes que han fallado al pueblo.
Sin importar si el resultado favorece finalmente o no lo hace al PRI en Oaxaca y Puebla, los candidatos postulados por el partido tricolor carecían de linaje para asumir ese encargo, razón por la que siempre fueron objetados por sus propios compañeros de militancia y en razón de que los gobernadores en funciones no formaban parte de la ortodoxia política.
Si los votos favorecen, finalmente, a los candidatos de la alianza opositora al PRI, César Nava mostrará las bondades de la guerra sucia y que esta es sumamente redituable cuando se usa en forma indiscriminada y sin importar las violaciones que se cometan a las leyes.
Desde que se iniciaron los procesos de selección de candidatos y se analizaba la posibilidad de alianzas entre los partidos de izquierda y de derecha, Oaxaca fue tomada como el símbolo de las coaliciones y se estableció que la jugada maestra se centraba en ese territorio, sin importar la suerte que se corriera en los demás.
Los resultados parecen darles la razón a los aliancistas, mientras que sus detractores tendrán que comerse sus palabras y reconocer que las cuentas alegres que siempre hicieron durante las campañas electorales no pasaron de ser simplemente eso.
Los fríos números muestran de nueva cuenta la falsedad de las encuestas que en grado superlativo se manejaron al gusto del cliente y que la verdadera encuesta es la que aplica el ciudadano el día de los comicios.
*Los presidentes de los tres partidos considerados nacionales se jugaban cartas importantes sobre su futuro en el proceso electoral de ayer, habrá que seguir de cerca cuál de ellos reconoce como fracaso el resultado electoral del domingo cuatro de julio y con ello empaña su futuro mediato.