¿Por qué?
¬ Juan Manuel Magaña viernes 8, Ago 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
La última riqueza del país -el petróleo, la energía- ha sido privatizada en términos legislativos. A Pemex y a la CFE se les ha puesto en un proceso de inexorable desmantelamiento para que dejen el campo libre a las poderosas empresas trasnacionales que habrán de venir con todo y lo que ello implique.
Ciertamente no tuvo que ser vendido ni un tornillo.
Y una de las implicaciones, ya se ha dicho, es el hecho de que esas empresas estarán muy bien respaldadas por sus gobiernos, por sus congresos, por su legalidad y por sus ejércitos.
Ese es el significado profundo de aquella advertencia terminal de Jerry Brown, el gobernador de California que pasó por México: si no tienen “mano dura”, las petroleras “se los van a comer vivos”.
Y hablar a estas alturas de mano dura sería totalmente un contrasentido, si todo se hizo a imagen y semejanza de los apetitos de las gigantescas petroleras que vendrán para llevarse por lo menos un millón de barriles de petróleo al día.
El diseño es extranjero mediante el cual se impuso no sólo una reforma sino todo el aparato, toda la legislación, para que extranjeras penetren de manera inmediata, a decir del senador Manuel Bartlett.
Entonces, ¿cuál mano dura?
De entrada, las nuevas leyes no son claras en muchos puntos que tendrán que definirse en el momento de la práctica. Y a decir de los especialistas va a estar en chino la formación de cuadros capaces y honestos de funcionarios que atajen las tentaciones brutales que habrá en el sector.
Serán las empresas las que terminen controlando un negocio de trillones de dólares, no los organismos técnicos reguladores.
¿O usted cree que va a ser al revés? Parte de comernos vivos será el hecho de que no sólo tendrán la estructura de derecho a su favor sino que con ello podrán apoderarse del territorio nacional.
Tratándose de grandes empresas de grandes grupos económicos financieros, ¿usted cree que podrá el Estado mexicano controlar todo el proceso? ¿Cree que así va a cumplir la promesa de que vamos a ser ricos? ¿De cuándo acá las empresas extranjeras hacen rico a algún país?
Todas estas preocupaciones y ninguna certeza quedan tras una reforma energética procesada por un Congreso de la manera más desaseada posible y de espaldas a la población.
Todas esas preocupaciones quedan y por ello tendrán que ser disipadas en un proceso político cuya magnitud nadie puede pronosticar en este momento: el de la consulta popular de 2015, junto con las elecciones federales intermedias y la aparición de un nuevo partido de oposición dura, el Morena.
Se consumó esa reforma y se puede afirmar que en buena medida ha sido parida por la corrupción, razón por la cual fueron blanco de críticas tanto el sindicato petrolero, como el PRI, el PAN y las administraciones de Fox y Calderón. (Criticas hechas en parte por perredistas, muchos de los cuales al hacerlo se mordieron la lengua).
De todos ellos es la incapacidad y claudicación, por haber tenido en sus manos una industria energética a la que perjudicaron, saquearon y pretenden ahora poner fin. Matar a la gallina de los huevos de oro siempre será un mal consejo para un país.
La gente se va a preguntar en los meses que siguen si las petroleras extranjeras vendrán a extraer recursos y hacer negocio o a hacer una labor social para los mexicanos.
También por qué no primero se optó por combatir la corrupción en Pemex, en vez de encoger la empresa junto con la CFE. ¿Por qué -como dice ufano un inefable ex presidente del PAN- matar a Lázaro Cárdenas?