¿No hay otro villano favorito?
¬ José Antonio López Sosa jueves 24, Jul 2014Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Antes de comenzar esta columna aclaro, no soy un activista en favor de Andrés Manuel López Obrador, lo mismo he aplaudido y criticado sus andares en la política, lo mismo que con otros personajes públicos de este país.
Aclarado el punto, me sorprende que 14 años después que López Obrador asumiera la jefatura de gobierno en el Distrito Federal, 8 años después de la controvertida elección presidencial decidida en tribunales y a 2 años de una rotunda derrota en las urnas, haya opinadores que siguen teniendo como disciplina casi diaria criticar con verdades y mentiras a Andrés Manuel López Obrador.
Obtuvo el registro de Morena como partido político, serán en las urnas cuando los ciudadanos decidiremos si éste y los otros dos partidos recién creados mantienen o no el registro de acuerdo al resultado el año entrante; sin embargo, quienes se han dedicado por consigna a denostarle, vuelven a emerger vaciando la tinta en el mejor de los casos con razones y en el peor, con el estómago.
¿Qué ganan quienes critican de forma permanente frente a la menor provocación a Andrés Manuel López Obrador?, lo único que demuestran es una obsesión, quizás la misma que López Obrador tiene por ser Presidente de la República, ello quiere decir tal vez, que tan obsesivo es el propio Andrés Manuel como sus fieles críticos desde hace años.
Leo y escucho una cantidad irracional de ira contra Andrés Manuel López Obrador, muchas veces burda cuando el mismo que la emite, trata con complacencias los yerros del poder.
La opinión nos permite el uso de la subjetividad para emitirla; sin embargo, la obsesión no camina de la mano con la pluralidad y la democracia, luego entonces un opinador que se pone el saco de plural y demócrata, está en franca falsedad cuando se engancha con un personaje como hace decenas, se han enganchado contra Andrés Manuel López Obrador.
Del otro lado están sus defensores, sobre todo el activismo de café en redes sociales, aquellos que todo le admiran y ven en su figura un mesías y no al político que tiene aciertos y errores. Ambos extremos son patéticos para una incipiente democracia como la nuestra y es una pena que no encuentren tintes medios.
Así comenzó ya el activismo a su favor y en diversos medios impresos y electrónicos, los obsesivos que escupirán tinta y saliva cuantas veces tengan oportunidad.
El está también en los medios de comunicación, lamentablemente tenemos los opinadores que merecemos, ¿será?
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