Consortes
Ramón Zurita Sahagún lunes 14, Jul 2014De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Sara Sefchovich describe en una vivaz narrativa en la Suerte de la Consorte, las historias de las esposas de los gobernantes de México y la participación que han tenido en sus respectivas administraciones.
Es un libro publicado hace varios años que se va actualizando, para incluir los acontecimientos recientes y los nuevos personajes, con lo que nos hemos acercado a algunos aspectos desconocidos de los protagonistas de la vida política del país.
La referencia viene al caso por la reiteración de Margarita Zavala de Calderón de continuar su participación en política (como diputada federal), donde ya se desempeñó como diputada local y federal, al margen de haber actuado como presidenta del DIF, por su condición de esposa del entonces Presidente Felipe Calderón.
Margarita es vista por sus amigos y los de su esposo como prospecto del PAN para la candidatura presidencial del 2018, cargo para el que fue destapada por su propio esposo, en sus tiempos de mandatario.
Es cierto que la esposa de Felipe Calderón Hinojosa proviene de una familia de arraigo panista y que su padre fue candidato a senador y que ella misma se desempeñó como legisladora, antes de que su esposo fuese Presidente de la República, pero ya casada con él.
También alcanzó el rango de vicecoordinadora de su bancada en el trienio 2003-2006, poco antes de que el marido asumiera la primera magistratura del país.
Es decir que por azares del destino, Margarita fue diputada local, antes de que su marido fuese dirigente nacional del partido, aunque ya era secretario general del mismo y diputada federal, cuando se desempeñaba como miembro del gabinete presidencial del mandatario Vicente Fox Quesada.
Con todo y ello, Margarita Zavala Gómez del Campo es la primera esposa de un Presidente de la República en ser legisladora, aunque no al mismo tiempo.
Antes de ella y del arribo de los panistas a la Presidencia de la República, las consortes de los mandatarios guardaban un papel más que discreto, hasta el arribo de Luis Echeverría Álvarez con su esposa María Esther Zuno, la que decidió salir a la luz pública y otorgarles a las consortes de los mandatarios un papel más representativo.
Fue ella la que decidió asumir directamente funciones más allá de ser solamente la esposa del mandatario en turno.
Se dio a la tarea de tener su propia agenda de trabajo y crear el voluntariado de damas, en los que participaban las esposas de los funcionarios pertenecientes al gabinete de su esposo.
Antes de eso y desde que el PRI y los partidos que lo antecedieron, asumieron los gobiernos de la República, las esposas de los gobernantes salían solamente en los eventos públicos necesarios, pero sin tener a su cargo funciones de ningún tipo y mucho menos aspiraciones políticas.
Fue Eva Sámano la primera presidenta del patronato del Instituto Nacional de Protección a la Infancia, creado por su esposo en 1961, lo que marcó una ruta que continuó la siguiente encargada del despacho, Guadalupe Borja, aunque de manara más discreta.
Amalia Solórzano, esposa del presidente Lázaro Cárdenas del Río, fue una mujer de mucha discreción durante el sexenio que encabezó su marido, apartándose de todo tipo de labores públicas y apareciendo en ceremonias solamente cuando era necesaria su presencia.
Soledad Orozco, esposa de Manuel Ávila Camacho, fue una mujer sumamente religiosa que dedicó sus principales actividades a actividades de ese tipo, como fueron la promoción de matrimonios, labores asistenciales y consolidación de las familias.
Fue más participativa que sus antecesoras, aunque regularmente lo hacía en actos sociales.
Curiosamente la consorte de Ávila Camacho fue postulada como candidata a diputada por un grupo de promotoras del voto femenino, aunque la nominación no se concretó en las urnas, claro que fue antes de que su marido fuese Presidente de la República.
Beatriz Velazco, esposa de Miguel Alemán, enfocó sus actividades durante la administración sexenal de su marido a actividades vinculadas con el respaldo a programas en favor de la niñez.
Acorde a los tiempos, prefirió mantener bajo perfil y atender lo que, para entonces, se consideraba labores propias del hogar.
María Izaguirre fue la consorte de Adolfo Ruiz Cortines en sus tiempos presidenciales, y la primera esposa de un Ejecutivo federal que provocó rumores de todo tipo.
Para una sociedad conservadora como era la de aquellos años (52-58), el entonces Presidente de México era su tercer esposo, luego de un divorcio y una viudez. La señora de Ruiz Cortines disfrutaba de los actos sociales y, según se afirma, de hacer negocios basados en el poder público.
La siguiente consorte presidencial fue Carmen Romano, esposa de José López Portillo, ya más participativa, aunque en cuestiones culturales, principalmente.
Paloma Cordero, esposa de Miguel de la Madrid, prefirió mantenerse distante de los reflectores y solamente salir a ellos cuando era necesario.
Las esposas de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de León, Cecilia Occelli y Nilda Patricia Velasco, respectivamente, asumieron sus roles, sin aspiraciones políticas.
Fue hasta el arribo de los panistas que las esposas de los Presidentes de la República mostraron esa ambición por el poder y respaldados por sus maridos buscaron escalar el mismo techo que sus esposos.
Marta Sahagún, esposa de Vicente Fox Quesada, fue la primera en hacerlo, basada en su reciente militancia sus aspiraciones y mostrando una ambición extrema por el cargo, respaldada por su esposo que hasta se dio el lujo de crear la “pareja presidencial” como una forma de gobierno conjunto.
No lo consiguió y dedicó su tiempo a continuar en la actividad política, pero no partidista, desde la empresa que creó su esposo.
Ahora toca el turno de Margarita Zavala y habrá que seguir de cerca hasta dónde llega.