Diálogo incondicional
¬ José Antonio López Sosa miércoles 30, Jun 2010Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
El presidente Felipe Calderón llama al diálogo, a unir fuerzas para combatir la criminalidad que el pasado lunes dio muestra de un extremo difícilmente imaginable a una semana de una elección estatal, se suman voces y Calderón trata de capitalizar al máximo este suceso.
No se trata de oponerse a todo aquello que Calderón propone por el simple hecho de contradecir, simplemente resulta poco común que quien coadyuvó a polarizar este país en el año 2006 trate ahora por todos los medios de unirlo. Las circunstancias y variables son distintas y extremas, es cierto, sin embargo la labor de unir y aquilatar fuerzas no debe limitarse al discurso sino debe comenzar con la práctica, en este caso con la toma de decisiones en torno al tema de seguridad nacional.
La única decisión que se ha escuchado del presidente en turno es elevar su seguridad personal, más allá de ello tan sólo ha reprobado los hechos haciendo un llamado al país entero a olvidarse de diferencias y trabajar en conjunto.
Me parece que el presidente Calderón debe comenzar por reconocer los garrafales errores que ha cometido durante su administración en la forma de conducir esta autodenominada “guerra contra el crimen organizado” para entonces, reestructurar su plan de acción en conjunto con todas las fuerzas políticas, no obstante estas comulguen o no con la visión panista del presidente.
Difícilmente se puede pensar en un diálogo incondicional cuando la administración federal no reconoce las omisiones y torpezas que ha cometido en el camino y han costado la vida a cientos de personas, ¿por qué no comenzar por enderezar el timón que probado está, va a un rumbo incierto?
Es verdad que sin consenso resultará muy difícil sacar al país de esta crisis de seguridad que nos acerca a la terrible Colombia de los años ochenta, pero también es verdad que quien rige los destinos de la nación desde el poder ejecutivo debe hacer un profundo análisis reconociendo las negligencias por las que el país ha llegado hasta este extremo.
Para un diálogo incondicional hace falta un reconocimiento institucional de lo que está mal y lo que debe cambiar, las mismas palabras que usó Felipe Calderón en torno a dejar de lado diferencias, debe aplicarlas en su ejercicio del poder, dejando de lado cuestiones electoreras y de férrea necedad que le han caracterizado desde el 1 de diciembre de 2006.
El problema está creciendo, estamos bajo riesgo de ver cosas peores si no se toman las medidas necesarias y si no se llevan al cabo este tipo de acuerdos nacionales, es tiempo que el presidente recule en los errores y fomente la participación plural y certera para combatir la criminalidad que nos tiene al borde de un estado fallido.
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