Las deportaciones
¬ Augusto Corro miércoles 16, Jul 2014Punto por punto
Augusto Corro
El lunes pasado Estados Unidos deportó a 120 personas, en su mayoría niños, de tres países centroamericanos. Ya sólo falta regresar a más de 50 mil menores que se encuentran ilegalmente en el vecino país.
La cantidad de indocumentados se repartió de manera equitativa: 40 para Guatemala, 40 fueron a El Salvador, y 40 más tuvieron como destino Honduras.
La crisis humanitaria de los niños no acompañados que llegaron a EU removió lo más profundo de las conciencias en todo el mundo, que se pronunciaron por una mayor atención a la problemática, que no se resolverá de la noche a la mañana.
Por ejemplo, las recientes deportaciones de EU poco o nada disminuirán el interés de los latinoamericanos que buscarán en el país del norte mejores condiciones de seguridad y vida, lejos de sus lugares de origen en los que predomina una espiral de pobreza y violencia.
De una u otra manera, los guatemaltecos, salvadoreños y hondureños deportados, seguramente ya piensan en regresar porque no tienen alguna manera de pensar en un futuro halagüeño.
Serán viajes de retornos permanentes porque las autoridades de varios países centroamericanos, incluido México, tendrán que atacar las causas que obligan a la población a emigrar ante las pocas o nulas oportunidades de trabajo y al constante acoso de las bandas criminales.
A los conflictos señalados se sumó la idea de que con una nueva ley migratoria, los adultos radicados en EU podrían recibir a sus hijos para vivir con ellos: es decir, la reintegración familiar.
Esa falsa apreciación provocó la desbandada de niños no acompañados que no lo pensaron dos veces para reunirse con el padre, la madre o el pariente cercano.
PROBLEMAS ANCESTRALES
En el presente, ni EU, México, Guatemala, El Salvador y Honduras tienen la fórmula para controlar el fenómeno social que significa la crisis humanitaria. Las medidas que se aplicarán serán paliativas.
Y si no se atienden los problemas sociales como son la pobreza y la inseguridad la problemática continuará. La realidad es estrujante cuando, en el caso de México, las familias se sientan alrededor del fogón a comer tortillas con chile y frijoles.
El cierre de fronteras o mayor vigilancia en las mismas no evitará el intenso flujo migratorio, ni de adultos ni de menores, acompañados o no. La necesidad de sobrevivir y de huir de un ambiente hostil son razones más que suficientes para dejar el lugar donde se nació.
Claro, brindar un trato más humano a migrantes es lo menos que se puede hacer con nuestros semejantes en desgracia o en condiciones deplorables, como ocurre con los indocumentados que tienen que sortear innumerables peligros en sus viajes por el interior de México.
Esos desamparados se transportan a bordo de “La Bestia” ese tren que ha funcionado como personaje central de un drama cotidiano cuyo boleto de viaje se paga con una pierna mutilada o con la propia vida.
Pero no es solo la máquina la causante de las desgracias de los migrantes, también ha sido devastadora la participación de las bandas criminales y de los propios elementos del Instituto Nacional de Migración (INM) que ponen su parte en la pesadilla mortal de los viajeros.
LA IGLESIA CATÓLICA
Por cierto, los representantes de la Iglesia Católica aprovecharon la ola de pronunciamientos para atender la crisis humanitaria. Sin embargo, la exigencia de los religiosos para un mejor trato a los migrantes ha sido muy relativa.
El padre Alejandro Solalinde y el equipo del albergue para migrantes “Hermanos en el Camino”, ubicado en Ixtepec, Oaxaca, son los únicos que, en la práctica, han demostrado su empeño e interés en brindar ayuda humanitaria a los migrantes que incursionan en nuestro país.
La jerarquía católica, desde sus cómodas instalaciones lanza sus pronunciamientos sobre los derechos humanos de los indocumentados.
Si las recomendaciones se acatan, bien, sino se obedecen, también. Hace tiempo que la Iglesia Católica se desentendió de las carencias y desgracias de sus fieles. Allá ella.
NACIERON CON TORTA
Una ola de repudio levantaron los registros de los tres nuevos partidos políticos en México. Nos referimos los recién nacidos Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Partido Humanista (PH) y Partido Encuentro Social (PES).
El rechazo a los organismos políticos mencionados obedece a que recibirán dinero contante y sonante para su mantenimiento, de tal manera que la democracia mexicana seguirá presente como una de las más caras del mundo.
Según la información en algunos medios, los tres nuevos partidos aprobados para interactuar en la escena nacional “nacerán con una bolsa garantizada de 36.3 millones de pesos de financiamiento público, para sus primeros cinco meses de vida, de agosto a diciembre de este año”.
Esas aportaciones económicas a los institutos políticos recientes provendrán de los siete partidos vigentes.
La mencionada sangría económica apenas si la resentirán los siete partidos preexistentes, pues “recibirán en lo que resta del año bolsas millonarias de recursos, el más, el PRI, con 415 millones de pesos, seguido por el PAN, con 348 millones, y el PRD, con 265 millones de pesos”.
Claro, el financiamiento de los partidos seguirá con recursos públicos y esta práctica administrativa es la repudiada por la población, una vez que “la política, los políticos y sus partidos son el sector con mayor desprestigio social en México”.