El sentido de la vida
¬ Javier Cadena Cárdenas martes 8, Jul 2014Termómetro
Javier Cadena Cárdenas
A Celso Ramos García
El poeta Ricardo Yáñez se cuestiona algo en verdad relevante cuando se pregunta “¿qué sentido tiene la poesía?”.
Y lo relevante de la pregunta radica en dos vertientes: la primera es en el tenor de la poesía misma, así en lo general, y la segunda es sobre su quehacer de poeta, así en particular. El también periodista argumenta un poco su interrogante y dice: “Me he preguntado mucho sobre el sentido de la poesía y de ser poeta, y tengo la impresión de que ya no quiero escribir, porque es algo que no tiene mucho sentido”
Y su problema lo plasma de la siguiente manera: “¿Para qué escribir si hay mucha gente que lo está haciendo muy bien? ¿Para qué llevo más agua al mar si no soy un río necesario?”
Este cuestionamiento que se hace Ricardo Yáñez, bien lo puede plantear todo ser humano, y en todos y cada uno de ellos sería válido expresarlo.
¿Para qué sirve la investigación y el que uno investigue?
¿Para qué sirve la ingeniería y el que uno sea ingeniero?
¿Para qué sirve la medicina y el que uno sea médico?
¿Para qué sirve el cine y el que uno sea cineasta?
¿Para qué sirve, y aquí se podría poner cada una de las actividades del ser humano, y el que uno sea, y aquí se podría poner el nombre de la profesión, oficio u actividad a la que se dedica?
Para qué sirve tal actividad y el que uno se dedique a ella, es un cuestionamiento que casi siempre aparece en alguna etapa de la vida en la que la productividad escasea o se está en medio del pesimismo o dentro de un periodo de enfermedad o enmarcado en algo que raya en lo existencial, o sea, en el cuestionamiento a la vida misma.
Y es aquí donde puede aparecer el siguiente cuestionamiento: ¿Para qué sirve la vida y el que uno la viva?, y si uno no está preparado para dar una respuesta positiva, se corre el riesgo de perder el sentido y el gusto y, ahora sí, plantearse la posibilidad de realizar algo radical, casi siempre enmarcado en tintes suicidas.
Tintes suicidas que por fortuna no presenta Ricardo Yáñez, sino que incluso él afirma que se debería seguir el consejo de Pablo Picasso en el tenor de no cuestionarse sobre el sentido de la actividad profesional, tal como uno no se cuestiona el sentido de las ostras, sino que simplemente se disfrutan y ya.
Y tenía mucha razón el pintor español: Hay que disfrutar la vida, pero hay que anexarle que en el juego dialéctico que es la vida misma, siempre hay que tener presente que ante la vida en algún momento hace presencia su contrario: la muerte. Vida y muerte son las dos caras de esa moneda que es el ser humano, y así como uno se debe preparar para la vida, sería óptimo que también uno se preparara para la muerte, la propia y de los seres queridos.
Pero eso todavía es una utopía, ya que uno no se prepara para la vida, y mucho menos para la muerte, y por ello aparece el dolor, el duelo, los reclamos del porqué a uno le suceden tales desgracias.
Entonces, se hace necesario reconocer que el sentido de la vida no se debe perder nunca, ya que simplemente consiste en vivirla, y este vivirla se puede conjugar en pasado, presente y futuro, así de simple y de complicado.